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viernes, 29 de octubre de 2010





"El objetivo final es ser Feliz. Para ser feliz es necesario ser libre. Para ser libres es necesario a veces no estar condicionados por falsos yoes. Hay que revelar que es real y que es una ilusión. Que es eterno y que es transitorio."

Gangaji ( el diamante en tu bolsillo)

jueves, 28 de octubre de 2010

El presente es Plenitud

 El Presente es Plenitud

“El presente es la única cosa que no tiene fin” (Erwin Schrödinger).
“Sólo ser; nada más. Y basta. Es la absoluta dicha” (Jorge Guillén).
“Palpo aquí una presencia latente. No sé lo que es. Pero me brotan lágrimas de agradecimiento” (Sagyo).

¿Qué tendrá el presente que, en nuestros momentos más difíciles, es lo único que nos sostiene en pie? Frente a todo aquello que nos remueve y desinstala, en las situaciones en las que todo parece tambalearse, cuando nuestras “seguridades” adquiridas saltan por los aires hechas añicos, incluso en los momentos en que el dolor nos parece insoportable…, podemos mantenernos en pie viniendo al presente, en un ejercicio constante de estar en el “aquí y ahora”, en el instante que ahora mismo está aconteciendo. Siempre que hemos sufrido, lo hemos experimentado…, aunque ni siquiera le hayamos puesto nombre ni hayamos sabido nunca qué es lo que hacíamos. Sin embargo, era el presente –nuestra aceptación del instante- quien nos regalaba estabilidad y descanso. Si esto es sí, ¿a qué se debe?, ¿cuál es su secreto?

El suyo es un secreto muy simple, que podemos sintetizar en una doble afirmación: en el presente no hay sufrimiento, porque presente es sinónimo de plenitud.
Lo que nos sucede es que, en general, nos hallamos tan alejados de la sabiduría del presente que nos cuesta entender que sea así. Por eso, vamos a tratar de acercarnos progresivamente, del modo más sencillo posible, a esa sabiduría que no deja nada fuera, sino que todo lo integra. Eso es, precisamente, lo que la hace resplandecer de belleza.

Empecemos constatando algo: siempre que nos sentimos profundamente bien, estamos viviendo en presente. Más todavía: cuando estamos plenamente bien, ni siquiera nos damos cuenta de que estamos. No, no es un juego de palabras ni ganas de complicar lo sencillo. La plenitud es una experiencia tan presencial –tan intensamente asociada al presente- que diluye momentáneamente la conciencia del yo. Es decir, hay conciencia, hay experiencia intensa de lo que se está viviendo, pero no hay un “yo” que se atribuya esa experiencia ni que se la apropie. Por eso, la persona feliz ni siquiera se “entera” de que es feliz. La persona extasiada ante algo se halla tan “embebida” en aquel algo, que ella no “está”: su conciencia de sí momentáneamente desaparece; o mejor dicho, lo que existe entonces es una conciencia no-diferenciada.

La “magia” del presente radica precisamente en esto: en el presente, se detiene la mente pensante. “Mente pensante” es la mente que “va por libre”, adueñándose de nosotros mismos, como si nos “poseyera”…, y con la que solemos terminar identificados. Nos produce, de entrada, cansancio mental y, enseguida, todo tipo de sufrimiento, creándonos películas que nos atrapan y nos introducen en laberintos interminables que no tienen salida.

Pues bien, siempre que estamos en esa mente, siempre que “nos dejamos llevar” por el pensamiento, estamos fuera del presente. Y ahí lo constatamos con claridad: estar fuera del presente es sinónimo de sufrir, porque estamos lejos de la realidad. Y, en último término, porque estamos en la ignorancia: se nos oculta la verdadera naturaleza de lo real, incluida nuestra verdadera identidad, y tomamos como “real” o “verdadero” lo que no es más que una película elaborada por nuestra mente, de acuerdo con las pautas y los funcionamientos aprendidos desde niños.

Eso es precisamente lo que hace la “mente pensante”: desfigura la realidad y nos hace tomar como real lo que sólo es una construcción suya, lo que ella misma ha construido.

Así pues, son dos –y simultáneas: siempre se dan unidas- las trampas adonde nos conduce la “mente pensante”: nos desfigura la realidad de las cosas y nos saca del presente. Y fuera del presente –es necesario reiterarlo-, todo es ignorancia y sufrimiento.

Si la mente pensante nos lleva irremisiblemente al pasado (o a proyectar el futuro imaginado a su medida) y a la ignorancia, ¿qué es lo que aporta el presente?

En primer lugar, el presente me pone en contacto conmigo mismo. En este nivel, el presente se halla totalmente asociado al cuerpo y al sentimiento. Por eso, en un primer movimiento, venir al presente equivale a sentirse a sí mismo, y eso se experimenta en el cuerpo. Por eso, puede afirmarse también desde el ángulo inverso: Así como el pensamiento nos lleva al pasado, el cuerpo nos trae al presente. Se trata, sencillamente, de sentirlo sin pensarlo.

¿Qué ocurre entonces? Si realmente escucho mi cuerpo, si puedo sentirme a mí mismo, el pensamiento se aquieta, los fantasmas –que no eran sino una creación de la mente dispersa- empiezan a desaparecer, y nos descubrimos con fuerza para afrontar lo que nos toca vivir en este momento.

Esto es así. Nunca tendremos fuerzas para resolver el futuro imaginado, porque ese futuro es sólo un fantasma. Y está claro que con los fantasmas no se puede luchar; únicamente hay que encender la luz para que se difuminen. Eso ocurre con nuestros problemas: mientras cavilamos sobre ellos, estamos creando fantasmas que, finalmente, se nos antojarán invencibles, por la sencilla razón de que nunca podremos tener herramientas para enfrentar el futuro fantaseado. Sin embargo, venir al presente es venir a la luz: los fantasmas huyen y nos sentimos capaces de vivir el momento.
Sentirse a sí mismo es sentir la vida que nos habita y sostiene en lo profundo. Es sentir la propia identidad, el propio valor y bondad, desde una mirada positiva y amorosa.

Poco a poco, se va abriendo paso en nosotros un movimiento que nos invita a “dejar fluir” la realidad –en lugar de la compulsión por querer controlar todo-, íntimamente relacionado con la aceptación. Y es que el presente es también aceptación de lo que es.
Aceptación es sinónimo de humildad. En ella reconocemos que no somos todopoderosos y que no poseemos el control de la vida. Nos reconocemos limitados, frágiles y vulnerables. Pero –paradójica y sabiamente- en ese mismo reconocimiento ya nos estamos humanizando. Ciertamente, lo que nos humaniza es la humildad (no es casual que ambas palabras provengan de la misma raíz: humus, tierra fértil).

Y, al aceptar aquello que no podemos cambiar, empieza a abrirse para nosotros la fuente del descanso y de la libertad. De hecho, no hay nada que aporte más descanso ni más libertad interior que la humildad. Porque, al aceptar, lo que estamos haciendo es crear un espacio en torno al problema o malestar, en lugar de reducirnos a él. Ese “espacio” no es sino presencia. Con lo que, viniendo al presente, se nos ha regalado la sabiduría.

En conclusión: Presente –en este primer nivel- es sinónimo de sentirse a sí mismo, de aceptación, de humildad, de descanso, de libertad, de vida y de fortaleza. Pero no todo termina aquí. El presente nos reserva todavía más belleza y sabiduría.

El pensamiento necesariamente fractura la realidad, porque pensar es sinónimo de delimitar, es decir, de separar. Sólo es posible el pensamiento a partir de una diferenciación entre “sujeto” y “objeto”. El “yo” –eso es la mente pensante, la mente que se apropia de los contenidos mentales- se percibe a sí mismo como sujeto frente a una infinidad de objetos de todo tipo.

Pues bien, este modelo de cognición sujeto/objeto –que algunos llaman “modelo cartesiano”- hace que veamos la realidad compuesta por multitud de partes separadas y que nosotros mismos nos percibamos como islotes independientes unos de otros.

