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lunes, 23 de junio de 2014

Analfabetismo Emocional y Anestesia Emocional

 
  
 
Desensibilización y Analfabetismo Emocional
 
Por diferentes medios me ha llegado un "querer saber  más" sobre el analfabetismo emocional y cómo diferentes personas van registrando su recorte de experiencia emocional por un lado, y el despertar de nuevas emociones, por otro. Es un invaluable camino que lo comparo a la experiencia de que por fin te ponen los lentes indicados para tus ojos y miras a través de esos nuevos cristales, percibiendo las formas y colores de cuanto te rodea, con mayor nitidez y colorido.

Y valga la aclaración, éste aumento de percepción no va dirigido solamente a lo bonito, hermoso, agradable, sino a TODO. Las emociones son cual arcoiris en su abanico cromático, y recordemos que aún las que no nos "gustan" por ser incómodas y/o desagradables en su tránsito, todas y cada una de ellas nos son útiles, poseen su función y, si me permiten decirlo, nos humanizan: nos podemos conectar más con los otros y con nosotros mismos, comprender, aumento de empatía, compasión, etc.

Para lograr ir saliendo del analfabetismo emocional, ir puliendo el mismo e ir ampliando nuestro abecedario en las emociones, tenemos que tener en cuenta en algún momento del camino si estamos anestesiados a alguna emoción. La anestesia emocional está íntimamente vinculada al analfabetismo emocional, mas no son lo mismo.

Les recuerdo lo que significa la última: El analfabetismo emocional no significa que la persona no sienta las emociones, sino que no puede nombrarlas; no posee un registro que unifique lo que siente con la conciencia, y por ende con la expresión verbal; aparece un escaso darse cuenta de qué es lo que siente. Esto conlleva también a una pobre expresividad emocional, lo cual incide en los vínculos. Además, su registro emocional puede ser muy recortado, nombrando varias emociones, de muy diferente cualidad, con el mismo nombre (ej: conmoverse / estar triste; celos / envidia).

En la anestesia emocional, la persona no siente la emoción; en Gestalt lo denominamos Desensibilización. No hay un sentir concreto, de ahí que utilizo el término anestesia, pues nos ofrece con claridad lo que acontece. A la persona le "pasan cosas adentro", existe una emoción específica generada por una situación externa o interna (pensamientos, imágenes, por ejemplo), pero si alguien le pregunta qué siente en ese instante, la respuesta es NADA, no siente nada.

Al igual que una zona anestesiada del cuerpo donde sí pasa algo, mas no sentimos nada por efecto de la misma, así puede ocurrir con las emociones. Una persona puede dejar de sentir enojo, para preservar cierto vínculo por ejemplo; le pasan situaciones claras generadoras de enojo (incluso las detecta con facilidad en otros) mas su sentir es NADA. Otro ejemplo es una persona que ante los halagos o reconocimiento de algún tipo, puede entender que le pasa algo agradable, mas no siente NADA.

No solamente podemos tener anestesiada una emoción como el enojo o el miedo, sino también la alegría o la afectividad. ¡Cuánto nos perdemos! No registramos una cantidad de herramientas disponibles que poseemos a causa de esta anestesia.

Desde Gestalt, la paulatina sensibilización es la "receta" .  Para empezar podemos ir viéndonos en qué situaciones mentalmente podemos darnos cuenta que son importantes (la importancia es totalmente subjetiva, para cada persona), mas si nos consultamos adentro un minuto, nos encontramos con que no sentimos nada.
El siguiente paso es estar atento/a a una y otra situación similar adonde registraste tu "nada" y permanecer en contacto interno, respira y permanece, para ir abriendo tu registro de sensaciones (corporales): ¿qué te pasa en ese momento?; poco a poco irás afinando tu sentir y añadiendo más datos sensibles. La "nada" ya deja de existir, la anestesia va desapareciendo gradualmente.

