Seguir "Lo Natural"
Para el taoísmo no existe la culpabilidad ni el pecado como
conceptos absolutos. Si preguntamos a cualquier persona por algo que ha hecho o
hizo mal, siempre encontraremos justificaciones más o menos aceptables, más o
menos satisfactorias. Pero siempre hay razones y siempre hay justificación.
Entonces, ¿dónde está el pecado? ¿dónde está la culpabilidad? Es fácil entender
que esta estigmatización no es más que una cuestión moral. Sin embargo, para el
taoísmo, ajeno a esos conceptos de culpabilidad y pecado, todo se transforma en
una cuestión personal. No hay culpabilidad, sino que hay una respuesta a cada
uno de nuestros actos, hay una reacción a cada una de nuestras acciones. Si nos
comportamos inadecuadamente, entonces alguien o algo responderá frente a este
comportamiento. Si nuestro vivir se aleja de lo natural y de lo adecuado y
sano, entonces el organismo, la vitalidad, la energía que nos habita se
resentirá y dejará de fluir en perfecto circuito. Y eso nos traerá la
enfermedad, más grave cuanta mayor sea nuestra insistencia y permanencia en lo
desnaturalizado.
Mientras que en el judaísmo es necesario un pago, una víctima
propiciatoria, una ofrenda y un perdón; en el taoísmo no hay tal: la enfermedad
es, como todo, una experiencia vital y llegar a esta experiencia, vivirla,
extraer el conocimiento y la sabiduría, y seguir el camino valiéndote de lo
aprendido, es lo deseable.
Hay algo evidente, los taoístas no desean la enfermedad, por
mucha sabiduría que les pueda deparar, pero no rechazan ninguna posibilidad de
aprender, aunque sea mediante el sufrimiento y el malestar.
Pero sigamos investigando: ¿Dónde está esa naturalidad que
produce la salud? ¿En qué consiste esa naturalidad? ¿Cómo podemos alcanzar la
salud y alejar la enfermedad?
Hay algo que se nos hace evidente, aunque solo sea por haberlo
oído en estos últimos tiempos muchos millones de veces: la salud mental es el
99% de la salud total. Por eso, lo primero y esencial para reinstaurar la
naturalidad en nuestras vidas es apartar de nosotros las ideas recurrentes, los
falsos optimismos y los negros pesimismos. No podemos vivir dándole vueltas a
todo cuanto pasa por nuestra cabeza. Por eso, no hay nada mejor que la práctica
de la respiración: sin prisa, sin pausa, con constancia y con confianza.
Respirar diaria y atentamente es la forma inigualable de poner
las cosas en su sitio, de dar el valor que realmente tiene a cada pensamiento,
imagen, emoción o sensación que pasan por nuestras vidas. Alejar nuestra vida
de la emoción externa, exagerada, agitadora y conmovedora es la única forma de
recuperar al menos el 80% de nuestra libertad. No quiere esto decir que dejemos
de sentir, de vivir, de percibir lo que la vida nos brinda, de aceptar que la
alegría y la tristeza están presentes en nuestras vidas y forman parte de
ellas. Se trata únicamente de dejarlas estar, de no comprometerse con ellas, de
no actuar bajo la influencia de estímulos que son infundados, que son
aprendidos, que son impostados y repetidos hasta la saciedad, que son
manipulados y que muchas veces nos vienen dados por nuestra educación, por
nuestras circunstancias personales o por nuestras primeras experiencias
vitales.
Ahora bien, nadie dice que sentarse a respirar sea la medicina
milagrosa, el bálsamo de Fierabrás que en El Quijote pretendía curar todas las
dolencias de su vida de aventuras. Respirar requiere tiempo, requiere –como ya
he dicho- constancia y confianza. Los efectos se notan al poco tiempo, al muy
poco tiempo, pero eso no quiere decir que a los pocos días poseamos lo que los
grandes maestros han tardado años de práctica en conseguir. Hay que repetir y
repetir y repetir y aceptar que, pese a nuestro entusiasmo, podemos caer en las
garras de esos sentimientos, pensamientos y emociones banales y traidores. Que
podemos volver a caer en el barro, en el lodo. Que podemos volver a sufrir
indescriptiblemente por tonterías y estupideces: por palabras de otros, por
conjeturas nuestras, por prejuicios, por … etc.
Pero seguir, practicar y confiar hacen que recuperemos ese 80%
de libertad y desde ahí nos situamos a muy buena distancia de la salud natural.