Frente a ese modelo dualista, eminentemente diferenciador, el presente posee, en sí mismo, la virtualidad contraria. Si la mente separa, el presente integra. En el presente no se percibe separación ni diferenciación; la mente se detiene y, al detenerse, se diluye momentáneamente el yo que fraccionaba la realidad, y se abre paso sencillamente la percepción de que todo es. Se han abierto las puertas de una nueva forma de percepción, cuya característica más importante es la no-dualidad. En ella, ya no hay “sujeto” ni “objeto” como realidades separadas; ya no tiene sentido el “enfrentamiento” ni la lucha; todo queda integrado en una identidad nueva, que trasciende absolutamente nuestro yo habitual. Hemos entrado en lo transpersonal.


Aunque suene extraño cuando lo oímos o leemos por primera vez, este modo de percepción no es en absoluto desconocido para ninguno de nosotros. Lo que puede ocurrir es que nunca lo hayamos hecho consciente. Pero cada vez que, espontáneamente, estamos “concentrados” en algo –una lectura, una película, un paisaje, una relación…-, nuestro yo se ha diluido momentáneamente –mientras dure esa “concentración”-. Sigue habiendo conciencia de lo leído, visto, vivido…, pero lo que no hay es un “yo” que se apropie de esas experiencias mientras están ocurriendo. Por eso, cuando estás “concentrado” en algo, no puedes percibirte a ti mismo en ningún lugar. Eso es, precisamente, lo que les ocurre a los niños en la mayor parte de sus actividades: se hallan tan “volcados” en lo que hacen, que no hay ninguna conciencia de ellos en cuanto “sujetos” de esas acciones. ¿Cómo se explica ese fenómeno? Porque el presente es, por sí mismo, integrador; deshace la diferenciación sujeto/objeto, emergiendo un nuevo modo de percepción en el que todo es.

¿Qué ocurre en este nuevo modo de percepción? Todo queda redimensionado, porque el que se ha modificado ha sido justamente el perceptor. Si lo que se modifica es el yo, es lógico que repercuta en todo aquello que el yo percibía. La propia identidad, la percepción de los otros y del mundo, el nacimiento y la muerte, la dicha y el sufrimiento, el ocio y el trabajo…, incluso “Dios” mismo. Todo se percibe ahora –en el presente- de un modo nuevo.

En ese presente no-dual, no hay “yo”. Porque, ¿qué es, en realidad, lo que llamamos “yo”? Es otro modo de nombrar a la mente pensante. Es decir, el yo es sólo la mente que se apropia de los contenidos mentales. Esa simple apropiación le otorga una sensación de continuidad y, por tanto, de estabilidad, gracias a la memoria que hace posible aquella sensación. El proceso es muy simple: al apropiarme de lo que estoy pensando en este momento, digo “yo”; yo soy el que está pensando; a continuación, mi memoria viene a decirme: ayer también pensabas “tú”; conclusión: “yo” soy alguien estable y -¿por qué no?- autoconsistente…, que, a partir de aquí, seguirá apropiándose y arrogándose todo tipo de características.

En efecto, ese yo que no es sino el resultado de una mente apropiadora, se caracterizará por su voracidad: como en realidad no tiene ninguna consistencia en sí mismo, buscará desesperadamente sostenerse aferrándose a todo lo que encuentre a su alcance y proyectándose en todo ello: dinero, bienes, títulos, imagen, creencias… Todo eso no es más que el yo en su alocada y estéril carrera hacia ninguna parte, pero a la que él no puede renunciar para seguir alimentando el sueño de su existencia.

Por eso, necesitamos ser lúcidos: mientras estamos identificados con el yo (la mente pensante), no sólo creemos que somos lo que pensamos, sino que llegamos a perder la libertad frente a ese yo, hasta el punto de que, sin darnos cuenta, será él quien lleve las riendas de nuestra vida. Y, con las riendas en sus manos, nos conducirá por caminos egocéntricos –todo yo es egocéntrico- de individualismo, confusión y sufrimiento. Únicamente cuando experimentamos el presente, empezamos a notar la falsedad de la percepción anterior.

Mente pensante (yo) es sinónimo de separación, con las consecuencias que lleva asociadas: soledad, ansiedad, miedo, individualismo… En el presente, por el contrario, al no existir esa separación, no hay sufrimiento ni falta nada. Pero, lógicamente, esto se percibe en tanto en cuanto permanecemos en el presente ininterrumpidamente. Al volver al pensamiento, volvemos al reino de la separación, con las secuelas mencionadas.

En cualquier caso, lo decisivo es llegar a verlo, hacer la experiencia de ese nuevo modo de percepción que se abre en cuanto aquietamos la mente y venimos al presente. Una vez que esto se ha experimentado, algo ha cambiado definitivamente en la persona; y, mientras eso no se experimente, parecerán fábulas todo lo que se diga sobre ello. También aquí vale aquello de Rumi: “Quien lo probó, lo sabe”.

En lo más hondo de todos nosotros late un profundo anhelo por venir al presente. ¡Estamos tan cansados de pensar… y de estar en “otra parte”! Si nos escuchamos, percibiremos un movimiento a salir de la oscuridad y del sufrimiento inútil de nuestro yo, para acceder a la belleza luminosa y plena de Lo Que Es.

A ese anhelo, las religiones lo han llamado “hambre de Dios”. Y toda persona religiosa ha buscado siempre salir de la oscuridad y de su ego, para vivir más y más continuamente en la presencia de Dios. En la experiencia del presente descubrimos que Dios no es tampoco un Ser separado –como nuestro yo separado había pensado, proyectándolo a su propia imagen-, sino Lo Que Es, y se manifiesta en el presente. Pero sin ningún dualismo: como si Lo Que Es se opusiera a lo que vemos diariamente. No, en Lo Que Es no queda nada fuera; lo que vemos y lo que no vemos, todo ello es la Realidad no-diferenciada, inefable y plena, a la vez. Por eso se puede decir con toda verdad que Presente es otro nombre de Dios. Y, en rigor, vivir en presencia de Dios no es pensar que vivimos en Él, sino vivir-en-presente.

Si es tanto lo que está en juego, vale la pena aprender a venir al presente y ejercitarse por vivir en él de un modo cada vez más estable. Ahí continuaremos: Cómo aprender a vivir la belleza y sabiduría del presente.

Enrique Martínez Lozano

Eres Consciente?


¿Qué diferencia hay entre conciencia y consciencia?
A veces son términos intercambiables, pero no siempre. Con el sentido general de ‘percepción o conocimiento’, se usan ambas formas.

Conciencia: Conocimiento de lo que nos rodea, en base a los órganos de los sentidos. En sentido moral, como ‘capacidad de distinguir entre el bien y el mal’ (el Pepito Grillo de Pinocho), sólo se usa la forma conciencia. También tener mala conciencia, remorderle a alguien la conciencia, no tener conciencia

Consciencia: Conocimiento de sí mismo. La consciencia define al ser. Se es consciente de sí mismo y de lo que nos rodea en base a lo que uno Es. Otra definición es la que asocia la consciencia a un estado de unión con la vida universal. Es una expansión continua, igual que el universo.

¿Se puede ser consciente, sin conciencia?
Parece que si apagamos la conciencia, no estamos en el aquí y en el ahora, difícilmente llegaremos a elevar la consciencia. El lo que nos da a entender el cuento del maestro zen que recibía muchas visitas de personas en busca de consejos:

Un día recibió a un joven que se tomaba muy en serio su camino espiritual. Se sentía preparado para convertirse en la mano derecha de cualquier gran maestro.

Ese día había llovido cuando el joven llegó a la casa del maestro. El joven se quitó los zapatos y dejó el paraguas antes de entrar en la habitación. Se inclinó ante el maestro y le dijo que le gustaría convertirse en su discípulo.

El maestro sonrió, pero no dijo ni una palabra.

El joven, un poco incomodado por el silencio, le dijo que había estudiado mucho. Que pensaba que estaba llamado a convertirse en uno de los “iluminados”

El maestro le preguntó: ¿sabes a qué lado de la puerta has dejado el paraguas y a qué lado de la puerta has dejado los zapatos?

