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martes, 29 de octubre de 2013

AFINA TU INSTRUMENTO


 
EL CUERPO: UN INSTRUMENTO MUSICAL
Un cuerpo que no reproduce los patrones estéticos originales es un cuerpo que no es una caja de resonancia y por lo tanto, es un cuerpo disonante y ello tiene sus consecuencias energéticas, emocionales, mentales y en consecuencia será un cuerpo enfermo. Es menester afinar nuestro cuerpo para que la música que de él sale sea armoniosa; algunos lo intentan con el alimento, con la meditación, con la observación del pensamiento para que sea coherente con la acción y todo ello está bien, pero estamos dejando de lado la afinación del instrumento simplemente por ignorancia, porque hemos llegado a creer que eso solo le corresponde a los músicos, lo cual quiere decir, que hemos dejado de ser artistas, co-creadores, sencillamente porque se nos olvidó el Patrón de Ley de la Creación y ahora nos damos el lujo de desdeñar de ello, de no darle importancia a lo esencial por estar con la atención puesta en lo urgente –emocional o físico- que por lo mismo suele ser lo superficial. Así, por considerar culturalmente que la estética y la música es para unos pocos, relegamos nuestro instrumento principal que es el cuerpo para que la sociedad de consumo lo afine a su criterio y claro, así ha sido, ahora estamos tan sordos como un tambor de cemento y los que medio se interesan por estos asuntos, creen que los instrumentos de la sinfónica se pueden afinar a partir de cualquier diapasón, lo cual es cierto si se trata de divertir a los sentidos, pero cuando se trata de que la música sea una opción sanadora, auto-regulante y sintonizadora de todo cuanto se ha desarmonizado, entonces esa actitud no es válida; será menester que nuestros músicos de oficio recuerden la importancia de afinar nuevamente los instrumentos musicales a partir de la nota del Tzol que nos regula la vida, es decir del Do de 512 hertz, o de su correspondiente nota “LA” de la escala inmediatamente inferior, con vibración de 432 hertz (512 x 54/64)*.
 
Guillermo Hernández

viernes, 25 de octubre de 2013

CONFIANZA

"LA INTELIGENCIA ES EL INTELECTO EN ARMONÍA CON TU CORAZÓN"  OSHO

 

 