La medicina ayurveda considera que la enfermedad es un ataque
contra la sabiduría, ya que atentamos contra nuestros intereses más elementales
y vitales. Por eso, necesitamos recuperar la calma mental y emocional, pero
necesitamos también adecuar nuestra dieta, los alimentos que nos hacen bien y
que nos hacen mal, no los que necesariamente nos gustan o nos disgustan.
Ajustar nuestra dieta, seleccionar nuestros alimentos para que tengan olor,
color y sabor, dedicarle un tiempo a esta selección y, sobre todo, al proceso
de la comida, hará que nuestras ingestas sean más comedidas, que nuestro
disfrute sea mucho mayor, que el aprovechamiento de las virtudes de nuestros
alimentos sean multiplicadas hasta el infinito. Pero lo que es más importante,
con esta delicadeza, aprenderemos a percibir nuestro cuerpo, a escuchar lo que
el cuerpo nos pide, lo que nuestra vida necesita de lo básico para sostenerse,
pero haremos de esta necesidad vital el arte de vivir nuestra vida
naturalmente.
Finalmente no sería posible alejar la enfermedad y recuperar el
equilibrio vital y natural sin la práctica de un ejercicio, de una actividad
física, de algo que nos ponga en movimiento. Ciertamente el taichí –con sus
suaves movimientos y su atención minimalista-, el chikung –con su precisión
orgánica y su fuerza respiratoria-, el yoga –con su atenta distensión y sus
estiramientos y técnicas-, la marcha, el paseo, cualquier deporte no
competitivo… cualquiera de estas actividades nos pondrá en el sendero de la
naturalidad y de la salud. Dice también la medicina ayurveda que los esfuerzos
físicos resultantes de estas actividades deben estar siempre a un nivel medio
de cansancio, o lo que es lo mismo, no debemos abusar de nuestro cuerpo
superando la actividad hasta el agotamiento. El cuidado y la atención siempre
nos indicarán que un cincuenta por ciento de esfuerzo es mil veces mejor que el
70%, el 80 % o la extenuación.
Para el taoísmo la palabra mágica, la palabra clave que abre
todas las puertas es la palabra SEGUIR. Necesitamos atención y calma para
percibir lo que nuestro organismo necesita, para discernir lo que nos dará más
calma y más paz, lo que nos alimentará y lo que nos hará estar más físicamente
equilibrados.
Es seguir la naturaleza, lo natural, los ritmos con que el cosmos
adorna la vida; los ritmos que los años, las estaciones, las semanas y los días
proponen a cada criatura y a nosotros entre ellas. De la atención y de la
fidelidad a ese seguimiento alcanzaremos la salud y podremos hacer de nuestras
vidas un verdadero regalo y ser merecedores de la paz y la felicidad por largo
tiempo.
7 comentarios:
Cuando en el fondo hacemos mal y no lo reconocemos, tratamos de martirizar nuestro interior o allanar nuestra conciencia reinventando la mascara que excuse nuestra actitud...abrazzzusss
Nunca lo había imaginado, que la enfermedad nos traía sabiduría y aprendizaje; pero es cierto, auqnue sea un aprendizaje a lo que debimos haber sido para no caer en enfermedad.
Un gran abrazo!!
Hola Josh! Si, siempre estamos cambiando las máscaras y por eso siempre enfermamos, la autenticidad y la simpleza nos llevan a darnos cuenta del camino a seguir...
Hola El Drac! La enfermedad surge cuando erramos el camino de nuestra misión de vida. Tenemos que estar atentos y conscientes de las diferentes emociones que nos embargan y hacia donde vamos. La enfermedad es un camino de aprendizaje para aprender a conocernos y alinear mente-cuerpo y alma.
Graciassss!!!
Les dejo un Abrazo!
Aprendemos de todo, si estamos atentos/as.
Buen texto. Gracias
Un abrazo.
Hola Iraide!...si es así, debemos estar conscientes para aprender de cada experiencia, le enfermedad es una experiencia que nos viene a mostrar algo que no está alineado con nuestro espíritu.
Gracias!!
Te dejo un gran abrazo
muchas gracias Graciela por compartir esto, yo desde hace tiempo creo que cuando nos ponemos enfermos, algo tenemos que observar en nosotros, porque siempre hay una causa de esa enfermedad, creo que nuestro cuerpo es muy sabio y nos comunica cuando algo no va bien. Un abrazo amiga!
Hola Gemma! que bueno que lo observes porque la "enfermedad" nos comunica que algo no está bien, como decís, y por eso debemos tomar consciencia de eso para mejorar nuestra vida viviendo en plenitud con la guia de la naturaleza...de nuestro corazón.
Gracias!! Te dejo un Abrazo fuerte!
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