N-n-no, tartamudeó el joven, desconcertado. ¿Por qué?

El maestro le respondió de forma muy calmada: “Porqué lo que tu buscas es la consciencia” ¿Y cómo puedes estar consciente si ni siquiera sabes dónde has dejado los zapatos y el paraguas?

¿Cuál es la diferencia entre una persona que no es consciente y otra que sí lo es?
Si no soy consciente considero que mis límites son fronteras inexpugnables, acumulo límites… En cambio, un ser consciente conoce sus límites y sin embargo aspira a la totalidad, quiere ir más allá de los mismos.

¿La psicogenealogía puede ser una herramienta útil para ganar consciencia?
En palabras de Marianne Costa: “cuando construimos nuestro árbol genealógico estamos realizando una toma de consciencia”. Ahora bien, Una toma de conciencia que no es seguida de un acto resulta completamente estéril. Un acto vale más que mil palabras.

¿Desde el momento de nuestro nacimiento tratamos de expandir continuamente nuestro nivel de consciencia?
El ser humano va transitando desde los niveles más bajos: consciencia animal, hasta tratar de alcanzar los estratos más altos, la consciencia cósmica y la divina:

- Consciencia animal: caracterizado por los problemas de territorio
- Infantil: la infancia persistente, donde se pide sin cesar sin dar…
- Romántico: cuando la pareja es considerada como la panacea universal
- Adulto: el adulto es el sujeto que invierte. Ahora bien, puede ser un adulto explotador, cuyo afán sea poseer y explotar, o un adulto generoso, que por el contrario no se queda nada para él, sino que se lo da a los demás. El adulto generoso también sabe recibir y aprende lo que es el servicio.
- Cósmico: en este nivel ya se ha descubierto que todo está unido. El secreto de la conciencia es la “re-unión: volver a unir lo que estaba separado.
- Divino: nivel de conciencia unida al nombre inefable que está dentro de cada uno.

Parece muy atrevido hablar de consciencia divina
Alejandro Jodorowsky: “Tenemos que dejar de pensar que Dios nos va a arreglar las cosas, y decir que si Dios construyó mal este universo, aquí estamos nosotros para rehacerlo. Si hay un Dios, estamos para ayudarlo. Así nos apoderamos del mundo y de nosotros mismos, haremos lo que queramos con plena consciencia y con plena responsabilidad. En este nivel de consciencia divina se encuentra el arte verdadero”

¿Se puede definir la enfermedad como un producto del estancamiento de la consciencia?
Las enfermedades son cristalizaciones de niveles de consciencia que no cambian. Las enfermedades genéticas son “abrigos” que nos han puesto y que vienen de nuestro árbol genealógico. La curación comienza por la aceptación de la enfermedad y su transformación en aliada. La enfermedad es esencialmente separación, es decir, creencia de estar separado.

¿Algunos caminos para ganar consciencia?
Uno es la información, considerando la información no como palabras sino como experiencias… Otro es el arte, que nos abre a otros mundos, a otras miradas, nos muta la consciencia.

¿Qué es una falta de consciencia?
Cuando algo que te ha sucedido y no recuerdas te está marcando. El trato que te dieron tus padres: las neuras, obsesiones, maltratos…que se transmiten por el árbol genealógico. Si nos hacemos conscientes de nuestros traumas genealógicos, estaremos en condiciones de poder desactivarlos.

¿Adónde nos conduce la toma continua de consciencia?
Dice Alejandro Jodorowsky: “Cuando empiezas poco a poco a desprenderte de tu identidad, a ser un humano genérico, dejas de verte en una edad determinada. Luego dejas de identificarte con el tiempo en general. Después ya no te reconoces originario de una patria o hablante de una lengua determinada. No te ves en tu nombre, no te confundes con las cosas que posees, vas cesando en la identificación. Te agarras a lo que eres. A la alegría de la vida. Eres cada vez más feliz y no necesitas el traje rígido del carácter o de la personalidad. Te haces fluido, como el agua.”

Finalmente, al morir, ¿qué es lo que dejamos al mundo?
Cuando lleguemos a la muerte, lo mejor que podemos ofrecer es una perfecta y luminosa consciencia, una consciencia clara que hay que saber crear, porque si no, como decía Gurdjieff, mueres como un perro, sin ofrendar la consciencia ni construir un alma.

Diez reflexiones sabias sobre el tema de la consciencia

1.- “Si queremos cambiar el mundo, primero debemos cambiar nuestra manera de verlo” Que en el pasado este cambio de consciencia sólo sucedió a un número muy reducido de personas, sin embargo en la actualidad el cambio de consciencia se da a una escala mucho mayor. E. Tolle
2.- “Darse cuenta de lo que hay que hacer, y no hacerlo, es cobardía” Confuncio
3.- “La consciencia es la presencia de Dios en el hombre” Swedenborg
4.- “El valor sin consciencia es una fiera salvaje” Robert G. Ingersoll
5.- “… esa chispita del fuego celeste, la consciencia” George Washington
6.- “Que peligrosa es la inconsciencia! Para liberarte de los prejuicios solo tienes la consciencia. Es la consciencia la que te puede liberar. Siempre serás esclavo de las cosas de las que no eres consciente” Anthony de Mello.
7.- “La conciencia es la brújula del hombre”. Vincent Van Gogh.
8.- “La finalidad del arte es dar a la gente un mayor nivel de conciencia”. Brassai.
9.- “La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo.” William Shakespeare .
10.- “Conciencia es la voz silenciosa de tu ser interior que no te deja ni de día ni de noche, ni en la vigilia ni en el sueño esperando que lo escuches”. Vásquez D.R.D.
Un cuento sobre la consciencia:
En un chalet muy lujoso con una gran piscina se está celebrando una fiesta. El dueño que es multimillonario, dice que compartirá su fortuna con el valiente que se atreva a cruzar su piscina que está llena de cocodrilos hambrientos.
De repente se ve a un chico dentro del agua nadando a toda velocidad, cuando sale por el otro extremo de la piscina el dueño acude a felicitarlo, diciendo que por fin acababa de conocer a una persona realmente valiente.
El joven le respondió: “¡Que valiente, ni que valiente…alguien me empujó”!

Dice Alejandro Jodorowsky que la piscina con sus cocodrilos son nuestros “demonios interiores”, contra los que tenemos que luchar para tratar de conocernos. Que ese pequeño empujón que te lanza al interior de la piscina te lo da “un maestro”. Pero la energía para luchar y salir (aprender) la pones tú. Sin ella no serviría de nada el pequeño empujón que nos han dado. La recompensa de atravesar la piscina es conocerse mejor, un aumento de nuestra “consciencia” rompiendo algunos límites que establecíamos como fijos e inamovibles.
Alejandro Jodorowsky

http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubes

lunes, 25 de octubre de 2010

Nuestras plegarias...

 Recuperando el antiguo modo de orar
 Gran parte de los condicionamientos en las tradiciones occidentales durante el ultimo siglo y medio nos ha invitado a “pedir” que circunstancias específicas en nuestro mundo cambien a través de la intervención divina; que nuestras plegarias sean respondidas. En nuestras bien intencionadas peticiones, sin embargo, inadvertidamente podríamos estar dándole poder a las mismas condiciones que estamos orando para pedir que cambien. Por ejemplo, cuando pedimos “Querido Dios, por favor, permite que haya paz en el mundo”, en efecto estamos estableciendo que la paz no existe en el presente. Las tradiciones antiguas nos recuerdan que las plegarias en las que pedimos son sólo una forma de orar, entre otras formas. También existen otras que nos llevan a encontrar paz en nuestro mundo a través de la cualidad de los pensamientos, sentimientos y emociones que creamos en nuestro cuerpo. Una vez que permitimos las cualidades de paz en nuestra mente y damos combustible a nuestra oración a través de sentimientos de paz en nuestro cuerpo, el quinto modelo de oración establece que el resultado ya ha ocurrido.

