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jueves, 31 de mayo de 2012

Holly!!

'Nuestra última conquista será siempre alcanzada a través del amor y de la bondad, de forma que cuando hayamos desarrollado ambas cualidades de forma suficiente nada podrá asaltarnos, pues siempre sentiremos compasión y no ofreceremos resistencia' E. Bach

El gran antídoto para tiempos de “desamor” es "Holly", el acebo, una de las 38 Esencias Florales creadas por el Dr. Edward Bach, y es la esencia del “Amor”. Dice Chancellor “Que es realmente una de las esencias más importantes, si no es la más importante de todas .
La falta de amor es la cuna de grandes enfermedades personales y sociales; el mismo Dr. Bach lo describe como “el reverso de la ley de la creación” y nos anticipa que persistir en nuestra personalidad trae enfermedades de histeria, temperamento violento y soledad por no saber dar amor. El amor es el gran motor, trae consigo la misericordia y por ende la PAZ. Es hermoso y emocionante ver como al tomar esta esencia se revierten sentimiento de   odio e envidia y así hermanos distanciado vuelven a contactarse y encauzan su relación, al igual que padres e hijos, parejas, amigos; por eso lo llamó el gran antídoto porque disuelve el gran veneno del odio, la envidia y la sospecha. Bach la creo como la flor que nos protege “del deseo por todo lo que no es amor universal”* Ese amor que nos conecta con la esencia de nuestra alma y nos aparta de los deseos primitivos de posesiones materiales y afectivas. Su arquetipo es la Madre Teresa de Calcuta, esa mujer que dejo todo y entrego la mejor de sí en pos de ayudar a la Humanidad. Holly nos conecta con lo más sagrado, con nuestra propia divinidad “Dios en nosotros” con el amor verdadero, impersonal, desinteresado y esta es la cualidad más grande que puede poseer el Ser Humano. “El amor es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no goza de la injusticia, más goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. “El amor nunca deja de ser” Corintios 13
Viviana Spalla
Pratitioners Mat. ARP-2006-0710S

miércoles, 30 de mayo de 2012

Vacía el Bote



Si un hombre cruza un río,
no se enfadará,
por más mal genio que tenga,
cuando su esquife choque con un bote vacío.
Pero si en el bote ve a un hombre,
le gritará, y si sus gritos no son escuchados,
gritará todavía más fuerte,
hasta acabar maldiciendo.

Todo ello si en el bote hubiese alguien,
pero si el bote estuviera vacío,
no se habría enfadado ni hubiese gritado.

Si puedes vaciar el bote
con el que cruzas el río del mundo,
no habrá nadie que se te oponga,
ni nadie que pueda dañarte.

Chuang Tzu.

jueves, 24 de mayo de 2012

Aceptación Consciente

Hechos Incontrovertibles
Con frecuencia los discípulos de Buda se lamentaban de que había acontecimientos o hechos que no podían modificarse o incluso se esforzaban por cambiar situaciones inevitables y luego, al no conseguirlo, se quejaban de que así hubiera sido.Buda tenía que soportar pacientemente las quejas y los lamentos de algunos de estos discípulos que se desanimaban por no poder cambiar ciertas circunstancias y eventos.
Reunió a todos los que así procedían y les dijo:
-Es de sabios aceptar lo inevitable; es de sabios modificar lo que pueda para bien ser
cambiado; es de sabios saber qué se debe aceptar y que se puede modificar.
Después de unos momentos de pausa, agregó:
-Quiero que vayáis al estanque más cercano y hagáis lo siguiente: llevad con vosotros una roca y un bidón de aceite. Arrojad la roca al lago y echad una buena cantidad de aceite. Regresad después y contadme lo sucedido.
Los discípulos siguieron las instrucciones de Buda. Llegaron hasta el estanque y a sus aguas arrojaron la roca y una buena cantidad de aceite. Estuvieron observando unos instantes lo sucedido y regresaron junto Buda, que les preguntó:
-¿Qué ha sucedido?
Uno de los discípulos habló por todos:
-Hemos comprobado que la roca se ha hundido y la mancha de aceite ha flotado.
Y el maestro les dijo:
-Pues aunque consumierais toda vuestra existencia sentados a la orilla del estanque anhelando que la roca flotase y la mancha de aceite se hundiese, no lo conseguiríais. Simplemente, es la ley de los hechos incontrovertibles.
Comentario

