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domingo, 29 de agosto de 2010

Quietud Interior


(...)Cada vez que se penetra en el propio ángulo de quietud, una vibración de paz se propaga por la mente, el cuerpo energético y el organismo, purificando y equilibrando a la persona, permitiéndole limpiar las raíces de la aversión, el miedo, el apego, los celos y otras negatividades, armonizando los campos de energía, las funciones cerebrales e incluso las células.  Esta vibración de paz es transmisible y puede ser percibida por las personas del entorno que , en tales circunstancias notan como su mente se silencia y se conecta con la vibración de calma profunda. Cuando uno comienza a familiarizarse con esa vibración de paz y hacerse mas perceptivo a la misma, se establece una conexión con la vibración total y uno se torna, siguiendo la analogía zen, como un bambú hueco por el que circula la energía universal (....)
Se ha saltado al otro lado de la mente, y desde la no-mente, se percibe el universo de la no dualidad y una sutilísima inmensidad de energía(...)
En ese instante de cosmización, no hay tiempo, no hay espacio, no hay tal cosa como yo, solo hay un ahora pleno y omniabarcante y un segundo de ese estado transforma e inspira mas que años de experiencias.
 En ese supremo estado, la energía cósmica nos toma, se mueve en nosotros y por nosotros fluye, nos obsequia con su toque de infinitud, neutraliza nuestras viejas y condicionantes memorias ( las de nuestra historia personal y las heredadas de toda la evolución de la especie) y nos abre a una totalidad que ni siquiera sospechábamos. Esa vibración de inmensa paz es como un bálsamo que ordena mente, cuerpo e incluso unidades subatómicas.
La meditación propende a lograr ese orden que en si mismo es purificación, claridad, presición. También la meditación que se apoya en mantras utiliza el fonema místico para abrir la mente a la otra realidad, como trampolín hacia lo total. Pero para poder disponer toda la unidad psicosomática, para que la gran invitada que es esa embargadora quietud se manifieste es un proceso difícil y que solo se va logrando por pasos.
En el ser humano todo es ruidoso, inarmónico y desordenado, no solo su mente y psicología, sino también sus energías, su cuerpo, sus células, sus tendencias mas subliminales. Donde hay desórden hay fricción, y donde hay fricción ¿ cómo puede haber quietud?
La mente vieja y superficial se ha vuelto astuta y muy ladina, peligrosa, voraz, destructiva. La inteligencia que ha ganado el mas sofisticado cerebro humano se ha puesto a menudo al servicio de la manipulación, la denigración, la codicia, el desorden. Esa mente que tiene tanta facilidad para hacerse una experta en todo lo que sea acumular, pero que tan incapacitada se halla para Ser, tiene que resolver muchos de sus laberintos para poder aspirar a la quietud real.  Tiene que despojarse de adoctrinamientos y opiniones, herencias prehumanas y cavernícolas, códigos obsoletos, autoengaños y paranoias, dualidad y perversidad, para poder fluír fresca y libre en cada ahora, sin arrastrar lo peor del pensamiento, la emoción y el instinto, emergiendo del putrescible escenario de la egolatría, desaprendiendo todo lo que de ofuscación se ha aprendido, desapuntalando el inarmónico edificio de la personalidad, modificando enfoques y alimentando una vibración de armonía, compasión, apertura, totalidad.
El silencio interior limpia, purifica, decodifica, conecta con otra longitud de onda mas apacible y limpia. Hay que drenar miles y miles de años de necedad, egocentrismo, oscuridad. Hemos perdido la belleza animal. Hemos ganado la capacidad de organizar y reorganizar, viajar al espacio, hacer computadoras altamente avanzadas, pero hemos perdido la belleza del animal. Arrastramos, empero, el lado animal mas primitivo, con sus códigos de destrucción, que somos capaces de hacer mucho mas eficaces y peligrosos apoyándolos en la energía del pensamiento impuro.(...)
(...) Salvo raras excepciones, sin esfuerzo personal no hay transformación, aunque en la extremidad del esfuerzo aparecerá  el esfuerzo sin esfuerzo y la calma profunda y liberadora(...)

Extraído del libro "Serenar la Mente"- 
Cómo lograr la Paz interior
de Ramiro Calle

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