La ciencia cuántica ahora toma esta idea y la lleva un paso adelante, estableciendo que son precisamente esas condiciones de sentimientos a las que la creación responde, igualando el sentimiento con que hacemos la oración en nuestro mundo interior, con condiciones similares en el mundo exterior. Aunque el resultado de nuestra oración pueda aún no haber aparecido en el mundo exterior, estamos siendo invitados a reconocer nuestra comunión con la creación y a vivir como si nuestra oración ya hubiese sido escuchada.
A través de las palabras de otros tiempos, los antiguos nos invitan a recobrar el modo antiguo de orar como un estado permanente de conciencia en el que nos convertimos, en vez de una forma prescrita de acción que llevamos a cabo ocasionalmente. En palabras que son tan simples como elegantes, se nos recuerda que nos “rodeemos” de la respuesta a nuestras plegarias y los “envolvamos” en las condiciones que escojamos experimentar. En el moderno idioma, esta descripción nos sugiere que para efectuar cambios en nuestro mundo, primero necesitamos experimentar los sentimientos de que el cambio ya ha ocurrido.

Conforme la ciencia moderna continúa validando la relación entre nuestros pensamientos, sentimientos y sueños con el mundo que nos rodea, se hace más claro ese puente olvidado entre nuestras plegarias y aquello que experimentamos. La belleza de esa tecnología interna se halla en que está basada en condiciones humanas que ya poseemos. Desde los profetas que nos vieron en sus sueños, se nos recuerda que honrando la vida, cumplimos nuestro deber con la supervivencia de nuestras especies y el futuro del único hogar que conocemos.

Gregg Braden



Hazte Fuerte



Un guerrero no tiene remordimientos por nada de lo que ha hecho, porque aislar los propios actos llamándolos mezquinos, feos o malos es darse a uno mismo una importancia injustificada.
La clave está en lo que se enfatiza. O nos hacemos desdichados o nos hacemos fuertes. Cuesta el mismo trabajo lo uno que lo otro.

- CARLOS CASTANEDA

viernes, 22 de octubre de 2010

Entrevista a Juan José Benítez


 Entrevista a J.J. Benitez: POR BEATRIZ SANCHO
Niega su videncia, pero la evidencia le delata. Juan José Benítez 
Ufólogo, periodista, escritor e investigador de lo paranormal español, nació en Pamplona el 7 de Septiembre de 1946.Licenciado en periodismo, trabajó en diversos periódicos como corresponsal, pero no fue hasta 1972, año en el que comezó a investigar el fenómeno OVNI, que su carrera empieza a despegar, de tal forma que en 1979 decide dedicarse plenamente a la indagación de lo desconocido.

“Elegimos el momento histórico en el que deseamos vivir, el lugar, la familia, la pareja (…) incluso la forma de morir”. ¿En qué consiste esta teoría, ley o contrato?

Es una teoría, nada más y nada menos, que me ha costado muchísimos años elaborar y que, afortunadamente, no es segura. Más o menos quiere decir que antes de nacer, no me pregunte en qué momento, se eligen las condiciones de un contrato que tenemos que cumplir. En él se estipula dónde quieres nacer, qué quieres ser y por qué. Después, en la vida se desarrolla, pero se borra de la memoria para que la experiencia no quede ‘descafeinada’.
¿De dónde ha sacado esta teoría?
Viene a fuerza de hablar con Dios. ¿Usted no habla con Dios? De él aprendemos muchísimo, lo que ocurre es que unos estamos muy distraídos y otros no. La teoría del contrato no es nueva, está por ahí, pero me he atrevido a ponerla por escrito y con toda la claridad posible.
¿Cuándo y cómo llegó a la conclusión de que nadie tiene que ser convencido?
Tengo 62 años, pero no hace mucho que lo descubrí, soy muy torpe. Antes peleaba, luchaba, etc., para convencer a la gente, y si podía salir triunfador, mejor. Hasta que me di cuenta de que, justo por esa ley del contrato, era ridículo intentar convencer a nadie, porque cada uno tiene su trabajo, su papel, y lo desarrolla. Cada uno se tiene que limitar a ser respetuoso con todos los demás.
Y entonces, ¿quién le ha convencido de ello?
Por un lado, la experiencia, por otro, me di cuenta de que levantar la voz y tratar de convencer no servía para nada, sino todo lo contrario y luego, por supuesto, como le digo, esas ‘charletas’ que mantengo con Dios.
Uno lee ‘De la mano de Frasquito’ y tiene la impresión de que usted sabe más de Dios que el resto de los mortales, ¿cómo es posible?
No, no. Ojalá supiera muchísimo del buen Dios, pero no. Tengo algunas pistas, hablo con él de vez en cuando, compartimos un melón a medias y poco más.
Sea sincero, ¿tiene algún tipo de videncia?
No, sufro de videncia cuando veo a alguna chica guapa, es entonces cuando caigo en la evidencia. Si tengo algún don es el de la ‘existencia y puntualidad’, que no todo el mundo lo tiene. Eso sí que es un don.
Si la razón no nos dice nunca la verdad, ¿quién o qué lo hace?
Lo hace la intuición que es una criatura, un ángel, que lleva siempre mucha prisa y no sé por qué. Algún día lo preguntaré. La intuición es la primera que aparece y la primera que te dice la verdad. Después llega la razón y empieza a estropearlo todo.
Jesús dijo: ‘Pedid y se os dará’. Como sabrá, actualmente, está muy en auge la ‘Ley de la atracción’, que dice que atraes lo que deseas. Sin embargo, usted afirma que no hay que pedir nada a Dios porque todo está en el ‘contrato’. ¿No es incompatible con su filosofía lo que dijo el Maestro y otras personas que han canalizado esta información?
Opino que lo que dijo el Maestro está incompleto, como casi todo en la Biblia. De hecho, el Nuevo Testamento es un absoluto naufragio. Creo que lo que dijo Jesús de Nazaret es: ‘pedid y se os darán respuestas’, ‘pedid información, pedid respuestas y se os darán’. En aquella frase falta algo, alguien se lo comió. Suelo decir eso siempre. Si hay un contrato, está todo establecido y para qué pedir nada, salvo la información. Si el buen Dios es lo que yo pienso que es pues, ¿por qué nos tenemos que ocupar de las cosas materiales, la salud, ni de nada? Todo eso está perfectamente contratado y establecido, y no viene nadie a este mundo si no puede satisfacer sus cuestiones. Si no pudiera, no vendría.
Pero, ¿qué información hay que pedir si ya venimos con ese contrato tan bien surtido?
En fin, no está de más hacer trampas a Dios (se ríe).
Sus 10 ‘no mandamientos’ son cuanto menos curiosos: Dios no castiga, ni juzga, ni le puedes ofender aunque lo intentes…
No obstante, me quedo con la frase de que ‘Dios no está fuera, sino dentro’. ¿Podría explicársela al lector?