¿Somos al menos ligeramente conscientes de la masa enorme de sufrimiento que hemos acumulado sin utilidad por no aceptar con ecuanimidad los hechos incontrovertibles? Nadie puede elevarse en el aire tirando de los cordones de los propios zapatos. Puede intentarse, para una y otra vez conseguir, como mucho, romperse la crisma contra el pavimento. Hay que desarrollar un poco de inteligencia clara a fin de discernir cuándo se puede modificar algo o cuando debe ser aceptado como hecho incontestable. En todo caso, no lo olvidemos, podemos modificar nuestra actitud.
A menudo, por ofuscación mental, no modificamos lo que deberíamos corregir y, en cambio, nos empeñamos en transformar lo que no puede ser mutado. Veamos la historia de un pez que quería volar y un ave que deseaba bucear. No aceptaban conscientemente su condición y sufrían mucho. Sucedió que de tanto anhelar lo que no podían hacer, el pez renació como ave y el ave, como pez. Pero la historia se repitió: el pez quería volar y el ave deseaba nadar. ¡A saber cuántas veces hubieron de renacer para llegar a aceptar sus condiciones!
 La aceptación consciente es una clave importante para propiciar el sosiego y empieza por la aceptación de lo que uno es, pero no para resignarse fatalmente, sino a fin de comenzar, desde ahí, a poner los medios para la evolución de la conciencia.
También hay que aprender a aceptar a los demás. Generamos mucha ansiedad si nos extraviamos en expectativas, falsas ilusiones, exigencias e imágenes idealizadas. Muchos vinculos afectivos no llegan nunca a ser sanos porque se basan en expectativas infantiles o neuróticas.
 
Ramiro Calle

miércoles, 23 de mayo de 2012

Albert Einstein y Mileva Maric

"La gente más feliz, no necesariamente tiene lo mejor de todo; simplemente disfrutan al máximo de todo lo que está en su camino"


Sirva este pequeño retrato de Mileva Maric como homenaje a esas miles, millones de abnegadas esposas y madres, que han sacrificado sus sueños, carreras e ideales, porque el instinto maternal y el amor han sido más fuertes que el estatus.
  
La roca detrás del genio, la mujer de piedra.
"Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido". Cuando se le preguntaba a Mileva Maric por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: "Wir sind ein Stein!" , que en alemán significa "somos una piedra".
Mileva Maric y Albert Einstein se conocieron en la Universidad Politécnica de Zürich a finales del siglo XIX. Maric era la única mujer que estudiaba matemáticas y física en aquella universidad. En 1896 iniciaron una relación sentimental y Einstein estaba fascinado por la intensa colaboración intelectual que recibía de parte de su compañera serbia. A la única persona que disgustaba aquella relación era a la madre del genio, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia: “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer. Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja”.
Mileva Maric y Alberto Einstein a finales del siglo XIX
Como sea, la pareja estaba flechada porque ambos hablaban el mismo lenguaje: ella le dio clases de matemáticas (que nunca fueron el fuerte de Einstein), preparaban juntos sus exámenes y compartían el mismo interés por la ciencia y por la música. Einstein le escribió en 1900: “Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.

En 1902, Einstein se trasladó a la ciudad de Berna, Suiza, donde consiguió empleo en una oficina de patentes. Tras cinco años de convivencia Albert y Mileva terminaron casándose a comienzos de 1903 y tuvieron su primer hijo al año siguiente. En sus ratos libres, Einstein desarrolló, entre otras cosas, la Teoría de la relatividad especialque habría de revolucionar la física moderna. Los frutos de su trabajo fueron publicados en 1905, en la -en aquel entonces- prestigiosa revista Annalen der Physik.
Un ejemplar de "Anales de la Física"
Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: "Wir sind ein Stein!" (Somos Einstein), que en alemán significa “somos una piedra”.
Esta es más o menos la historia oficial, la que todos sabemos; pero se puede ahondar un poco más en la vida privada del genio, en sus inicios y sobre todo, en la relación con su primera esposa.
Aunque Mileva fue una sobresaliente matemática, nunca terminó formalmente sus estudios, en cambio Albert pudo defender su tesis doctoral en 1905. Para 1908, Einstein consiguió finalmente un puesto de profesor en la Universidad de Berna. En cuanto a Mileva, el matrimonio la obligó a abandonar definitivamente la universidad y la física.
Existen varias cartas del noviazgo en las que Einstein debate con ella sus ideas de la relatividad e inclusive se refiere a “nuestra teoría” y le da un trato de colega. A partir de estas evidencias hay estudiosos que concluyen que las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric, quien no pudo continuar con su carrera puesto que se hizo cargo del cuidado de los hijos, uno con retraso mental, lo que desde luego le exigió más cuidados maternales. Incluso ahora se sabe que engendraron una niña en 1902, antes de casarse, de la cual se sabe muy poco, sólo que la entregaron en adopción.
Mientras ella cuidaba de sus hijos y renunciaba a la ciencia, Einstein desde su puesto académico tuvo el tiempo suficiente para concluir sus estudios y desde luego para desarrollar la teoría, de la que se sabe ahora, no todo el crédito era suyo. En esa pareja de físicos alguien tenía que cuidar a los niños, alguien tenía que lavar y preparar la comida; y ése fue el papel que Einstein y la sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien subordinó todas sus aspiraciones a los objetivos de su esposo y puso todos sus conocimientos a su servicio.
Mileva Maric y sus hijos, Albert y Eduardo
"Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes", escribía Mileva a unos amigos. Einstein a su vez admitía:"Nuestra vida en común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir por qué".