EL CAMINO DE LA CONFIANZA


La confianza es la mayor inteligencia. ¿Por qué no confían las personas? Porque no confían en su inteligencia. Tienen miedo, tienen miedo de ser engañados. Tienen miedo; por eso dudan. La duda surge del miedo. La duda surge de una especie de inseguridad en tu propia inteligencia. No estás tan seguro como para confiar y actuar desde la confianza. La confianza precisa de una gran inteligencia, coraje, integridad. Para poder entrar, necesita que haya un gran corazón. Si no eres demasiado inteligente, te proteges con la duda.
Si eres inteligente estás preparado para penetrar en lo desconocido, porque sabes que, aunque desaparezca todo el mundo conocido y estés en lo desconocido, serás capaz de instalarte ahí. Confías en tu inteligencia. La duda está en guardia; la inteligencia se mantiene abierta porque sabe que «pase lo que pase, será capaz de aceptar el desafío, será capaz de responder de una forma adecuada». La mente mediocre no tiene esa confianza en sí misma. El conocimiento es mediocre.
Estar en un estado de no—saber es inteligencia, es atención, y no es acumulativo. Todo lo que sucede en cada momento, desaparece y no deja rastro, no deja un rastro existencial. Vuelves a encontrarte en estado puro, vuelves a ser inocente, vuelves a ser un niño.
No intentes comprender la vida. ¡Vívela! No intentes comprender el amor. Instálate en el amor. Entonces sabrás, y ese saber surgirá de tu experiencia. Ese saber no destruirá el misterio: cuanto más sepas, más sabrás que queda mucho por saber.
La vida no es un problema. Si la consideras un problema estás dando un paso equivocado. La vida es un misterio que tienes que vivir, amar, experimentar.
En realidad, la mente que busca explicaciones es una mente miedosa. Debido a este miedo, quiere buscar explicaciones a todo. No puede hacer nada si no se lo han explicado antes. Gracias a las explicaciones, siente que es un terreno familiar, conoce la zona, y ahora se puede mover con el mapa, la guía y el programa. No está dispuesta a adentrarse en un terreno desconocido, inexplorado, sin tener un mapa, sin tener una guía. Pero la vida es así, y no puede haber un mapa porque la vida va cambiando. Todos los momentos son ahora. No hay nada viejo bajo el sol, y créeme, todo es nuevo. Hay un tremendo dinamismo, un movimiento absoluto. Sólo el cambio es permanente, lo único que no cambia es el cambio.
El resto siempre cambia, por eso no puedes tener un mapa; cuando consigas tener el mapa listo ya estará anticuado. Cuando esté disponible el mapa ya será inútil, la vida habrá cambiado de trayectoria. La vida habrá empezado a jugar otro juego. En la vida no puedes arreglártelas con un mapa, porque no es mensurable; en la vida no puedes arreglártelas consultando una guía, porque las guías sólo existen cuando las cosas están estancadas. La vida no está estancada, es dinámica, es un proceso. No puedes hacer un mapa de la vida. No es mensurable, es un misterio inconmensurable. No busques explicaciones.
Y esto es lo que llamo madurez mental: cuando alguien llega a un punto en el que mira la vida sin hacer preguntas, y se sumerge en ella con coraje y sin miedo.
La gente ha «cultivado» la confianza. La confianza se ha convertido en una creencia y no en una experiencia. Se les ha enseñado a creer, no se les ha enseñado a saber; en esto se ha equivocado la humanidad.
No creas nunca. Si no puedes confiar es mejor que dudes, porque a través de la duda, antes o después, podrá surgir la posibilidad de la confianza. No puedes vivir eternamente con la duda. La duda es una enfermedad; es una dolencia. Si dudas nunca estarás satisfecho; si dudas siempre tendrás miedo, si dudas siempre estarás angustiado, dividido e indeciso. Si dudas estarás viviendo una pesadilla. De modo que algún día empezarás a intentar salir de ella.
Te han enseñado a creer desde la infancia, han condicionado la mente de todo el mundo para creer: creer en Dios, creer en el alma, creer en esto y aquello. La creencia te ha calado hasta los huesos y la sangre, sin embargo, sigue siendo una creencia, no has sabido. Y, no te liberarás a menos que sepas. El conocimiento libera, sólo el conocimiento. Todas las creencias son prestadas; te han sido dadas por otros, no son tus flores. ¿Cómo es posible que algo prestado te conduzca a la realidad, la realidad absoluta? Olvídate de todo lo que has tomado de los demás. Es mejor ser un mendigo que ser rico, no rico a costa de tu ahorro, sino a costa de lo que has robado; rico a costa de lo que te han prestado, rico a costa de la tradición, rico a costa de la herencia. No, es mejor ser un mendigo pero estar por tu cuenta. Esa pobreza tiene riqueza en su interior porque es auténtica, y la riqueza de tu creencia es muy pobre. Las creencias nunca pueden calar demasiado hondo; permanecen a flor de piel. Si rascas un poco, aparecerá la incredulidad.
 