Es muy simple. Más o menos, por esas charlas con Dios referidas antes, uno deduce que a los cuatro o cinco años de edad, cuando las personas, los personajes, los niños empiezan a tomar sus primeras decisiones morales, el Gran Creador, el buen Dios, se instala dentro de ellos. Es lo que llamo la chispa divina, que se queda hasta que uno muere. Por esa razón digo que está dentro. No se trata de ninguna metáfora. Creo que es algo físico y real.
¿Qué es ser ‘palo-cero-palo’ como su nieto?
Ser ‘palo-cero-palo’ es una manera de hablar. Esta denominación la utilizo mucho en los juegos que hago con Dios, en los que le pido una señal para lo que le estoy preguntando. (Se oye a Frasquito a lo lejos) ¡Este es mi Frasquito, corriendo como una centella! En ese juego, el uno-cero-uno se ha convertido en una manera, tradicional ya para mí, de respuesta divina. El niño es también una respuesta y por eso le llamo ‘palo-cero-palo’. Estas criaturas son muy especiales, contracorriente, románticas, deliciosas, no tienen fácil explicación. Juego con Dios muy a menudo y cuando tengo problemas o dudas importantísimas, que no sé resolver, solicito señales. Una de mis señales favoritas es el uno-cero-uno. Dios me suele responder de manera inmediata y de las formas más increíbles. El niño, Frasquito, es una de las respuestas, por eso lo califico de palo-cero-palo. Es como un código que tengo con Dios.
Comenta que, al menos en la materia, no existe el libre albedrío. Si todas las decisiones las tomamos antes de venir a este plano, aparte de experimentar, ¿qué nos queda por hacer?
Mismamente eso, experimentar, si le parece poco… La libertad es un sueño, creo yo. La libertad total necesita información y nosotros no la tenemos, ni la tendremos, ni la hemos tenido nunca. No podemos decir que somos libres, podemos aspirar a serlo o creer que lo somos, pero no lo somos. El libre albedrío es un sueño. Aquí, en la Tierra.
Para usted la casualidad es una ‘mentirosa profesional’, ¿cree, entonces, en la causalidad?
Sí, claro. La casualidad es una palabra que, algún día, habrá que borrarla con sonrojo de los diccionarios. Es una palabra que le encanta a los científicos, pero creo que no existe. Si la casualidad existiera, nosotros no estaríamos aquí ahora. El cúmulo de parámetros que se tienen que dar para que aparezca, por ejemplo, la vida es de tal magnitud que es prácticamente imposible que surja por casualidad.
“Lo importante es lo que se siente, no lo que se sabe”. Explíqueme esta frase, por favor.
Lo que le he querido decir a Frasquito ( nieto) es que lo más importante en la vida son los sentimientos, no lo que se sabe, ni lo que se memoriza, ni el poder, ni la gloria… No, no, no. Lo más importante es si eres capaz de tener un sentimiento hacia lo que sea y a cualquier hora del día. Eso es lo que nos distingue, justamente, como seres humanos. Eso y la imaginación.
En un capítulo del libro " de la mano con Frasquito" menciona, a propósito de la toma de posesión por parte de Dios del ser humano, que ésta fue una de las primeras revelaciones que recibió. ¿Qué tipo de revelaciones le llegan y cómo?
Solicito constantemente información de toda clase, desde si las tortugas tienen los ojos violetas o si realmente existen 27 mil millones de cielos, pasando por si tengo que dejar el poco dinero que tengo en un banco o he de llevarlo en el bolsillo. Es decir, las respuestas que requiero son muy variadas. Dios es muy divertido y le encanta que juguemos, que las preguntas sean ‘chiripitifláuticas’ a ser posible (se ríe). Soy muy exigente. A Dios no le digo, por ejemplo, que si cruje el mueble significa que me tengo que llevar el dinero encima, sino que le comprometo en pruebas bien difíciles y complicadas, casi imposibles. Una vez que me ha respondido a la pregunta, soy tan malévolo, que le vuelvo a plantear la segunda pregunta, por si acaso. Y responde. Pero, siempre son preguntas muy, muy comprometidas, muy difíciles. A mí me encanta hacer pactos con la gente y por eso un día, esto sería un ejemplo, aunque en este caso no se trate de Dios, le dije a uno de mis hijos que cuando me muera, para avisarle de que hay algo al otro lado, congregaría a una familia de delfines cuando tiraran, desde un barco, mis cenizas al mar. Así él sabrá que sigo vivo. Ese tipo de señales, que son realmente difíciles y no sé cómo me las voy a arreglar para materializarlas, son las que planteo a Dios, y más difíciles todavía. Y, lo mejor, es que surten efecto. Tengo un libro maravilloso donde voy anotando estas señales día por día.
Es decir, que usted pide algún tipo de información al buen Dios y, para corroborarla, pide una señal, en su opinión difícil, como puede ser solicitar que el cielo, que en ese momento, por ejemplo, está naranja, se torne en violeta en ese instante.

¡Parece que ha adivinado una de mis solicitudes como señal. Le voy a explicar, para que quede constancia. El día concreto tendría que comprobarlo en el cuaderno que he mencionado antes, pero he pedido que el día 30 o 31 de diciembre, allá donde yo esté, el cielo se ponga naranja, ¿por qué? Porque cuando murió Richard Widmark, el pasado marzo, establecí ese pacto con él, después de muerto. Le dije: ‘Richard, si es verdad que sigues vivo, el 30 de diciembre (o el 31, repito que no lo recuerdo exactamente), allá donde yo esté, que el cielo se ponga naranja’. Es realmente interesante solicitar a las personas que se han muerto, que nos den señales dificilísimas.
“Hay una especialísima felicidad en el ‘no necesito”. Según usted esto es un secreto. ¿Por qué la gente practica tan poco la renuncia y el vaciarse para llenarse?

Quizás porque los seres humanos tenemos falta de perspectiva. No sabemos porqué estamos en la Tierra, no tenemos ni idea de hacia dónde vamos, ni qué nos depara el futuro, ni nada de nada. Todo esto, al final, te lleva a esa situación: acaparar, consumir, tener… y no sabes para qué, porque, lo que está claro, es que no te lo vas a llevar a la otra vida. La persona que prescinde está más tranquila. De hecho, los que prescinden son los dioses.
“Dios es gradual y muy económico”. Su seguridad, asusta un poco. ¿Qué le hace a usted tan especial?
Quizás el que, desde hace algunos años, siempre que tengo algún problema marco el móvil del Jefe y, entonces, pregunto. Ante mi sorpresa, se producen las respuestas. La primera vez, te quedas con la duda; la segunda, no sabes qué pensar; la tercera, se te queda la cara de póker; pero, claro, a la cuarta empiezas a poner más pruebas y más pruebas, y te das cuenta de que es cierto, de que es imposible de que eso sea una casualidad.
¿Cuál es, en su opinión, la voluntad de Dios?
No lo sé porque no sé como es Dios. Lo siento, sé que existe, pero no sé describirlo, lógicamente. Tengo 1.400 centímetros cúbicos de cerebro y eso es nada, dos puñaditos de inteligencia. Me imagino que la voluntad del Jefe, del Padre, será, sencillamente, que vivamos, nada más de momento. Que no es poco.
"Dios viene antes que la Iglesia”, ¿por qué cree usted que el hombre acude tanto a ella?

Por esa falta de perspectiva. Las religiones están bien en un momento determinado de la historia del mundo, han ayudado y tratan de ayudar en muchas cosas, pero, antes o después, asfixian. Entonces, los seres humanos que empiezan a pensar por sí mismos, no necesitan las religiones. A partir de ahí, brota el gran triunfo personal de la gente.
“El secreto de la vida es jugar con el ahora”. ¿Cómo juega usted con el presente?
Hasta que me di cuenta, hacía el idiota porque se me escapaban todos los momentos. Pero cuando me cercioré de que lo importante es este ahora, que ya es pasado, por cierto, pues traté de estrujarlo, de exprimirlo, de vivirlo, de saborearlo y de abrirlo.
El silencio es importante para usted, ¿cuánto?
Muchísimo. El silencio fue antes que Dios para empezar, y, por tanto, yo me pongo de rodillas ante él. Cuando no hay silencio, salgo corriendo.
Es enternecedor cómo le dice a su nieto que humanice las cosas, que las dote de vida. En su casa los cajones sonríen, ¿qué les diría a los adultos para animarles a hacer lo mismo?
Que se fijen un poco. La cuestión es pararse, parar un momento y mirar. Las cosas tienen vida, las cosas no son tontas, miran, hablan, están ahí por algo. Lo que ocurre, repito, es que no tenemos perspectiva y corremos dejando las cosas atrás.
Que difícil es quedarse sentado y hacer que el tiempo se aburra para que deje de perseguirnos…
Es una de las tácticas, precisamente, para que el tiempo se aleje y pase. Cuando uno se pone a pensar en el tiempo, a ver cómo las nubes circulan, cómo van pasando… el tiempo se te queda mirando, con los ojos abiertos, y dice: ‘este no me interesa’, y se va. Hay que tratar de analizar, de mirar y de ver al tiempo, no que él te mire a ti.
Le advierte a su nieto que los cementerios son la más palpable muestra de nuestra ignorancia, ¿me lo explica?
Los cementerios son lugares donde se dejan los trajes viejos. La falta de perspectiva de la que estamos hablando es la que nos lleva a adorar al cuerpo. A los muertos hay que venerarlos y amarlos en la memoria y en el recuerdo. Lo que no hay que hacer es lo que se hace en muchas sociedades de honrar los cementerios. No conozco a nadie que le ponga flores a un traje viejo o a un pantalón que ya no se usa. Me parece ridículo, absurdo.