Con el paso del tiempo la relación se tornó disfuncional. Ella ya no le resultaba divertida y tampoco le aportaba nuevas ideas ni conocimientos. Las “Reglas de conducta” que Albert Einstein le impuso por escrito en 1914 son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, del machismo y violencia sicológica que ejerció en contra de Mileva:

“A. Te encargarás de que:
  1. mi ropa esté en orden,
  2. que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación,
  3. que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.
B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que:
  1. me siente junto a ti en casa,
  2. que salga o viaje contigo.
C. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:
  1. no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello,
  2. deberás responder de inmediato cuando te hable,
  3. deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.
D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho.”
Con este tipo de imposiciones obviamente que las cosas no funcionarían nunca, por lo que los Einstein terminaron separándose en 1914. Einstein volvió a casarse en 1915 con una de sus primas, Elsa Einstein, quien también era divorciada y tenía dos hijas. Esta nueva relación marital fue como un necesario soplo de vida para el aún desconocido físico, ya que apenas un año después y con una inusual lucidez y energía dio a conocer su famosa Teoría General de la Relatividad.
Elsa Einstein, prima y segunda esposa del genio
Elsa fue la mujer sumisa que Einstein buscaba. En silencio y total sumisión supo mantenerse a prudente distancia, dedicada al hogar y facilitándole el trabajo de investigación. Su doméstica obediencia dio un paso más cuando aceptó organizarle la agenda y restringirle el número de visitantes que aspiraban hablar con él, a medida que crecía su fama.
De los hechos se desprende que Einstein nunca necesitó una esposa sino una secretaria, y que no quiso formar una pareja científica ni conceder crédito alguno en su teoría a su ex esposa Mileva. Quizá por eso, de alguna manera le pagó por su aporte, al otorgarle el dinero que ganó por el Premio Nobel de Física.
Un detalle bastante revelador aportado por la feminista alemana Senta Trömel-Plözt es que, cuando Albert y Mileva se separaron oficialmente en 1919, el documento del divorcio incluyó una cláusula de que, en caso de recibir Einstein algún premio por los artículos publicados en 1905 en los Annalen der Physik, debía entregárselo íntegramente a Mileva. ¿Tenía la esperanza Mileva que ese trabajo revolucionaría al mundo? ¿Cómo pudo saberlo si no fue parte del mismo? Fue en los años de su vida conjunta, hasta 1914, cuando nacieron las obras más importantes de Einstein, por lo que algunos creen que el papel de su mujer era significativo, sobre todo en matemáticas, materia en la que alguna vez brilló en su Facultad.
Mileva Maric
Y fue así que en 1921 Albert Einstein ganó el Nobel de Física por sus publicaciones de 1905, y un año después le entregó la totalidad del dinero del premio a su ex-esposa. Y también hay que decirlo: Einstein era un misógino empedernido. Estaba convencido de que “muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no sepa nada de ciencia”. Decía también que “la ciencia agría a las mujeres”, de ahí la opinión que tenía de Marie Curie: “nunca ha escuchado cantar a los pájaros”. Aun así, dentro de ese machismo recalcitrante, fue quien acuñó la célebre frase: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Mileva vivió hasta el último de sus días en Zúrich, en un apartamento con vista a la facultad en la que estudiaron juntos. El piso fue comprado justamente con el dinero del Premio Nobel.

lunes, 21 de mayo de 2012

Guarda Silencio...



