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jueves, 3 de diciembre de 2009


ENTREVISTA A JOSE P LÓPEZ ROMERO


"No hay un espacio en la sociedad para expresar la tristeza, por eso la escondemos"El coach literario publica el libro 'La ilusión' con el que pretende trazar un recorrido vital hacia la aceptación y la superación personalAlbert Domènech La Vanguardia 11/06/2009 -Cultura


Vivimos un momento coyuntural y económico en el que la palabra ilusión se hace más necesaria que nunca. O al menos es lo que piensa el periodista y escritor Josep López Romero que cree que la gente que vive esta crisis a un nivel íntimo y personal tiene una oportunidad de oro para replantearse y escuchar sus deseos más primarios. El autor parte de la base que todos podemos perder la ilusión en algún momento de nuestra vida, y este estado aletargado durante mucho tiempo deriva en fuertes depresiones. Él mismo lo sabe de primera mano, estuve catorce años sin ilusionarse por nada. Diagnóstico: depresión. Durante este trayecto oscuro aprendió cosas tan sencillas como aceptar la tristeza o expresar y compartir el dolor. Primero aceptó, para luego superar una situación crítica que ahora le ha llevado a ejercer de coach literario en el libro La ilusión con el objetivo de señalar un camino y una salida a personas que ahora mismo viven una situación similar. Para López Romero "el hombre, más allá de lo que viva o de lo que le hagan, tendrá siempre capacidad para volver a soñar". Una idea que evoca con una cita de la directora de la Fundación Laudes Infantis, Jacqueline Moreno, y que también incluye en la parte final del libro. "Cuando lo has perdido todo, volver a tener ilusiones es muy complicado. El secreto es que descubrimos que aunque nos hayan hecho trizas y nuestra vida sea un rompecabezas, siempre podemos volver a soñar".
-¿Qué le ha llevado a escribir sobre la ilusión?-En general suelo escribir sobre cosas que me atraen mucho porque las necesito. Escribo más para aprender que no para explicar cosas que ya sé. En este caso, me llevó una situación personal de depresión que viví durante unos cuantos años. Sobre todo al ver cómo empezaba a salir de ella, ver como te cambia el paisaje cuando vuelves a sentir la ilusión por vivir. Quería transmitir que también se pude salir de esto y dar algunas claves sobre como lo he hecho yo o como pienso que se puede llegar a conseguir.
-¿Llegar a un estado de depresión implica siempre una pérdida de la ilusión, o no necesariamente?
-Sí, la antítesis de vivir ilusionado es vivir deprimido. Muchas de las depresiones a las que se llegan hoy en día se producen porque abandonamos las ilusiones que teníamos cuando éramos pequeños o jóvenes, y que nos movían y nos daban una energía que nos hacía sentir muy intensamente. Es algo que vamos sepultando y tapando por resignación o por mil y una circunstancias de la vida. Vamos poniendo tantas capas encima que al final esto nos desconecta de estos deseos primarios y de estas ilusiones elementales que nos hacían vivir. Aquí es cuando llega realmente la depresión, nos sentimos tristes y hundidos y no sabemos exactamente porqué.-Porque nos olvidamos de nuestros deseos más primarios…
-Sí, o porque los intentamos sustituir por pequeños deseos o ilusiones que no lo son de verdad, simplemente son refugios, como tener un coche nuevo o comprarnos un teléfono móvil.-Su libro empieza con una mujer, Esperanza, que se levanta con un fuerte vacío en su interior.
¿Es una situación cotidiana más común de lo que a primera vista parece?-Sí, y estoy convencido de que últimamente ha ido a más. De todas formas la situación que describe el libro no deja de ser una parábola. Normalmente, no nos levantamos un día y decimos, "vaya, que me pasa, he perdido algo dentro, me siento vacío". Pero si que es verdad que vamos notando síntomas de esto, a los que muchas veces no les hacemos caso porque no queremos enfrentarnos con nuestros vacíos. Preferimos esconderlos y distraernos con la televisión o con el fútbol. Pero estos vacíos son muy obstinados, y continúan allí, y continúan picando en forma de tristeza repentina, de agobio, de pocas ganas de hacer cosas. Todo esto va sumando hasta que un buen día nuestro cuerpo dice basta.