La crónica social. 18-11-2008




jueves, 21 de octubre de 2010

Mas sobre Tantra- plenitud y crecimiento interior

Tantra, donde la erótica se torna Mística
Ramiro Calle
Inmerso en su insatisfacción, el ser humano ha buscado, a veces hasta el desfallecimiento, una visión profunda y clara, capaz de ofrecer respuestas a sus innumerables interrogantes vitales y poder así encontrar alivio a su devenir existencial. ¡Cuántas vías no han surgido, cuantos senderos no han sido hollados en dirección hacia la respuesta, hacia lo Inmenso, hacia lo Otro!
Porque estamos anclados en lo condicionado, presuponemos y ansiamos lo Incondicionado; porque nos hallamos prisioneros de nuestra ignorancia, anhelamos la libertad definitiva. ¿Cuántas intentonas, cuántas vías, cuántas aventuras del espíritu! Aunque sólo hay una última realidad, los caminos son innumerables: la áscesis, la contemplación, la senda del poder o de la energía, la del discernimiento, la de la acción consciente, la del amor, la de la devoción, la del lo mistérico, la de las sustancias psicodélicas, la del éxtasis, la de la danza, la de la sexualidad tántrica y muchas otras.

En su búsqueda, en su larga e impresionante búsqueda – rastreando incansablemente la última realidad – el buscador recurre a cuantos métodos puedan ayudarle a despertar su más alta consciencia, su Kundalini, su diosa interior, es la bella durmiente que en tanto no está en vela no nos proporciona la visón superior necesaria para comprender. Al servicio de esa búsqueda se han puesto todas las facultades e intuiciones humanas.
La energía es sólo una, pero se canaliza a través de diferentes funciones humanas: instintivas, motriz, sexual emocional y mental. La sexualidad es energía creadora, que cursa a través del raramente comprendido centro sexual.

Si bien el denominado vidya (el que ha realizado su santidad y se ha completado, el liberado-viviente) ha trascendido todo deseo y ha trasmutado definitivamente su energía sexual en Ojas Shakti (energía espiritual), habiendo consumado el esponsal interior y místico, el tantrik (seguidor del tantra) que todavía no ha conquistado su genuína identidad y se inclina por la vía izquierda del tantrismo, se sirve también de la energía sexual para crecer interiormente, como coadyuvante de la liberación, como medio para activar estados superiores de consciencia.

Así la relación sexual y el festín de los sentidos, no es sólo un encuentro de envolturas carnales, sino astrales y, sobre todo, de almas que se funden para viajar hacia la Conciencia Cósmica: pero el rito sexual sacramentalizado (maithuna) es mucho más que un apasionante o entretenido "desenfreno de los sentidos.

Requiere una preparación muy especial y la observancia de unos requisitos muy definidos y solo se efectúa de tarde en tarde por que de otro modo se cotidianizaría lo que en sí mismo es iniciático y ojo de buey hacia lo Infinito.

De ahí, sin duda, que unos se relacionan sexualmente para cumplir de verdad el rito o sacramental erótico, mientras que otros, la mayoría, se pretextan en el rito para simplemente hacer uso y abuso del encuentro sexual. Donde la sexualidad acaba, comienza el sacramento sexual.
Donde el sacramento sexual desemboca, comienza el genuíno vínculo amoroso. En el rostro del amado/a se contemplan todos los rostros de todas las criaturas vivientes. La relación sexual mística trata de generar un intenso intercambio electromagnético (astral) entre los amantes para poder así acceder al otro lado de la mente más intuitivo y revelador. Para ello la cópula debe prolongarse, lo que requiere por parte del hombre varios controles para no precipitarse en el orgasmo ordinario.

Estos tres controles son: el respiratorio, el mental y el sexual. Debe ejercitarse en desarrollar una respiración muy lenta y pausada (que a veces se suspende); la mente debe estar muy perceptiva y vigilante, extremadamente consciente a su compañera, no sólo como forma , sino como un gran potencial y fuente de energía; el orgasmo debe retrasarse muy considerablemente o incluso descartarse. La cópula se convierte en un acto sacramental, mediante el cual el hombre contempla a la Diosa en su compañera y la mujer a Dios en su compañero.

La relación se prolonga durante una o dos horas y cuando es necesario la pareja se inmoviliza y recurren a contracciones de sus órganos genitales. A través de la atracción sexual y la comunicación de los cuerpos (físico y astral) hay que llegar al almor o amor de las almas. La relación místico-sexual tántrica no es para desenergetizarse, sino bien al contrario para acumular preciosas energías tendentesa a la autorrealización. Entiéndase bien que nada en absoluto tiene que ver la sexualidad profana con este tipo de sexualidad sagrada, que se celebra en una dimensión de la mente bien distinta a la cotidiana. El Tantra es siempre una invitación al incremento de la consciencia, el crecimiento interior y la plenitud, siempre desde el desapego y previniendo la disipación.

Bien diferente es el genuíno Tantra a ese pseudotantra mostrado en insustanciales manuales de acrobacias sexuales o impartido desaprensivamente como pretexto para intercambios sexuales que no tienen porque ser pretextados y menos aún etiquetados como tántricos.

Ramiro Calle
Director del Centro de Yoga Shadak





miércoles, 20 de octubre de 2010

Nada es por Azar


  Nada es por azar, estamos todos conectados
Nada es por azar, ni nunca lo será, ya sea una serie de días en los que el cielo presente un azul inolvidable, los actos políticos más caóticos, el crecimiento de una gran ciudad, la estructura cristalina de una gema que nunca ha visto la luz, la distribución de riquezas, la hora en la que el lechero llama a nuestra puerta, la posición de un electrón...
Incluso los electrones, que se supone son los modelos de lo imprevisible, son pequeñas, graciosas y dóciles criaturas que se desplazan a la velocidad de la luz a los puntos en donde deben estar. Producen sonidos comparables a leves silbidos que una vez aprendidos en múltiples combinaciones resultan tan agradables como el viento que sopla en el bosque. Por otro lado, siempre hacen lo que se les ordena, y de este hecho no hay ninguna duda.
Y sin embargo existe una maravillosa anarquía en la hora en el que el lechero se levanta, el túnel que los roedores eligen para esconderse cuando el metro pasa y el punto en el que un copo de nieve va a caer. Pero, ¿a qué se debe todo esto? Si nada es por azar y todo se encuentra predeterminado, ¿cómo se entiende la existencia de una libre voluntad? La respuesta es muy sencilla. Nada viene predeterminado, está determinado o lo estuvo, o bien
lo estará. Todo sucede a la vez, en un preciso instante, y sin el invento del  tiempo no podemos comprender con una única ojeada el enorme y detallado lienzo que nos han regalado. Y en consecuencia, lo examinamos linealmente, trozo a trozo.
El tiempo sin embargo, puede llegar a superarse si lo contemplamos desde la perspectiva que nos ofrece una observación a cierta distancia. El universo está completo e inmóvil. Y todo lo que fue lo sigue siendo, y todo  lo que será es, y eso ocurre a pesar de sus múltiples combinaciones. Aunque al percibirlo nos imaginamos que se halla en movimiento y que aún está por terminar, no es así; está completo y es de una belleza exquisita.
Al final, todo elemento, por pequeño que sea, se encuentra atado y conectado a los demás. Todos los ríos van a parar al mar; aquellos que se alejan son conducidos a él; los que se han perdido son redimidos; los muertos vuelven a la vida; los días radiantes continúan, inmóviles y accesibles, y cuando todo esto se percibe de una forma en la que el tiempo no importa, entonces la justicia hace acto de presencia no como algo que va a ser, sino como algo que ya es.