Aida Bello Canto

martes, 17 de junio de 2014

Alcance de la Meditación

 
 
EL ALCANCE DE LA MEDITACIÓN
 
Aunque el propósito firme de transformación y mejoramiento es importante, no basta; aunque el anhelo de cambio interior y acre­centamiento de la conciencia es un primer paso, no es suficiente. Es necesario un ejercitamiento, un método, lo que los maestros in­dios llaman un sadhana o entrenamiento interior. Es necesario po­ner unas condiciones para la mutación de la mente, generar unas actitudes que hagan posible el cambio interior, adiestrar un com­portamiento mental diferente y que posibilite una perceptividad distinta. Ese ejercitamiento es la meditación, que apunta de modo directo al órgano psicomental y que comporta una especialísima gimnasia para ir desarrollando y subyugando las potencias de la mente, esclareciendo su contenido, purificando su discernimiento y haciendo posible una visión liberadora.
La meditación tiene una antigüedad de seis mil años y es básica­mente una técnica de interiorización para abrir la mente a otras rea­lidades y recuperar la armonía interior. El alcance de la meditación es extraordinario. No sólo afecta positiva y saludablemente a la mente, sino también a las energías, al cuerpo y al comportamiento. Ha sido utilizada por todos los sistemas de autorrealización como la práctica más fiable y segura, capaz de producir profundas modificaciones en la psiquis. Está al alcance de cualquier persona y, des­de luego, es el método de preferencia para recobrar la mente sana. La meditación ejercitada seria y asiduamente hace posible:
— La modificación de la actitud mental.
— La supresión de las modificaciones mentales y el acercamien­to al ángulo de quietud.
— La captación de otras realidades.
— El cultivo armónico y gradual de la atención.
— La purificación del contenido mental.
— El alertamiento de la perceptividad.
— El establecimiento en la firme ecuanimidad.
— La sincronización del cuerpo y de la mente y el equilibrio psicosomático.
— El debilitamiento del ego.
— El desencadenamiento de la visión pura.
— El acoplamiento con la realidad momentánea.
— El libre flujo de energías.
— La relajación profunda del cuerpo, su bienestar y armonía.
 
La modificación de la actitud mental
La meditación nos enfrenta y confronta con nosotros mismos. Na­die puede meditar por otro. Aunque meditemos en grupo, es nues­tra meditación y estamos con nuestro cuerpo y nuestra mente. Te­nemos que aprender a manejarnos con los pensamientos neuróticos, las emociones y estados de ánimo que se manifiestan, nuestras dis­tracciones y los obstáculos diversos que se van presentando a lo lar­go de la sesión de meditación. Es un trabajo muy personal. Se aprende a meditar, meditando. Muktananda decía: «La meditación te enseña a meditar». Es como una carga de dinamita en profundidad. Impone unas actitudes que van modificando las actitudes mentales habituales. Se trabaja a la luz de la conciencia, de la ecuanimidad, de la captación del momento. La habitual actitud de la mente se caracteriza por la compulsividad, el rebote entre la avidez y la el descontrol de las ideas, el caos y la superficialidad. Todo ello debe ir modificándose mediante una seria práctica meditacional, donde deben estar presentes:
— La perseverancia.
— La atención pura.
— La ecuanimidad.
— La perceptividad plena.
— El esfuerzo.
No se cede a las tensiones, caprichos, divagaciones y acrobacias de la mente. Se va persuadiendo a la mente para que sea más aten­ta, más ecuánime, más dócil, mejor aliada, más perceptiva, más pura, más armónica y equilibrada. La meditación es una vía de transformación interior. Debe modificarse toda actitud mental me­cánica y perjudicial.
El cambio de actitud mental durante la práctica meditacional dejará sus frutos para la vida cotidiana. Esa modificación es como una fragancia que luego permanecerá en la vida diaria, donde nos será más fácil mantener una mente perceptiva, menos reactiva y más ecuánime, estable y sana.
 
Extracto del libro: "Recobrar la mente" de Ramiro Calle

miércoles, 11 de junio de 2014

CREENCIAS

 
 
