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martes, 9 de marzo de 2010

Manifiesta tu luz interior...


 Manifiesta tu brillo Interior!

“Nuestro mayor miedo no es creer que seamos inadecuados. Nuestro mayor miedo es saber que somos poderosos más allá de cualquier medida. Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para estar lleno de talento, para ser atrayente, brillante y fabuloso? Pero, en realidad, ¿quién eres para no serlo? ¡Eres un hijo de Dios! El que juegues a ser insignificante, de nada le sirve al mundo. No existe nada maravilloso en el hecho de encogerse, para que los que te rodean no se sientan inseguros ante ti. Hemos nacido para manifestar la gloria de Dios que existe en nuestro interior. No está sólo en unos cuantos, está en todos y cada uno. A medida que permitimos que nuestra propia luz brille, de forma inconsciente vamos dando a los demás la posibilidad de hacer lo mismo. A medida que nos libramos de nuestros miedos, nuestra presencia automáticamente libera a otros para que también puedan hacerlo”.

Por eso la vida cristiana, o es una conversión permanente, o no es: nos instalamos con facilidad en una exigencia confortable. Y entonces deja de tener importancia la actitud interior y se centra el esfuerzo en mantener el tipo, hasta llegar a altas dosis de perfeccionismo, siempre de acuerdo con un esquema predeterminado; esquema que, en la mayoría de los casos, lo ha decidido la misma persona. La gente perfeccionista sólo vive para “estar a la altura”, porque teme perder la consideración de los demás. Sin embargo, quienes son capaces de soñar no se preocupan de “dar la talla”, sino de dar lo mejor de sí mismos. Luego, dan gracias a Dios cuando sale bien y piden perdón cuando ha salido mal. Para continuar la andadura por el único camino viable: tras los pasos del Señor.

Discurso inaugural que pronunció Nelson Mandela como Presidente electo de Sudáfrica, el 10 de mayo de 1994

Juan Pablo II afirmaba que “una fe que no se hace cultura, es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida” (Discurso 16-I-82). Ahí está la clave. Para un cristiano, la tarea de construir un mundo más humano y más justo exige acoger, pensar y vivir la fe. La cultura que se hace artificialmente tiene luego que ser protegida por el poder para que no desaparezca, porque nace muerta. La cultura, el mundo, la sociedad, el trabajo…, los configuran las personas con sus vidas y la transmiten en cada uno de sus actos, generando un ambiente con tonalidades que brotan de su personalidad. Basta echar un vistazo a la Historia para comprobar cómo una sola persona puede cambiar el rumbo de una sociedad entregando su vida con toda su riqueza.♦

Debemos ser firmes en nuestra decisión de vencer, resueltos en nuestra voluntad de alcanzar la cima de la montaña; no perdamos ni un momento en lamentar las caídas que tuvimos en el camino. Ninguna gran escalada se hizo sin faltas ni errores, y debemos considerarlas experiencias que nos ayudarán a tropezar menos en el futuro. No nos debe deprimir el recuerdo de los errores pasados, son parte del pasado y se terminaron, y el conocimiento obtenido gracias a ellos nos ayudará a evitar su repetición. Con constancia debemos seguir empujando hacia adelante, sin arrepentirnos y sin mirar hacia atrás, porque hasta la hora que acaba de pasar quedó atrás y el glorioso futuro con su luz radiante está siempre por delante.

Edward Bach

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