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martes, 30 de agosto de 2011

Amor conciencia

AMOR, lo único que tenemos en común
Amor incondicional es lo único que todos tenemos en común, lo único que nos une. Cuando nos anclamos en el amor incondicional, el poder del intelecto, su separación y sus ideas, se convierten en un eco distante. Nuestras diferencias ya no son importantes. Son sólo hilos de diferentes tonos, añadiéndole color al rico tapiz de la vida.
Unidos por el amor-conciencia, nos fundimos como uno, regresando a la experiencia del amor incondicional puro en todo, sin los contrastes de la dualidad dentro de la ilusión de la separación. Cuando nuestros juicios caen, percibimos la belleza en la dualidad. Ya no estamos tratando de cambiarla frenéticamente. Y es irónico que, cuando esto pasa, las cosas que juzgábamos como malas: violencia, violación, hambre, pobreza, crueldad, etcétera, comienzan a desaparecer naturalmente.
A medida que elevamos nuestra conciencia, cosas como éstas, que vibran en una frecuencia baja, comienzan a removerse por sí solas de nuestra experiencia humana y del mundo que nos rodea. Cuando las personas están completas dentro de sí mismas, dejan de necesitar protegerse, controlar o aferrarse, porque la naturaleza del amor, la naturaleza del amor-conciencia es darle a todos los aspectos de sí mismo. El amor se percibe a sí mismo en todo. No percibe ninguna escasez o falta. En el amor nace una nueva percepción, una nueva visión de vida.
Era una vez un cocodrilo joven que estaba echado a la orilla de un río, disfrutando del sol. Tenía una mirada muy seria (¡es un asunto muy serio ser un cocodrilo!). Los cocodrilos tienen una larga historia a la cual hacerle honor: como depredadores carnívoros, asesinos a sangre fría y descendientes de los dinosaurios. Este cocodrilo estaba ponderando sobre su gran responsabilidad cuando repentinamente una hermosa mariposa roja se posó sobre su nariz. Al principio, él estaba indignado. ¿No podía ella ver que él estaba absorto, que estaba contemplando cosas serias? Pero ella parecía totalmente ajena, y cada vez que él respiraba, ella flotaba en el aire y luego volvía acariciando su nariz con sus alas de suave terciopelo. Luego él respiraba de nuevo y ella volvía a flotar y regresaba. Esto se convirtió en una especie de meditación para el cocodrilo, y la energía cambió completamente. Él fue cautivado por la belleza y la suavidad de la mariposa, y la energía del amor comenzó a crecer entre ellos. Una felicidad se esparció por todo su ser. Él ya no fue más un cocodrilo, y ella no fue más una mariposa. Ellos fueron uno, en la unión del amor.
Cuando la humanidad deje de lado sus diferencias y vuelva a la perfección de la unidad, experimentaremos armonía y paz en este planeta. Pero antes, esto debe empezar con nuestros corazones. El mundo ideal se encuentra dentro. No hay nada que cambiar afuera; sólo necesitamos sanarnos a nosotros mismos.

Isha
Gracias Silvina!!



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