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viernes, 24 de junio de 2011

El Ritmo del Amor...

El viaje de descubrimiento
Las personas tienen la necesidad de estar juntas y también la necesidad de separarse y estar solas. Es un ritmo. Estar mucho tiempo juntos es agotador. Y no significa que el otro no os ama; eso es un malentendido. Si quiere estar solo durante unas horas, si quiere que lo dejen tranquilo, no significa que no esté enamorado de vosotros. Simplemente quiere decir que os ama; por eso necesita el espacio...
Siempre que uno de los dos quiere estar solo, el otro se siente rechazado. Se dice: «No me necesita. Hay momentos en que quiere estar más consigo mismo que conmigo». Y los amantes no pueden entender eso. «¿Cómo puede ser que necesite estar más consigo mismo que conmigo? Si me amara, entonces le gustaría estar conmigo».
Ese es un malentendido muy viejo creado por los poetas románticos, que son las últimas personas en entender algo acerca del amor. Jamás entenderéis nada sobre el amor a través de los poetas; son las últimas personas en tener alguna percepción sobre el amor. De hecho, escriben poesía sobre el amor porque en su vida se han perdido el amor; es un sustituto. Lo vuelven un tema romántico.
En la consciencia humana ha arraigado profundamente la idea de que si amáis a una persona entonces ella os amará las veinticuatro horas del día. Son tonterías. Si de verdad amáis a una persona, entonces habrá momentos en que os gustará estar absolutamente a solas. Si no amáis, podéis vivir juntos las veinticuatro horas del día... entonces no hay ningún problema, porque incluso con la otra persona estáis solos.
Se puede vivir entre la multitud las veinticuatro horas del día sin experimentar gran problema, porque entre ellas se está solo. ¿En qué otra parte se puede estar más solo? Al viajar en metro con miles de personas se está solo. En cuanto os encontráis con un amigo a quien se quiere, ya no estáis solos. Ese es el significado del amor: estáis juntos.
Cuando estáis juntos, a veces os gustaría estar solos, porque cada cosa se mueve con un ritmo. Es igual que cuando coméis, que no podéis hacerlo las veinticuatro horas; debéis disfrutar de un espacio de seis, ocho horas. Entre dos comidas ayunáis durante seis u ocho horas.
El amor es comida, es un alimento. De modo que cuando amáis a una persona llega un momento en que quedáis saturados, saciados. Ese es el momento de levantarse de la mesa. De hecho, antes -si los amantes son conscientes, como deberían serlo-, antes de tener el estómago lleno, levantaos. Dejad un poco de espacio. La misma regla debería aplicarse con vuestro amante: cuando empecéis a considerar que se acerca un punto de saciedad, dejaos solos; de lo contrario, más allá de ese punto se torna insoportable.
Nadie lo comenta, porque resulta muy duro y feo decirle al amante que estar juntos se vuelve insoportable. Pero he de contaros la verdad. La verdad es: este es el punto en que estar juntos se vuelve insoportable... y solo se llega a ese estado cuando estáis enamorados, de lo contrario, no. Porque enamorados os coméis mutuamente, -de verdad, literalmente: os alimentáis con la energía del otro. Por eso el amor nutre tanto. Pero entonces llega un punto más allá del cual, si seguís comiendo, tendréis que vomitar. Ese vómito es la lucha, el enfrentamiento.
Y el problema es más acuciante con los hombres que con las mujeres; también hay que entender eso. El amor de un hombre únicamente es parte de su vida; tiene otras muchas cosas que hacer. El amor de una mujer es toda su vida. Si hace algo más, solo se debe a que ama... cocina, arregla el hogar, limpia; se dedica a hacer mil y una cosas. Quizá componga música, escriba poesía, pinte, pero en lo más hondo lo hace porque ama. Esas son simplemente sus expresiones de amor. Si ama al hombre, entonces pintará las paredes, colgará cuadros y dejará la casa hermosa. Pero su principal preocupación no radica en la belleza de la casa, sino en el hombre al que ama.
El amor es toda la vida de una mujer. Para un hombre, no es así. Para el hombre el amor es una de muchas cosas. Le gustaría escribir poesía, no porque ama; le gustaría pintar, no porque ama... los cuadros poseen sus propios valores absolutamente aislados del amor. Cansado de la pintura, de la música, le gustaría caer profundamente en el amor en una especie de olvido; ese es su reposo. Comprobad las diferencias: el amor de un hombre es su lugar de reposo. Cuando está cansado del mundo, de mil y una cosas, quiere penetrar en la energía de una mujer, en su calidez, y desaparecer.