Recuerda que hay una gran diferencia entre confianza y creencia. La confianza es personal; la creencia es social. Tienes que desarrollar la confianza; seas lo que seas, puedes seguir creyendo, y pueden imponerte creencias. Abandona las creencias. Tendrás miedo, porque cuando abandonas las creencias, surge la duda. Cada creencia obliga a la duda a esconderse en alguna parte, reprime las dudas. No te preocupes por eso, deja que surjan dudas. Todo el mundo tiene que pasar por la noche oscura antes de que llegue el amanecer. Todo el mundo tiene que pasar por la duda. El camino es largo, la noche es oscura. Pero, cuando llega el día después de un largo viaje y una noche oscura, entonces, sabrás que ha valido la pena. La confianza no se puede «cultivar», no intentes cultivarla nunca; esto es lo que toda la humanidad ha estado haciendo. La confianza cultivada se convierte en creencia. Descubre la confianza dentro de ti mismo, no la cultives. Profundiza más en tu ser, ve hasta el centro de tu ser y descúbrela.
PARA INVESTIGAR ES PRECISO QUE HAYA CONFIANZA porque vas a adentrarte en lo desconocido. Es preciso que haya una enorme confianza y coraje, porque vas a alejarte de lo convencional y lo tradicional, vas a alejarte de la multitud. Vas a sumergirte en mar abierto sin saber si existe la otra orilla.
No podría mandarte a hacer esta investigación sin prepararte para confiar. Parecerá contradictorio, pero ¿qué puedo hacer? La vida es así. Sólo una persona que tenga una gran confianza será capaz de tener grandes dudas, de investigar algo así.
Una persona que tiene poca confianza dudará poco. La persona que no tiene confianza sólo finge que duda. No puede investigar en profundidad. La profundidad llega con la confianza, y hay que tomar algún riesgo.
Antes de mandarte al mar desconocido, tengo que prepararte para ese enorme viaje en el que tienes que ir solo, pero puedo acompañarte hasta el barco. Antes, tendrás que conocer la belleza de la confianza, el éxtasis del camino del corazón, para que cuando estés en el mar abierto de la realidad tengas bastante coraje para continuar. Pase lo que pase, tendrás confianza en ti mismo.
Imagínatelo: ¿cómo puedes confiar en nada o en nadie si no confías en ti mismo? Es imposible. Si dudas de ti, ¿cómo vas a confiar? Tú eres el que tiene que confiar, pero si no confías en ti, ¿cómo vas a confiar en la confianza' Es absolutamente necesario que el corazón se abra antes de que el Intelecto se transforme en inteligencia. Ésta es la diferencia entre intelecto e inteligencia.
La inteligencia es el intelecto en armonía con tu corazón.
El corazón sabe cómo confiar. El intelecto sabe cómo buscar e indagar.

Osho

martes, 22 de octubre de 2013

ORDEN

 
“No podremos tener paz en la tierra si estamos divididos de manera nacionalista”
Queremos un orden externo en el mundo, en lo político, en lo religioso, en lo económico, en lo social, en nuestras relaciones mutuas; queremos orden, queremos cierta clase de paz, cierta clase de comprensión. Pero sólo si psicológicamente, internamente, hay orden, ausencia de conflicto, de contradicción, sólo si ese estado de conciencia es sereno, estable, claro, podremos producir orden en el mundo. Lo que ahora intentamos hacer es crear orden legislativamente.
Sin orden interno, sin orden dentro de la conciencia que se halla en confusión, en contradicción, sin generar orden internamente, psicológicamente, no hay posibilidad alguna que tengamos orden en lo externo. Y la crisis está ahí. Nosotros pensamos que la crisis es nacional, económica, social, etc. La crisis no está afuera, la crisis es realmente interna. Y estamos poco dispuestos a encargarnos de eso.
Tú dependes de alguien a quien le dices: Por favor, ayúdame a librarme de mi soberbia. En nuestras relaciones de los unos con los otros todos vemos nuestra soberbia; en nuestras relaciones con los demás me observo a mí mismo. En esta observación descubro que soy soberbio en nuestra relación. De manera que no dependo de ti para que me señales mi soberbia. Ya soy consciente de ella. Nadie puede dar a otro la intensidad, el sentimiento de la belleza; entonces, no puedo contar con nadie. ¿Entiendes? Entonces, tengo que trabajar para descubrir.
Cuando descarto la tradición en la que he sido educado, o sea, el depender de alguien; cuando he descartado eso, tengo que trabajar en ello o estoy perdido. Una de dos: si descarto eso, ya tengo el sentimiento de energía, de intensidad. Entonces, no dependo de nadie.
¿Por qué los seres humanos, aún cuando poseen conocimientos extraordinarios, no están dispuestos a cambiar? ¿Por qué? ¿Es que encuentran seguridad en el hábito, en el patrón del pensamiento?

