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martes, 13 de diciembre de 2011

PAZ



LA CARA EN EL ESPEJO

Todo el mundo tiene su propia definición de la paz. Algunas personas piensan que la paz es la ausencia de ruido. Otras creen que es la ausencia de guerras. Y algunas piensan que es un paisaje hermoso. Si eso es la paz, los lugares bellos no escasean en este mundo. Y hay sitios que son muy tranquilos. Entonces, ¿por qué no hay paz ahí? ¿Es la paz una manifestación de algo que sucede en el interior de un ser humano o tiene que ver sólo con el exterior? Ahí es donde tenemos que aminorar la marcha, porque las definiciones abundan. ¿Qué es la paz? ¿De dónde proviene el deseo de paz? ¿Podría ser que alguien se sentó un día a la mesa en su comedor y dijo: “Estaría bien tener paz en este mundo”? ¿O acaso tanto la paz como el deseo de alcanzarla son algo innato en cada ser humano?
Para mí, ése es el quid (la esencia) de la cuestión, porque si el deseo de paz es innato y fundamental para cada ser humano, como la comida, la respiración, el sueño o el agua, entonces no podemos vivir sin ella. Si te falta, todo está desequilibrado. Si colocas a una persona en una habitación preciosa con un sofá increíble, un bonito papel pintado y una hermosa vista, pero sin aire, ¿estará a gusto en esa habitación? ¿O aporreará la puerta para que le dejen salir? No podrías explicarle: “Mira. El aire es sólo una pequeña parte de la escena. Tienes la habitación, el papel pintado, el sofá, una televisión…
¡Relájate! ¡Pásalo bien! ¿Por qué te preocupas de si hay aire o no?”. No puedes verlo, pero cuando hay necesidad de algo fundamental las meras explicaciones no son suficientes. A una persona hambrienta no le puedes decir: “No pasa nada”. Cuando se trata de algo que es muy básico para un ser humano, no hay concesiones.
Con la paz sucede lo mismo. Sin ella, el ser humano no está completo. Del mismo modo que nunca te enseñaron a llorar, tampoco te han inculcado el deseo de paz. Un bebé sabe cómo llorar, cómo reír, cómo ser. Nunca nos han tenido que enseñar esas cosas básicas. El deseo de paz también es básico. Somos así. Es como nuestros cimientos; una necesidad que nace del corazón y nos impulsa a ser felices cada día, a encontrar la pieza que falta en el rompecabezas. Si estás haciendo un rompecabezas y sabes que falta una pieza, pero no sabes cuál es, sigues intentándolo. Eso es lo que este mundo está haciendo. Alguien viene con una fórmula mejor, una palabra mejor, una descripción mejor, un libro mejor, y la gente dice: “Eso lo arreglará”. “¡Si pudiéramos unirnos y dejar a un lado nuestras diferencias…!” Ésa es una gran teoría, que no ha funcionado. ¿Por qué?
Cuatro niños no pueden hacerlo. ¿Has visto alguna vez que se junten cuatro niños y dejen a un lado sus diferencias? Yo nunca. Basta con una pelota, un helado, un caramelo…
Cuando miramos a una persona, pensamos: “Joven, vieja”. Ésas son nuestras clasificaciones. “¿Indio? ¿Americano? ¿Italiano? ¿Chino? ¿Japonés? ¿Africano?” Decimos: “¿De dónde eres?”.
Hemos olvidado cómo mirar a un ser humano. Y hemos olvidado cómo mirarnos a nosotros mismos. Cuando vemos una cara en el espejo, no miramos la cara. Miramos sus imperfecciones: “¿Qué es esto? ¿Qué es eso?”. El hecho de que existas es un milagro. Que el aliento entre en ti cada día es un milagro increíble. Y la facultad de sentir, de conocer y de comprender, también lo es. En el corazón de cada ser humano danza el deseo de estar en paz. Si queremos paz social, lo primero que tiene que suceder es que desaparezca la causa del conflicto. ¿Quién lucha? La gente. El conflicto viene de ahí, y lo primero que hay que hacer para que desaparezca, es eliminarlo de la gente. De la gente como tú y como yo.
Hay quienes intentan traer la paz. Pero la paz no necesita que la traigan de ningún sitio porque ya existe dentro de ti. Con toda humildad te digo que lo que estás buscando está en tu interior. Que, como ser humano, la paz es totalmente posible para ti. Si te vuelves hacia dentro, la sentirás.
¿Cómo? Empieza por apreciar cada día de tu vida. Sólo hay una cosa que puede parar la embestida de la inconsciencia, y es un poco de conciencia.
Vive esta vida con un poco de conciencia. Sé consciente de tu existencia, porque antes de que te des cuenta, ya no la tendrás.
No hay una varita mágica, porque la formula mágica ya se ha manifestado, y somos nosotros, cada uno de nosotros sobre la faz de la Tierra. Entre todas nuestras necesidades y anhelos, hay uno que todavía no ha sido identificado: la paz. Eso es lo que queremos. Sin ninguna duda, no me importa quiénes sean —ricos o pobres, cultos o incultos, altos o bajos, morenos o pálidos— mientras sean seres humanos, eso es lo que quieren. Piensa un poco en esto. Se trata de un tema muy, muy especial, para descubrir en tu vida.

Prem Rawat -Mahartaji

3 comentarios:

Ernesto. dijo...

"Empieza por apreciar cada día de tu vida. Sólo hay una cosa que puede parar la embestida de la inconsciencia, y es un poco de conciencia.
Vive esta vida con un poco de conciencia. Sé consciente de tu existencia, porque antes de que te des cuenta, ya no la tendrás."

Hola Graciela, palabras que impresionan por su realidad y sencillez... la vida misma. Y como casi siempre llegan a uno en un momento determinado...

Gracias amiga, recibe mi abrazo.

El Gaucho Santillán dijo...

Es cierto.

PAZ, es lo mas parecido a felicidad que se me ocurre.

Un abrazo.

Graciela dijo...

Hola Ernesto! no son solo palabras...es la vida misma...

Hola Gaucho! si!..SIN PAZ no puede haber felicidad :)

Gracias!, les dejo un gran abrazo!

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