Mark Helprin

martes, 19 de octubre de 2010

Abrazando al "miedo"


¿Cómo nos relacionamos con nuestros miedos?
El miedo proviene de la influencia de fuerzas de los subniveles más densos del nivel astral terrestre. Mientras el ser humano se mantiene polarizado en los planos materiales permanece susceptible a este sentimiento. Los miedos subconscientes son más numerosos que los conscientes y están directa o indirectamente vinculados al miedo a la muerte, a los apegos y a la incomprensión de la verdadera naturaleza del ser, que es inmortal.
Como el miedo deriva del envolvimiento con las fuerzas de la materia y sus ilusiones, el ser que está unido a su propia esencia nada teme.
La limitación de la conciencia al ámbito personal implica la idea de posesión, incluso la de poseer un cuerpo. Si ella silencia la voz de los apegos, de la curiosidad y de la posesión, nada tiene que temer. Sri Aurobindo dice que "el miedo y la ansiedad son formas pervertidas de la voluntad y podrían ser consideradas una invención de las fuerzas hostiles".

Claramente todos los miedos tienen un elemento de resistencia y una inclinación a huír del presente. Su dinámica no se diferencia de la de un fuerte deseo, excepto que el miedo empuja hacia atrás, hacia el último momento inmediato anterior de seguridad, mientras que el deseo empuja hacia delante, hacia la próxima posibilidad de satisfacción. Los dos carecen de presencia. Cada uno es una forma de apego, ya sea positivo: aferrándose, o negativo: huyendo. Ambos se aferran y nos condenan entrampándonos en una relación de escape/lucha con el objeto de atención que produce estos estados de conciencia.
Nuestra falta de voluntad para entrar enteramente en cada momento, sin juzgar o sin la necesidad de control, simplemente produce más miedo y resistencia.

Nosotros necesitamos explorar el momento en su despliegue, percibiendo su diseño y preferencias, su proceso y dinámicas. Nos sentimos más pequeños e inseguros cada vez que nos aferramos al objeto de nuestro miedo. Buscamos escapar por algún medio de tales estados aflictivos de la mente. Así perdemos nuestra oportunidad diaria de incrementar nuestra fortaleza al pasar por alto todos aquellos pequeños miedos y dudas, enojos simples de un día común que ignoramos, enterrando así aquello que podría liberarnos.
Podemos acceder, entrar, investigar en estos estados mentales. A través de la exploración de estos sentimientos, a menudo reprimidos, comienza nuestra comprensión y la capacidad de dejarlos ir.

Nuestra responsabilidad como seres humanos es ir más allá de la superficie, más allá de lo obvio y en donde encontremos miedo, no pegarnos a él, sino abrazarlo y decirle SÍ, traerlo a la luz y ver que está diciendo y transformarlo. Porque es la única razón por la que estamos aquí, para aprender a amarnos a nosotros mismos y la única forma de amarse es averiguar todo lo que está adentro de uno y abrazarlo...

No hay nada a lo que temer en el temor, entra en él. Comienza a relacionarte con él en lugar de desde él. No temas temer, ablanda, suaviza esta resistencia compulsiva. El miedo al miedo es la ignorancia del miedo. Sin dudas que el miedo crea disonancias en el cuerpo y en la mente, pero no repliegues tu atención. Quédate con él, observa cómo este estado mental que parece tan personal, despliega su impersonal dinamismo. Incluso el miedo que sostiene a la mente enjuiciadora no conoce a la persona que está a tu lado.

Como sea que percibas tu vida y cualquiera que sea tu experiencia humana, debes saber, sin la sombra de ninguna duda, que más allá de esta entera experiencia, hay AMOR, hay reposo, hay una protección infinita y están todos aquellos que pensaste que nunca volverías a ver. Que tu mundo es seguro, porque es ilusión, que no comienza con tu nacimiento, ni termina con tu muerte, esto es meramente una experiencia, un episodio si así lo prefieres, en el proceso del alma y no hay nada por lo que estar tenso, nada de qué inquietarse o preocuparse. Disfruta profundamente lo que sea que estés experimentando en tu vida, sabiendo que las dificultades son enseñanzas, y esto te va a permitir la libertad de explorarlas gozosamente.
"Sólo quién supera al miedo puede ver claramente la realidad "

¿Y cuál es la mejor manera de superarlo?
Asintiendo al mundo tal como es, con todo tal como es. Este es el gran paso. Quien es capaz de asentir a la muerte, de asentir a la enfermedad, a su propia suerte y a la de los demás, de asentir al final, al carácter efímero de este mundo, éste ha superado el miedo y gana claridad"

Las Flores de Bach y los miedos: 
Esencias Florales.- funcionan como la luz, mediante ondas energéticas. Se sabe que son capaces de transportar y ser transportadas por ondas luminosas y sonoras, y que tienen la peculiaridad de acudir a la zona del cuerpo o de la mente donde las necesitamos. El cuerpo físico es una consecuencia del espíritu, del estado de nuestra mente y nuestras emociones.   La flor te indica el punto correcto de tu energía, pero no te arrastra a él, eso es un acto de tu voluntad, o un aprendizaje hasta llegar a la voluntad, que las flores facilitan de manera especial.

Flores de bach para los miedos: Mimilus-Aspen-Rock Rose-Cherry Plum-Red Chestnut
El miedo es una situación de estrés que nuestro mecanismo de defensa hace saltar para ponernos en estado de alerta. Cuando un miedo es razonable, es llevadero, justificado, no es necesario tratarlo, ya que nos protege. Nos contiene para no hacer torpezas, nos salva del peligro. El MIEDO que hay que aprender a manejar y abrazar, es un miedo que nos desborda, nos paraliza, es injustificado o nos hace sufrir.  El empeño del Doctor Bach era crear un tipo de sanación sencillo y así lo hizo.
Miedoque nos hace sufrir=Enfermedad = Des-encuentro entre el mundo interno y el mundo externo, entre el Ser y el Ego, entre la Personalidad y el Alma. La enfermedad es la oposición entre lo que somos realmente y lo que creemos o queremos ser. Flor + Cambio de perspectivas = Curación

La enfermedad es nuestra aliada, nos obliga a ser sinceros con nosotros mismos.



lunes, 18 de octubre de 2010

¿Somos Libres?


 ¿Somos libres de “elegir” de entre varias alternativas, la mejor? “Tenemos” libertad pero no “somos” libres.

Dice Anthony de Mello que básicamente nos atan seis tipos de cadenas:
1) Lo que primero que nos impide ser libres radica en las malas experiencias del pasado. Esto es muy fácil de entender: una mujer que ha sido molestada sexualmente, tiene miedo de todos los hombres. Un hombre injustamente acusado y despedido del empleo corre riesgo de empañar su vida futura de amargura. De ahí, que lo primero que nos impide ser libres son las experiencias del pasado.
2) Otra cadena que nos ata son las buenas experiencias del pasado. Es el peligro de la añoranza que dirige su presente.
3) La ansiedad y el miedo al futuro es otra celda. Ello crea resistencia.
4) Otra cadena tiene que ver con el futuro: la ambición. Tener aspiraciones es maravilloso. Pero estar esclavizado por la ambición es terrible. Las personas esclavizadas por la ambición apenas viven. Es lo que también se conoce como el apego al resultado.
5) La cadena siguiente es el apego a las cosas presentes. Queremos poseer cosas, personas y no separarnos nunca de ellas. Nos volvemos dependientes y perdemos libertad, y frecuentemente tampoco dejamos que esas personas sean libres.
6) Y por último la que Mello considera la peor de las tiranías: la prisión del ego.
Explica Roberto Pérez, que una persona es libre cuando su elección y dedicación está en orden a su plenitud personal. Así, si bebo de más, fumo, o me drogo porque soy “libre”, afecto mi salud, y ya no soy libre. Si conduzco a alta velocidad, sin que pueda controlar el auto, pongo en riesgo mi vida y me hago esclavo de la velocidad. Si un funcionario decide algo que va en contra del bien común o en contra de lo que debe hacer, por acción u omisión, está preso de su “poder”, de su ego y de su ambición.