Pero recordad: solo ama para descansar y poder volver a pintar, escribir poesía, interpretar música o bailar. Para él, el amor es una necesidad básica para hacer otras cosas. Para las mujeres es simplemente lo opuesto: ella hará otras cosas debido a que ama. Si no ama, dejará de hacer las cosas.
Con el hombre, si fuera una elección de amor o poesía, elegiría la poesía; puede renunciar al amor, pero no a la poesía. No se trata de ninguna coincidencia que tantos grandes científicos, poetas, todos los grandes místicos, fueran personas solteras. Por necesidad tuvieron que permanecer sin casarse, porque la exigencia de la mujeres de amor total y ya estaban comprometidos totalmente con otra cosa. Pueden amar a la mujer y disfrutarán del amor, pero no pueden elegir a la mujer por encima de la pintura... eso es imposible. Preferirían elegir la pintura y dejar que su amor sufra.
Tenéis que realizar una distinción entre dos mundos: solitario y solo. En el diccionario muestran el mismo significado, pero aquellos que han meditado conocen la distinción. No es lo mismo, son tan diferentes como pueden serlo. La soledad es una cosa fea, depresiva... es una tristeza, una ausencia del otro, os gustaría que el otro estuviera ahí, pero no está y lo sentís y lo echáis de menos. No estáis ahí en soledad, la ausencia del otro os acompaña.
¿Solos? Es algo totalmente diferente. Vosotros estáis ahí, es vuestra presencia. Se trata de un fenómeno positivo: no echáis de menos al otro, os conocéis a vosotros mismos.
Cuando estáis solos, solos como en una cumbre, es de una belleza tremenda. A veces incluso sentís terror, pero posee belleza. Vuestra presencia es lo básico: estáis presentes ante vosotros mismos. No estáis solitarios, sino con vosotros mismos.
Solos, no estáis solitarios, estáis con vosotros.
Solitarios, simplemente estáis solitarios... no hay nadie. No estáis con vosotros y echáis de menos al otro. La soledad es negativa, una ausencia; estar solos con uno mismo es positivo, hay una presencia.
Si estáis solos, crecéis, porque hay espacio para crecer... no hay nadie más que os obstruya, que os entorpezca, nadie más para crear problemas más complejos. -Solos crecéis, y en la medida que deseéis hacerlo, podréis crecer, porque no hay límite. Sois felices estando con vosotros mismos, y surge la bendición de la felicidad. No hay comparaciones, porque el otro no se encuentra ahí. No sois ni hermosos ni feos, ni ricos ni pobres, ni esto ni aquello, ni blancos ni negros, ni hombre ni mujer. Solos, ¿cómo podéis ser hombre o mujer? Solitarios, sois una mujer o un hombre, porque el otro falta. Solos, no sois nadie, estáis vacíos, vacíos por completo del otro.
Y recordad, cuando el otro no está, el ego no puede existir: existe con el otro. Bien presente o bien ausente, el otro es necesario para el ego. Para sentir el “yo” se necesita al otro, un límite del otro. Separados de los vecinos por vallas, siento el «yo». Cuando no hay vecinos, ni vallas, ¿cómo podéis sentir el «yo»? Estaréis ahí, pero sin ego. El ego solo existe en la relación.
Dos personas solas se relacionan, se comunican, comulgan y, sin embargo, permanecen solas. Su soledad sigue sin contaminarse, sigue siendo virgen, pura. Son como cumbres; cumbres del Himalaya, altas, por encima de las nubes. Jamás dos cumbres llegan a reunirse, aunque existe una especie de comunión a través del viento, de la lluvia, de los ríos, del sol y de las estrellas. Sí, hay una comunión; tiene lugar mucho diálogo. Se susurran, pero su soledad permanece absoluta, nunca transige.
Todos los Budas son independientes. Aunque estén entre la multitud, se encuentran solos. Aunque estén en el mercado, no se encuentran allí. Aunque se relacionen permanecen separados. Hay una especie de distancia sutil que siempre está ahí. Y esa distancia es libertad, es un gran júbilo, esa distancia es vuestro propio espacio.
Celebrad la soledad, celebrad vuestro puro espacio y una gran canción surgirá en vuestro corazón. Y será una canción de percepción, de meditación. Será la canción de un ave sola que llama desde la distancia... no llama a alguien en particular, sino que lo hace porque su corazón está lleno y quiere llamar, porque la nube está llena y quiere llover, porque la flor está llena y los pétalos se abren y la fragancia queda liberada... sin una meta fija. Dejad que vuestra soledad se convierta en una danza.

Osho (del libro del hombre y Mujer la danza de las Energías)
 

2 comentarios:

Delia dijo...

Muy buena entrada, queda claro que el amor es un estado y no depende del espacio compartido o no, gracias y un abrazo.

Graciela dijo...

Hola Delia!Si, es así, el Amor es un estado,está en nosotros saber verlo, disfrutarlo...vivirlo como lo que verdaderamente es.
Gracias!! te dejo un gran Abrazo!!

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