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lunes, 7 de febrero de 2011

Avanza en tus pasos...

  "Cuando amamos no tenemos ninguna necesidad de comprender lo que sucede, porque todo pasa a suceder dentro de nosotros." P. Coelho


Avanza Peregrino
Cada virtud que en ti despierta te eleva más allá del bien y del mal, de la alegría y del dolor. Vela por ellas, haz de ellas tu tesoro, pues en su brotar, florecer y fructificar, encontrarás el alimento para llegar al final de la trayectoria.
No quieras nombres, pues aprisionan la mente; no ambiciones posiciones, o quedarás atado al viscoso suelo, que te engaña con su brillo fugaz.
Todavía te resulta difícil comprender a la Divinidad porque ella no toma nada para sí y, manteniéndose libre de todas las formas y de todos los conceptos, permanece inmaculada.
Si tu pequeñez se evidencia delante de la inmensidad de las esferas celestiales, comprende el silencioso mensaje que el fulgor de las estrellas intenta transmitirte.
Recuerda, existe levedad en el vuelo de las pequeñas aves.
Escucha, peregrino: reconoce en las cosas efímeras la marca de la inmortalidad; al transitar por el mundo de las formas mutantes, déjate impregnar por la realidad inmutable.
El velo se disolverá ante tu entrega, mas primero debes reconocer la Ley. No hay paso que no pueda dar ni camino que no pueda recorrer quien reverencia lo Sagrado. De las olas del mar, aprende el cumplimiento de las fases; de la sucesión de las estaciones, aprende la vivencia de los ciclos. De la flor, aprende la pureza de la entrega, y de las abejas, el servicio grupal. Sigue, peregrino, las indicaciones de tu Camino de Luz.
No hay camino auténtico que los hombres puedan trazar, ni victoria verdadera que se base en la recompensa. Los laureles deben arder en el fuego de la entrega, pues si quien los recibe, se apega a ellos, pierde la visión de la realidad.
Desde el inicio de los tiempos estaba marcada la trayectoria, incluso tus desvíos ya estaban previstos. Pero ahora despertaste, y después de tantas luchas aprendiste a manejar la espada y a vencer al enemigo; por lo tanto, tu responsabilidad crece, ya no puedes dejarte llevar por las quimeras del Camino.
Peregrino!, eleva los ojos y contempla al Infinito: Él es tu Morada.
¿Puede haber una gratitud más grande que la nacida de un corazón tocado en su interior por la presencia divina? ¿Puede haber una Fe más fuerte que la del hombre que, caminando en la oscuridad, sigue la Luz?
En los tiempos que se aproximan, hace falta una íntegra vivencia de la Fe, un completo olvido de sí, la certeza imperturbable de estar siendo guiado y la obediencia incondicional a las indicaciones internas. Los milagros surgirán como flores celestiales entre las cenizas del vivir humano. Deja lo ínfimo, para que el Infinito se aproxime.
- ¿Qué dirección tomaste, peregrino?
- Vengo por las sendas de la Ley, Hermano.
- ¿Por cuantas encrucijadas pasaste?
- Cinco veces tuve que detenerme para descubrir hacia dónde ir. A lo largo del recorrido recibí muchas invitaciones y generosas promesas para ingresar por vías secundarias. Sin embargo, no las acepté, pues en el pasado conocí el sabor amargo del desvío. Aprendí, Hermano, que para seguir el Camino de la Ley tendría que tener humildad y fe, tendría que entregarme al Supremo. También aprendí, con el sufrimiento y con el dolor, que sin perseverancia ni sinceridad no podría emprender tan osado viaje.
Camino sin igual: estrecho como es, por poco que me distraiga, puedo extraviarme; rectilíneo, en el horizonte oculta su principio y su fin. A cada paso, aporta un nuevo aprendizaje, una tarea y una prueba. He vivido mis días transitándolo, y por ellos, le doy gracias al Supremo.
-Sé perfectamente que dices la verdad. Ahora, que pasaste por las cinco grandes pruebas (la soberbia, la lasitud, la mentira, el hurto sutil ó el uso incorrecto de la energía, y la cobardía), y que te mantuviste fiel en medio de los pequeños desafíos, llegarás a un nuevo y estrecho portal; al cruzarlo, una gran estrella se te revelará y, con su luz transparente, iluminará tu senda.
Ya no conocerás felicidad ni tristeza; estarás cada vez más plenamente imbuido de la bienaventuranza eterna. Ven. Avanza en tus pasos; tienes la Bendición del Cosmos.

Fuente: NO ESTAMOS SOLOS, de TRIGUEIRINHO

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