-¿Y qué pasa con nuestra mente cuando el cuerpo dice basta?-Entramos en una crisis fuerte de lo que sea, que podemos tapar o atenuar con medicamentos, muchas veces necesarios, pero que no solucionan el problema.-Y entonces nos queda…
-Aceptar la situación, aceptar que no somos felices con la vida que tenemos, por mucho que nos pueda parecer que aquello que tenemos nos tiene que dar la felicidad.
-¿La única forma de curarse es aceptar que uno está triste, deprimido, enfermo?
-La aceptación es el principal punto de partida de una recuperación. Muchas veces enfermamos porque no aceptamos, nos negamos a nosotros mismos y a nuestros deseos e ilusiones. Nos obstinamos a luchar contra una realidad que frecuentemente no podemos cambiar. Esta lucha estéril contra cosas que tendríamos que empezar a aceptar para empezar a cambiar nos hace enfermar. Hasta que no aceptamos que somos como somos, con nuestras limitaciones pero también con nuestros talentos, hasta que no aceptamos que la realidad es la que es, y que la vida nos ha traído hasta ella. El primer paso para cambiar la realidad es aceptarla. La realidad está en permanente cambio, es la que es, pero cambia constantemente. Podemos incidir para que cambie, pero para ello hay que aceptarla, no negarla.
-¿Podemos aceptar esa realidad nosotros solos o cuando la crisis está en una fase adelantada es imprescindible que alguien nos abra los ojos?-Es una pregunta muy buena porque realmente llega un momento, especialmente en las depresiones, en que no vemos las cosas como son, las vemos con el prisma deformado de nuestra tristeza o de nuestra frustración. Es muy necesario que alguien nos ayude, tenemos que entender y aceptar que no lo podemos hacer solos y que alguien desde fuera nos hará ver las cosas de otra forma. Muchas veces se producen suicidios por parte de personas que son incapaces de ver las cosas de otra forma. Ven las cosas como si tuvieran una tela, solo alguien de fuera puede ayudar a desentelar esta mirada y sobre todo puede ayudar a entender a que esto también pasará. Parte de poder aceptar pasa por entender que aquella realidad que tanto nos preocupa o nos entristece, cambiará y pasará. Es importante que sintamos que no estamos solos en el mundo, que estamos interconectados con otras personas. Sólo con el afecto del de fuera, se puede tener el efecto de salir de una depresión-En su libro la profesional que ayuda a la protagonista a salir de su delicada situación es un hada madrina. Como esta figura sólo existe en los libros, y teniendo en cuenta que se autodefine como coach literario, debo interpretar que apunta usted directamente a la terapia del coaching…-Sí, esto es muy importante porque existen muchas herramientas destinadas al crecimiento personal o a la superación ante las dificultades de la vida. Todas pueden ser útiles. La psicoterapia tiene su utilidad, durante muchos años ha servido a mucha gente. Lo que pasa es que el coaching se está mostrando como una herramienta muy potente, de aquí que mucha gente la esté poniendo en práctica o incluso esté reconvirtiendo su formación profesional para ser coach.
-¿Por qué ahora y con esta metodología?-El coaching se enfoca siempre al futuro, no al pasado. Se parte de la situación actual y se mira como mejorarla hasta llegar a un punto con el que nos encontremos bien. No necesitamos entender todo lo que ha sucedido en el pasado para llegar a un punto en el futuro. También es una técnica que no te dice nunca lo que tienes que hacer, pero sí que te da herramientas para que te des cuenta de lo que debes hacer. La psicoterapia quizá es un poco más pasiva en este sentido. Sí que es un acompañamiento, pero yo tengo la sensación de que te dejan un poco más solo. El coach te va descubriendo tus talentos, habilidades o virtudes y como te hace ver como te pueden servir para llegar a la vida que tu quieres tener. Creo que, a pesar de estar poco instalada en nuestra cultura mediterránea, es una figura muy interesante y que todavía está por explotar.-Hay otro de los personajes de su libro que alerta sobre la diferencia entre alegría e ilusión.