Cómo se vuelven físicas las creencias
En cualquier momento dado, nuestro estado de salud refleja la suma total de nuestras creencias desde que nacimos. Toda nuestra sociedad funciona movida por muchas creencias compartidas y a veces dañinas. (Una que oigo con regularidad en mi consulta es: «Bueno, ahora que tengo treinta años [o cuarenta o cincuenta], supongo que es normal que tenga dolores y achaques».) Todos los seres vivos reaccionan físicamente al modo en que «piensan» que es la realidad. El doctor Deepak Chopra, una autoridad en el téma de la conciencia y la medicina, pone el ejemplo de unas moscas colocadas dentro de un frasco con la tapa puesta. Una vez que se quita la tapa, sólo salen del frasco unas pocas valientes pioneras. El resto de las moscas han asumido en su «cuerpomente» que están atrapadas. En los acuarios se ha comprobado que si dos bancos de peces se separan por una división de vidrio durante un cierto tiempo, cuando se quita esa división, los peces no invaden el recinto vecino.
De modo, pues, que podemos estar seguras de que los acontecimientos de nuestra infancia disponen el escenario para nuestras creencias acerca de nosotras mismas y, por lo tanto, de nuestras experiencias, entre ellas nuestra salud. Para que una mujer cambie o mejore su realidad y su estado de salud, primero tiene que cambiar sus creencias sobre lo que es posible.
Que tenemos los recursos para superar nuestros hábitos destructivos e inconscientes es una verdad que veo demostrada cada día en el ejercicio de mi profesión. Este poder también ha sido documentado científicamente en un estudio de los efectos de las creencias sobre el proceso de envejecimiento. La doctora Ellen Langer realizó un estudio de cinco días en un centro de retiro con un grupo de voluntarios mayores de 70 años. Todos tuvieron que aceptar que vivirían en el presente como si fuera el año 1959. La doctora les dijo: «No os pedimos que "actuéis" como si estuvierais en 1959, sino simplemente que os limitéis a ser como erais en 1959». Tuvieron que vestirse como se vestían entonces, ver programas de televisión de 1959, leer periódicos y revistas de ese año y hablar como si realmente estuvieran en 1959. También llevaron fotografías de sí mismos de ese año y las colocaron en las salas del centro. La doctora Langer procedió entonces a medir muchos de los parámetros que suelen deteriorarse con la edad (y que  no tienen por qué deteriorarse), tales como la fuerza física, la percepción, la cognición y los sentidos del gusto y el oído. Los parámetros reflejaban «marcadores biológicos» que suelen citar los expertos en geriatría. Durante ese período de cinco días, realmente mejoraron muchos de los parámetros seleccionados. Una serie de fotografías que se les hicieron mostraron también que los hombres representaban unos cinco años menos. Les mejoró la memoria y la audición. Cuando cambiaron su actitud respecto al envejecimiento, también sus cuerpos cambiaron. La doctora Langer escribe: «Los ciclos regulares e "irreversibles" del envejecimiento que vemos en las últimas fases de la vida humana podrían ser el producto de ciertas suposiciones sobre cómo se envejece. Si no nos sintiéramos obligados a adoptar esas actitudes limitadoras, tal vez podríamos tener una mayor oportunidad de reemplazar esos años de deterioro por años de crecimiento y propósito»
Si tenemos el poder de invertir los efectos del envejecimiento, ¿qué podríamos lograr con la salud? Es imposible sobrevalorar la esperanza que suscitan estos resultados. Sugieren que si podemos salimos de nuestros patrones culturales colectivos, la vida nos ofrecerá posibilidades que nunca hubiéramos imaginado. Pero para llegar allí, primero hemos de reconocer las líneas horizontales o verticales con las que muchos seguimos chocando. Una vez que «veamos» lo que ha estado allí siempre, podremos crear rutas alternativas ...

Extracto de "Cuerpo de mujer Sabiduria de mujer" de la Dra. Christiane Northrup

lunes, 2 de junio de 2014

El Sintoma...