J. Krishnamurti

jueves, 17 de octubre de 2013

Que Importante es "La Palabra"

 
 
Qué importante es saber expresar, saber decir lo que uno siente, lo que uno necesita, lo que uno piensa, lo que uno quiere. Encontrar las palabras, medirlas, tener en cuenta, cuando la situación lo requiere, la manera de ser y circunstancias de la persona que nos escucha. También el gesto que acompaña lo dicho, el tono de nuestra voz, la mirada, la elección delicada de las palabras, los silencios necesarios que dan fondo y textura a la voz.
Las palabras son el vehículo de contacto de nuestra alma con la realidad. Gracias a ellas tomamos conciencia y simbolizamos lo vivido. Las palabras nos brindan además la posibilidad de significar toda experiencia, desde lo aparentemente banal hasta lo trascendente: las palabras nos ayudan a dar un sentido a la vida.
Gracias a las palabras percibimos las diferencias, los contrastes y nos acercamos al mundo. Con ellas creamos y exploramos universos reales e imaginarios. Son puente y camino para conocer y reconocer al ser próximo, descubrir sus matices, su humanidad y, cómo no, son también el vehículo para llegar hasta nosotros mismos. Paradójicamente también las palabras nos ayudan a tomar distancia, a ganar perspectiva, a desahogarnos. Nos permiten acercarnos y alejarnos, gestionar distancias, entregarnos o partir.
“La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”, dejó escrito Michel de Montaigne. Las palabras nos pertenecen a ambas partes en diálogo cuando éste es sincero, cuando la escucha es atenta, cuando hay voluntad de encuentro. En ellas nos encontramos y por eso nos unen, nos llevan al intercambio, a la relación, al encuentro y así es como nos hacen ver, sentir y crecer.
Existen palabras que condensan experiencias, sentimientos, anhelos, incluso una vida: el nombre de la persona amada, el de los lugares de nuestra infancia, la canción que evoca el recuerdo, la poesía que siempre nos acompaña, la voz de nuestros afectos. En ocasiones, al escuchar palabras como hijo, amigo, padre, madre o especialmente el nombre propio del ser amado, se evoca y recrea un universo de recuerdos y emociones a veces más rico e intenso que la propia realidad cotidiana.
Hay palabras sencillas, inmediatas, adecuadas, amables, que son un regalo. Expresadas desde la espontaneidad, un “adiós”, un “gracias”, un “por favor”, un “te quiero” pueden iluminar un momento, y en según qué circunstancias, ser el recuerdo que da también sentido a una vida.
A menudo, una voz amable y sincera es mucho más terapéutica que cualquier medicamento. Un gesto y una voz adecuada pueden cambiarnos el humor en un instante. La palabra nos lleva a la risa, a la alegría, a la ternura y al humor desde lo más inesperado. La palabra sorprende, conmueve, enternece y emociona.
Pero lo más milagroso que sucede con las palabras, es que nos pueden curar. Con la palabra podemos hacer nuestra alquimia interior: aliviar dolores, lidiar con nuestras dudas, rabias y culpas, concluir duelos, sanar heridas, convencer miedos, soltar yugos, terminar quizás con esclavitudes interiores y exteriores: liberar y liberarnos.
Precisamente porque es sumamente obvio, a menudo el siguiente principio acaba siendo obviado: podemos elegir en cada instante nuestras palabras para relacionarnos con los demás, incluso para relacionarnos con nosotros mismos, para construir la realidad con el otro y para crear nuestra propia realidad.
Elegir las palabras adecuadas en cada momento es un ejercicio que puede transformarnos la existencia o abrirnos la puerta a escenarios interiores y exteriores que jamás hubiéramos imaginado.
Alex Rovira

miércoles, 16 de octubre de 2013

Miedo


Pregunta: ¿Es el miedo una parte fundamental de la vida, de modo que el comprenderlo, en el mejor de los casos nos capacita tan sólo para aceptarlo? ¿O es algo que puede transmutarse en alguna otra cosa? ¿O, acaso, es algo que puede ser totalmente eliminado?
A menudo parece que uno es capaz de rastrear la causa de un temor en particular; sin embargo, el temor continúa en otras formas.