¿Distan mucho la una de la otra?-Es una confusión con la que yo me había encontrado muchas veces antes de hacer el libro. La alegría es una emoción que llega, la sientes y se va. Mientras hay alegría no hay tristeza, pero cuando llega la tristeza se va la alegría. No nos puede servir como gran soporte para avanzar en la vida. La ilusión incluye la alegría pero también te proyecta hacia el futuro, y esto enriquece todavía más al presente. Uno no puede vivir siempre con alegría, pero sí que puede vivir siempre con ilusión.
-¿Hemos banalizado nuestras ilusiones?-Sí, y eso comporta el peligro de poner nuestra felicidad fuera de nosotros mismos y que no tengamos poder sobre esta felicidad. Nosotros nos ilusionamos por algo como adquirir cosas materiales, y eso durante un tiempo nos da una cierta vida, pero nuestra felicidad dependerá de eso. Si al final no tenemos ese coche, ese móvil o si ese coche se estropea, acabaremos hundidos otra vez. La ilusión verdadera es la que da un sentido a tu vida y no está fuera de ti. No la pones ni en un objeto, ni en una situación, ni en una sola persona.
-¿Sería esta la "Gran ilusión" a la que se refiere su libro?-Aquí hago servir ilusión como sinónimo de sentido de la vida, al final estás haciendo aquello que crees que puedes hacer y esto es algo que tienes que sentir. Cuando estás fluyendo es cuando notas que realmente tienes ilusión, cuando notas que hay lo que en coach se denominan quiebres, si la ilusión es fuerte y el sentido que le has dado a tu vida es coherente, aquello lo soluciones, pero sino, te hundes.-
¿Hasta qué punto es importante tomarse la vida como un juego?-En algún momento del libro hablo de que la vida tiene mucho de juego, pero no quiero que esto quede como una frivolidad. Las palabras ilusión y juego tienen curiosamente la misma raíz. Es verdad que no hay ilusión en la vida sino aceptas que la vida tiene una parte de juego. El juego pasa por aceptar que a veces puedes conseguir las cosas y otras no. Cuando la vida te lleva a un callejón sin salida hay que dar media vuelta, volver y afrontarlo de otra forma. Los niños son la ilusión personificada porque juegan constantemente, y se toman la vida como un juego. Saldrían mejor estudiantes si fuéramos capaces de tomarnos el estudio y la educación como un juego, pero no en sentido frívolo, sino serio. Un juego también tiene sus reglas, sus normas, puedes ganar o no…-
¿Personalmente ha llegado a entender por qué estuvo tanto tiempo deprimido? Creo que ha dicho en alguna ocasión que hay una obligación social para ser feliz.-Sí, creo que esto es algo importante, pienso que deberíamos hacer una reivindicación en favor de la expresión de la tristeza. Tendríamos que ser capaces de sentirnos tristes y que no pase nada. En el trabajo, en las relaciones sociales, no hay un espacio en la sociedad para expresar la tristeza, por eso la escondemos. Pienso que es un sentimiento tan legítimo como cualquier otro, no tendríamos porque esconderlo. Esto nos evitaría muchas depresiones, medicamentos e historias tristes. Sería bueno que pudiéramos expresarnos tal y como nos sentimos.
-¿Es una de las cosas que ha aprendido durante estos años?-Es una de las cosas importantes que he aprendido, tiene que haber un espacio para llorar las tristezas de la vida, para expresar dolor, para sentir pérdidas y compartirlas con las demás.

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