YO SOY TU SÍNTOMA

 Tengo muchos nombres: dolor de rodilla, grano, dolor de estómago, reumatismo, asma, mucosidad, gripe, dolor de espalda, ciática, cáncer, depresión, migraña, tos, gripe, dolor de garganta, insuficiencia renal,diabetes, hemorroides, y la lista sigue y sigue. Me he ofrecido como voluntario para el peor trabajo posible: ser el portador de noticias poco gratas para ti. Tú no me comprendes, nadie me comprende. Tú piensas que quiero fastidiarte, echar a perder tus planes de vida, todos piensan que quiero entorpecerles, hacerles daño o limitarles. Y no, eso sería un completo disparate. Yo, el síntoma, simplemente intento hablarte en un lenguaje que comprendas. Que entiendas.
A ver, dime algo, ¿tú irías a negociar con terroristas, tocando a su puerta con una flor en la mano y una camiseta con el símbolo de "paz" impreso en la espalda? ¿No verdad?.
Entonces, por qué no comprendes que yo, el síntoma, no puedo ser "sutil" y "suavecito" cuando debo darte el mensaje. Me golpeas, me odias, con todo el mundo te quejas de mi, de mi presencia en tu cuerpo, pero no te tomas ni un segundo en razonar y tratar de comprender el motivo de mi presencia en tu cuerpo.
Sólo te escucho decirme: "Cállate", "vete", "te odio", "maldita la hora en que apareciste", y mil frases que me hacen impotente para hacerte comprender. Pero yo debo mantenerme firme y constante, porque debo hacerte entender el mensaje.
¿Qué haces tú? Me mandas a dormir con medicinas. Me mandas callar con tranquilizantes, me suplicas desaparecer con antiinflamatorios, me quieres borrar con quimioterapias. Intentas días con día, taparme, sellarme, callarme. Y me sorprende ver que a veces, hasta prefieres consultar brujas y adivinos para que de forma "mágica" yo me vaya de tu cuerpo.
Y yo, cuando mi única intención es darte un mensaje, soy totalmente ignorado.
Imagínate que soy esa alarma con sirena en el Titanic, esa que intenta de mil formas decirte que de frente hay un Iceberg con el que vas chocar y hundirte. Sueno y sueno por horas, por días, por semanas, por meses, por años, intentando salvar tu vida, y tú te quejas porque no te dejo dormir, porque no te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sigues sin escucharme...
¿Vas comprendiendo??
Para ti, yo el síntoma, soy "La Enfermedad". Qué cosa más absurda. No confundas las cosas.
Y vas al médico, y pagas por docenas de consultas médicas. Gastas dinero que no tienes en medicamento tras medicamento. Y sólo para callarme.
Yo no soy la enfermedad, soy el síntoma.
¿Por qué me callas, cuando soy la única alarma que está intentando salvarte?
La enfermedad, "eres tú", "es tu estilo de vida", "son tus emociones contenidas", eso sí es la enfermedad. Y ningún médico aquí en el planeta tierra, sabe cómo combatir enfermedades. Lo único que hacen es combatirme, combatir el síntoma. Callarme, silenciarme, desaparecerme. Ponerme un maquillaje invisible para que tú no me veas.
Y sí, está bien si ahora que lees esto, te sientes un poco molesto sí. Esto debe ser algo como un "golpazo a tu inteligencia". Está bien si por ahora te sientes un poco molesto o frustrado. Pero yo puedo manejar tus procesos bastante bien y los entiendo. De hecho, es parte de mi trabajo, no te preocupes. La buena noticia es que depende de ti no necesitarme más. Depende totalmente de ti, analizar lo que trato de decirte, lo que trato de prevenir.
Cuando yo, "el síntoma", aparezco en tu vida, no es para saludarte, no. Es para avisarte que una emoción que contuviste dentro de tu cuerpo, debe ser analizada y resuelta para no enfermarte. Deberías darte la oportunidad de preguntarte a ti mismo: "por qué apareció este síntoma en mi vida", "qué querrá decirme"?.¿Por qué está apareciendo este síntoma ahora?, ¿Qué debo cambiar en mí para ya no necesitar de este síntoma?. Si dejas este trabajo de investigación, sólo a tu mente, la respuesta no te llevará más allá de lo que has hecho años atrás. Debes consultar también con tu inconsciente, con tu corazón, con tus emociones. Por favor, cuando yo aparezca en tu cuerpo, antes de correr al doctor para que me duerma, analiza lo que trato de decirte, de verdad que por una vez en la vida, me gustaría ser reconocido por mi trabajo, por mi excelente trabajo. Y entre más rápido hagas conciencia del por qué de mi aparición en tu cuerpo, más rápido me iré.
Poco a poco descubrirás, que entre mejor investigador seas, menos veces vendré a visitarte. Y te aseguro que llegará el día en que no me vuelvas a ver ni a sentir. Al mismo tiempo que logres ese equilibrio y perfección como "analizador" de tu vida, tus emociones, tus reacciones, tu coherencia, te garantizo que jamás volverás a consultar a un médico ni a comprar medicinas.
Por favor, déjame sin trabajo.
¿O piensas de verdad que yo disfruto lo que hago?
Te invito a que reflexiones, cada que me veas aparecer, el motivo de mi visita.
Te invito, a que dejes de presumirme con tus amigos y familia  como si yo fuera un trofeo.
Estoy harto de que digas:
"Ay pues yo sigo con mi diabetes, ya ves que soy diabético".
"Ay pues ya no aguanto el dolor en mis rodillas, ya no puedo caminar".
"Siempre yo con mi migrañas".
Me presumes como si yo fuera un tesoro del cual no piensas desprenderte jamás.
Mi trabajo es vergonzoso. Y te debería dar vergüenza presumirme ante los demás. Cada vez que me presumes, realmente estás diciendo: "Miren que débil soy, no soy capaz de analizar ni comprender mi propio cuerpo y mis propias emociones, no vivo en coherencia, mírenme, mírenme!". Por favor, haz conciencia, reflexiona y actúa.
Entre más pronto lo hagas, más rápido me iré de tu vida!

El síntoma.
De Seferino Alvarez Ramos

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