Casi todos nosotros procuramos escapar del sufrimiento por medio de ilusiones, definiciones lógicas y conclusiones, y así la mente se embota poco a poco tornándose incapaz de percibirse a sí misma. Sólo cuando la mente se percibe tal como es —como su propia voluntad, con sus numerosas capas de ignorancia, miedo, deseo e ilusión—, cuando discierne cómo el proceso del "yo" se perpetúa a causa de sus propias actividades volitivas, sólo entonces hay posibilidad de  que este proceso se termine de manera espontánea. Al darse cuenta la mente de que es ella misma la que crea dolor perpetuando el proceso del "yo", y de que ella es dicho proceso, hay un cambio de voluntad, un cambio de conciencia. La terminación del proceso del "yo" es el principio de la sabiduría, de la bienaventuranza.
Donde hay deseo o temor éstos obran como el combustible sobre la llama: sólo alimentan el proceso del "yo". La comprensión de este proceso exige una gran percepción alerta y no el esfuerzo de la opción o de la disciplina.
El miedo existirá en diferentes formas, groseras o sutiles, mientras subsista será un proceso autónomo de la ignorancia engendrado por las actividades del deseo. Uno puede eliminar totalmente el miedo, no es una parte fundamental de la vida. Si hay miedo no puede haber inteligencia, y para despertar la inteligencia uno debe comprender plenamente el proceso del "yo" en la acción. El miedo no puede transmutarse en amor.
Debe permanecer siempre como miedo, aun cuando tratemos de razonarlo o de disimularlo llamándolo amor.
Tampoco puede ser entendido como una parte fundamental de la vida a fin de que podamos soportarlo. Ustedes no descubrirán la causa profunda del miedo, si se limitan a analizar cada temor a medida que aparece. Hay una sola causa fundamental del miedo, aunque éste pueda expresarse de diferentes formas. Mediante la mera disección de estas diversas formas del miedo, el pensamiento no puede liberarse de la causa fundamental.
Cuando la mente no acepta ni rechaza el miedo, cuando no escapa de él ni trata de transmutarlo, sólo entonces hay posibilidad de que el miedo llegue a su fin. Cuando la mente no se halla presa en el conflicto de los opuestos, es capaz de discernir, sin opción alguna, todo el proceso del "yo". En tanto este proceso continúe, tiene Que haber miedo, y el intento de escapar de él, sólo incrementa y refuerza el Proceso. Si uno quiere liberarse del miedo, debe comprender plenamente la acción nacida del deseo.

J. Krishnamurti

jueves, 10 de octubre de 2013

Mirada Interior

«Como el árbol se juzga por sus frutos, si los frutos cambian el árbol también. Por lo tanto, podemos cambiar nuestro pasado, entenderlo mejor. Nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos sufren su desgracia en nuestro interior; si nosotros nos realizamos, nuestros antepasados, en nosotros, van a realizarse y se unirán a nuestro nivel de conciencia.» Alejandro Jodorowsky
 
 
 
