Un Nuevo Paradigma
...Estamos fuera del paraíso y hemos desarrollado una cosa nueva que se llama "consciencia del bien y del mal".
Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares y gran conocedor de las leyes que gobiernan las relaciones humanas, afirma que la conicencia personal que discrimina entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo que se debe hacer y lo que no, en realidad tiene poco que ver con cualquier verdad ética intrínseca, sino que es estricta conciencia infantil. Eso es, la conciencia del niño que se alínea con su deseo mamífero de Amor y de pertenencia del grupo del que forma parte. Esta conciencia permanece activa todo el tiempo y lo hace a través de dos sensaciones básicas: inocencia, es decir, sentirnos en sintonía con lo que nos hace pertenecientes a nuestro grupo, lo que se experimente como agradable y correcto; y culpabilidad, es decir actuar en contra de lo que se espera en nuestro grupo y arriesgarse a ser excluído de él, lo que se vive como algo desagradable, peligroso e incorrecto.
La conciencia funciona como un viejo instrumento musical familiar que despliega su particular eco en el pensamiento de cada persona. Y se mantiene naturalmente afinado con el objetivo de estar sensible a las leyes y los límites que le garantizarán seguir formando parte de su grupo y sobrevivir y crecer dentro de él, regulando su comportamiento.
En todos los grupos, ya sean sociales, gremiales, de Empresa, de amigos, profesionales, terapéuticos, etc. percibimos que hay códigos y reglas, explícitas algunas, implícitas otras. Instintívamente tratamos de respetarlas, pues de lo contrario nos sentimos mal. Estamos sometidos a una conciencia ciega que milita a favor de los códigos del grupo al que pertenecemos. Por eso no guarda relación con ninguna verdad esencial o moral. Es apasionada y estrecha. Simplemente sirve al grupo y es una conciencia gregaria.
También es limitada porque no provee crecimiento mas allá de los estrechos márgenes del propio grupo.
Por ejemplo, los grupos enfrentados pueden odiarse y eliminarse mutuamente con la conciencia tranquila y feliz. plenamente inocentes, y con inmejorables argumentos y justificaciones a su favor.
Desarrollase es ir mas allá de esta conciencia estrecha y limitada. Al desarrollarnos, las personas aprendemos la borrosidad de nuestros conceptos sobre el bien y el mal, y nos volvemos mas relativos y flexibles. La grandeza humana y la verdadera compasión no vienen de sentirnos buenos, sino de sabernos malos e imperfectos y amarnos y amar con ello. Es a través de lo imperfecto como nos igualamos a los demás.
Por el contrario, quienes se sienten mejores o mas justos que los demás, siembran como consecuencia inevitable una cierta violencia.
En el fondo, todo maltrato interpersonal crece de una semilla muy simple: alguien que en su fuero interno o externo dice " soy mejor o peor que tu".
Y es que todo sufrimiento humano tiene su raíz en una distinción no funcional entre el bien y el mal. Todos llevamos incorporados de una manera automática una especie de barómetro, a menudo inconsciente que reacciona ante los asuntos de la vida con dos posiciones básicas: bueno o malo, correcto e incorrecto, con toda una escala de matices e intensidades. Ante lo que consideramos como bueno, sentimos nuestro derecho a apreciarlo y ante lo que consideramos como malo, nuestro derecho a rechazarlo.
Tan inyectado se halla este modo de funcionar en los pilares de nuestra cultura que lo confundimos con nuestro ser real y ni siquiera nos planteamos si existe una alternativa.
Por eso, es importante entender que todo rechazo significa FALTA DE AMOR, y donde falta Amor se siembra invariablemente la semilla del malestar y sufrimiento. En un sentido amplio, no hay alternativa al sufrimiento sin cuestionar la matriz básica del paradigma en el que vivimos: el de un mundo dividido entre el bien y el mal.
Dicho de otro modo, el sufrimietno es siempre una falta amorosa hacia algo o hacia alguien o hacia nosotros mismos. Detrás o al lado de cualquier problema grave, se presente como se presente, siempre podríamos seguir la huella de a quien o a qué estamos rechazando, a que o a quien no podemos dar un buen lugar en nuestro corazón, a qué o a quién no conseguimos apreciar o respetar. es simple y sólo requiere valentía para enfrentar las verdades del corazón y cuestionar la de la conciencia.
Ya decía San Agustín: " Ama y haz lo que quieras", en alusión a que el amor abre las puertas de la libertad.
Hace falta un nuevo paradigma basado en el AMOR, es decir, en apreciar y respetar lo que es tal como es. Apreciar lo que soy, lo que eres y lo que es. Porque aquello que no somos capaces de amar nos generará algún tipo de perturbación o sufrimiento.
...El sufrimiento se supera cuando dejamos de tomarnos tan en serio nuestros deseos y rechazos, cuando vivimos sin tanta apropiación ni expulsión. Cuando, en definitiva, podemos vislumbrar nuestra naturaleza esencial y vivir unidos a nuestro centro Espiritual...
Joan Garriga Bacardí ( extracto adaptado del libro: " Vivir en el Alma")
2 comentarios:
Creo que es amar, y ser amado.
Amar sin ser correspondido debe ser duro.
Un abrazo.
Hola Gaucho! si falta amor por uno mismo y amor verdadero por lo que es y lo que somos, es difícil ser correspondido porque atraemos lo que somos y sentimos.
Te dejo un gran Abrazo!
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