Muchos jóvenes, vulnerables en sus búsquedas, caen en la masificación y esclavitud por ejemplo de las marcas, y su opinión, presa del desinterés. Y si a alguno del grupo se le ocurre pensar distinto a los demás, y no lo expresa por temor a la desaprobación, es otra persona sin libertad.
El individualismo y el egoísmo son cadenas de nuestra naturaleza como seres humanos. En el primer caso la libertad no está en función a la unidad, y en el segundo no lo está en favor de la generosidad. Y, si la verdad nos hace libres, la mentira cotidiana encarcela a muchos.
¿Somos realmente libres?
Lo que llamamos “libertad” en los albores del siglo 21 parece ser sólo una túnica debajo de la cual se esconde el ser humano encadenado; una esclavitud que no se ve con los ojos, y que es tan silenciosa como perversa.
Al decir de Roberto Pérez, dos serán los caminos obligados: la educación (que no es la instrucción de los colegios ni entrenamiento de las academias, sino formación para la trasformación). Y la espiritualidad (que no es religión, sino un camino hacia el interior).
Dice Mello que espiritualidad “es estar despierto. Es nunca estar a merced de acontecimientos, cosa o persona alguna. Es haber hallado la mina de diamantes “dentro” suyo”.
Con meridiana lucidez nos explica Deepak Chopra, que cada uno de nosotros es un “ser” humano; no un “hacer” humano ni un “tener” humano. La libertad del “ser” humano es parte de la transformación que estamos viviendo.
La libertad es poder sentir y expresar el YO SOY. Es vivir desde la Conciencia y no desde el ego.
La libertad es saberse amo de la mente, y no su sirviente. Quien se sabe libre no se identifica con lo que le pasa o no le pasa en el ámbito de las formas. Sabe que no es lo que le pasa, ni lo que tiene, ni es sus creencias limitadoras ni hábitos; él es sólo el observador. Sin apegos, ni rótulos o juicios. Se sabe el soñador, y no el sueño, ni su personalidad, ni su cuerpo. Sabe que está en este mundo, pero que no es de aquí.
Quien es libre vive desde el amor porque sabe que esa frecuencia es la vibración del Poder que naturalmente le ha sido adjudicado. Y desde el amor se sabe creador de su realidad y de las de los demás. No espera resultados. Busca la abundancia en su corazón, la sabe ver en todo y todos, y la siembra o ayuda a sembrarla para el bien de los demás.
Libre es quien sabe que la alegría proviene de su interior. Le es innata, y la proyecta a lo que hace o tiene, y no al revés. Entonces sabe que su alegría ya no depende de nada. Y sólo ES. Es gota, y es océano a la vez. Es libre quien se permite, porque sólo así experimenta. Quien está alerta y atento porque sabe que siempre pasa algo. Tiene valor, audacia y no duda. Es libre quien logró despegarse de su pasado, y no depender de su futuro, y sabe que sólo existe este ahora, y que lo vive como tal. Es libre quien acepta cada situación como si la hubiera elegido (sabiendo que de hecho es así). Quien es libre sabe que no está solo, que nada lo hace por si mismo, que nada es casualidad. Sabe que hay un Plan Mayor, del cual es únicamente un canal. Es libre quien agradece y sabe el valor de sus palabras. Sabe que la muerte no es el final, sino otro principio, porque la vida es eterna.

Ser libre es experimentar la dicha y el gozo de todo esto.

Donca (Texto adaptado)


jueves, 14 de octubre de 2010

Observar...

Sobre la Observación
Para observar el movimiento verdadero de nuestra existencia, no debe existir un observador, sino sólo la observación.
El proceso de combatir algo sólo alimenta y fortalece aquello contra lo que luchamos.
La no acción consiste en observar sin actuar sobre lo observado. Entonces esa observación misma produce una transformación radical en aquello que observamos. Que no requiere esfuerzo alguno.
Lo que sí resuelve un problema totalmente es poder observarlo sin el observador, que es la experiencia pasada, el recuerdo, el conocimiento; simplemente observarlo, con eso descubriremos qué es el dolor y si la mente humana puede liberarse alguna vez de él.
Las ideas no transforman radicalmente al ser humano: Podrán traer revoluciones superficiales...Se deben observar las cosas tal cual son, y en el hecho de comprender las cosas tal cual son, hay una transformación: Saber que soy codicioso y no buscar excusas ni condenarlos, sin idealizar su opuesto diciendo :"No debo de ser codicioso"; saber simplemente que soy codicioso es ya el comienzo de la transformación.

 J.Krishnamurti

miércoles, 13 de octubre de 2010

Practica la Meditación


Video para disfrutar y meditar
 
"SOMOS LOS ÚNICOS SERES DE LA TIERRA QUE PODEMOS CAMBIAR NUESTRA BIOLOGÍA POR LO QUE PENSAMOS Y SENTIMOS"
Deepak Chopra

 
¿QUÉ PRODUCE LA MEDITACIÓN?

“La memoria de la perfección no se puede perder, sólo se puede ensombrecer. Todo lo que tenemos que hacer es recordar. La inteligencia interior del cuerpo es el genio máximo y supremo de la naturaleza. Refleja la sabiduría del cosmos. Este genio habita en nuestro interior, forma parte de un retrato interior que no puede borrarse”.Chopra

La práctica de la meditación quita nuestra atención del plano perturbado de la mente y del mundo distorsionado de los objetos para llevarnos al silencio y la paz del espíritu. De este contacto reiterado con nuestra esencia vamos trayendo a nuestras vidas cotidianas las cualidades de ese estado: aparece el observador, el experimentador que ya no va a estar sobrepasado por las emociones, las situaciones o hechos de la vida sino que puede quedar en calma, no importa lo que esté ocurriendo fuera o ni siquiera dentro nuestro.
Nuestro cuerpo y nuestra mente se encuentran en permanente cambio. Ambos son experiencias limitadas en tiempo y espacio. Pero quien tiene la experiencia está más allá del tiempo y del espacio.
La ciencia puede medir la duración de un pensamiento pero no puede decirnos quién lo produce ni de dónde viene. No puede encontrarse al espíritu ni en el cuerpo ni en la mente ya que no está ni en la energía ni en la materia sino en los espacios de silencio entre los pensamientos.
Allí nos conduce la meditación. Utilizamos eso espacios entre los pensamientos o “brechas” como puerta hacia el contacto con nuestra esencia que es un “campo de infinitas posibilidades” ya que todo lo que existe proviene de allí.

Estando allí, en el presente total, podemos traer a a nuestra vida lo que queramos. Nuestros deseos se irán cumpliendo en la medida que vamos cambiando nuestra conciencia y moviéndonos a estados más elevados del ser.

Existen muchas formas de meditar. En las técnicas mas avanzadas se utilizan “Mantras” que son sonidos cuya repetición en silencio, en nuestra mente, producen una cierta vibración a nivel energético, que nos va conectando, con el tiempo y la regularidad en la práctica, con esos más elevados estados de conciencia.

Como dice el Dr. Deepak Chopra, cuando meditamos “accedemos a la infinita reserva del conocimiento, realidad máxima de la creación. Tenemos la experiencia de quienes somos realmente: conciencia pura, sin límites. Cuando experimentamos quienes somos en realidad, recuperamos la memoria del todo, o sea la salud de nuestra vida”.

Siempre que nos permitamos estar silenciosos, podemos experimentar al espíritu.

La meditación es la vía más confiable y directa para entrar en contacto con nuestra esencia.

El espíritu está en todo, está siempre presente, siempre esperando. Es al mismo tiempo el observador, el proceso de observación y lo observado.

Graciela Fayt

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