 Desde nuestra más tierna infancia nos hemos habituado a reprimirnos, fundamentalmente para evitar el rechazo del entorno.
Aprendemos que hay que controlar nuestras emociones, estrangular nuestra espontaneidad, con el fin de estar «integrados», no diferenciarnos, para ser apreciados. Y así, agazapados, va disipándose la posibilidad de aplicar nuestra inmensa fuerza. En un momento dado, consideramos normal vivir obviando nuestros valores y talentos y nuestra capacidad para decidir, que, de tanto esconderla, creemos no tener. Sin embargo, es posible recuperar la ilusión, brillar tras reconocer la luz que poseemos, e iluminar con ella a quienes también la están buscando. Cada vez hay más personas decididas a saber lo que encierran y lo que pueden ofrecer. Y no hay otro secreto para el despertar de la humanidad, en su conjunto, que el despertar de cada uno de los seres humanos que la constituímos.
Lo ideal sería sentir nuestras inmensas posibilidades desde los primeros pasos de nuestra vida y mantener la pureza y la fuerza con la que partimos. Para ello, es determinante la labor y el ejemplo de las personas con las que vamos avanzando. Pero, desde luego, lo que sí está en nuestra mano es resurgir y llegar a ser lo que deseamos, cuando lo que nos sucede no nos satisface y ya depende de nuestras elecciones.
Será necesario,que conozcamos de dónde proceden los frenos que nos paralizan y que se desvanezcan algunas de las ideas que creíamos que nos sostenían: aprender a pensar de otro modo, sentir intensamente y emocionarnos.
La alegría de vivir depende más de nuestra interioridad y del concepto que tengamos de nosotros mismos que de lo que tiene lugar fuera, así que la valentía de mirarnos interiormente y transformar lo que nos impide avanzar nos devolverá el precioso regalo de ver cumplidas nuestras expectativas.
Concha Barbero de Dompablo ( del libro: "El don de vivir como uno quiere")
 

martes, 8 de octubre de 2013

" Cuando hacemos silencio dejamos que el Amor se cuele entre nuestras memorias, entre todos los pedacitos. Aquí está el bueno, allá está el malo, pero uniéndolos está la energía del Amor." J. Bevione



Cuando vemos una rueda girar, parece estar toda en movimiento, pero hay un punto en el centro que aún girando, no cambia de lugar, ese es su eje.
La mente es como una rueda que anda y anda. ¡pero debemos encontrar el eje si no queremos marearnos! Es de ese eje donde nos vamos cuando la mente nos gana. Estamos en todos los movimientos de la rueda pero nos fuimos del centro.

Y allí comienza la dualidad: estamos aquí, pero queremos estar allá.  Vamos del gusto al disgusto en minutos.  Estamos en acción, pero no estamos en paz.
En cambio, cuando estamos en silencio, podemos volver al centro sin importar lo que esté ocurriendo alrededor. La mente se pasea, pero nosotros estamos en el centro. Y allí es donde está la paz.

Julio Bevione ( Libro: Silencio-Vivir en el espíritu)

martes, 1 de octubre de 2013

Aprender a Soltar



El mundo en un grano de Arena...el Cielo en una flor Silvestre

Si algo debemos aprender, es a soltar, a dejar ir, a saber decir adiós.

Pero más fácil es aprender a soltar cuanto más nos entregamos a lo vivido, cuando no dejamos asunto pendiente, palabra por decir, anhelo por ensayar y para aprender....

Quizás pocos como William Blake supieron, a través de las palabras, expresar el misterio del vivir en profundidad y sin apego:

"Para ver el mundo en un grano de arena,
y el Cielo en una flor silvestre,
abarca el infinito en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora.

Aquél que se liga a una alegría
hace esfumar el fluir de la vida;
aquél quien besa la joya cuando ésta cruza su camino
vive en el amanecer de la eternidad."

Así, la vida en cada instante se revela como esa joya besada que cruza nuestro camino, una joya no material, el regalo de las cosas bellas y sencillas de esta vida que dan sentido a la misma. 

Sí, vivir sin amarrarnos a lo que nos es brindado, siendo depositarios más que propietarios, receptores de regalos efímeros imposibles de atrapar y así darnos cuenta que el mundo está en un grano de arena y el Cielo en una flor silvestre.


Alex Rovira

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