“Y le preguntaron: ¿Qué es un maestro?
Y él les dijo:
Es aquel que te enseña en silencio. Pero su silencio se hace mil palabras para el ignorante y ninguna para el sabio.
No esperes ver fuera de ti al Maestro que aún no ha nacido en tu interior. Puede pasar todos los días frente a ti y no reconocerlo. Puede estar todos los días junto a ti y no verlo.

Sepas lo que sepas, guarda silencio. A nadie enseñarás nada más de aquello que sabe.Y si amplía su saber tomándolo de ti sin estar preparado, será un saber superficial en él y sin fondo. La sabiduría no se regala, se trabaja en el roce con la vida y el sacrificio cotidiano. A aquellos que debas decirles algo, la misma vida los pondrá parejos a tu camino, y andando, los enseñarás a andar.”

Cayetano Arroyo. (de libro: Diálogos con Abul Beka )

El Silencio...
El silencio constituye el contrapeso
o el equilibrio absoluto de
la mente, el cuerpo y el espíritu.

El hombre que mantiene su
identidad siempre serena y firme
ante las tormentas de la
existencia que no es, por así
decirlo, como una hoja que pende
agitada de un árbol ni una onda
en la brillante superficie
de una charca, nuestra,
a juicio de este sabio iletrado,
la actitud y el comportamiento
ideales en la vida... Si uno pregunta:
¿Cuales son los frutos del silencio?,
responderá: "el dominio de si mismo,
el valor o la resistencia verdaderos
,
la paciencia, la dignidad y el decoro.
El silencio es la piedra angular"
del carácter.
 Dr. Charles Eastman

viernes, 18 de mayo de 2012

Relaciones Interpersonales


Relacionandonos
Un día, un hombre descubrió al despertarse, con horror, que unas esposas le atenazaban las muñecas. Hundido en la desesperación sólo anhelaba volver a ser libre, pudiendo quitarse esas horribles esposas. Despavorido, salió a la calle y comenzó a correr. ¡Ansiaba la libertad! Necesitaba alguien que pudiera librarle de las esposas. Corrió y corrió por calles y callejuelas y de pronto, al pasar frente a una herrería, vio a un fornido herrero trabajando.
Entró en el taller y le suplicó que le liberase de las esposas. Un par de certeros golpes fue suficiente para que éstas saltaran por los aires. Entonces el hombre se sintió muy agradecido a su salvador y comenzó a admirarlo profundamente. Lleno de gratitud, decidió quedarse a pasar una temporada con él. El herrero era un hombre tosco, déspota e incluso cruel. Cada día encomendaba al liberado tareas más duras e indignas y le insultaba y le exigía obediencia ciega y abyecta. Le intimidaba sin tregua, despreciándolo a cada momento, de modo que lo convirtió en un ser sumiso. Así pasaron los meses y los años. El hombre se convirtió en un esclavo del herrero.
Comentario
Hay cuatro tipos de relaciones interpersonales; los tres primeros a los que haremos referencia engendran vínculos afectivos insanos y no cooperan en el progreso interior.
Hay personas que se relacionan desde lo que podríamos denominar el «aislacionismo», incluso si tienen un gran don de gentes y son aparentemente muy comunicativas. No se abren más que en la apariencia, no comparten, no se comunican de corazón a corazón; en su interior, están atrincheradas psicológicamente, se acorazan y nunca se entregan. Sus relaciones, por ello mismo, son tan superficiales como insustanciales. Aunque la persona no se aperciba de ello, hay miedos, inseguridades y carencias en lo profundo de su psique que le impiden la sana interdependencia, la comunicación genuina y la entrega incondicional. Son individuos que interiormente viven aislados y si consiguen algún tipo de sosiego o equilibrio, son artificiales y, por tanto, precarios.
Otros seres humanos se relacionan desde el afán de poder y la necesidad compulsiva de dominar, manipular y someter a los demás, a veces incluso buscando falaces autoengaños como por ejemplo un exacerbado paternalismo, o argumentando su conducta mediante la excusa de que quieren ayudar y proteger. Estas personas, cuando se les contraría, pueden llegar a ser muy violentas o muy ladinas; aun cuando aparentan suavidad, su voluntad de dominio está al acecho.
Hay otra categoría de individuos que actúan desde la docilidad excesiva y el
sometimiento, como el personaje de nuestro cuento, y pueden llegar a la obediencia ciega e incluso a la abyección. Son personas con una notoria minoría de edad emocional, mórbidamente dependientes, que necesitan la luz ajena para gravitar en sí mismas. Los líderes políticos, sociales y religiosos se sirven de manera habitual de ellas, que tienen una tendencia a la indiscriminada admiración, a entronizar al líder y a entrar incluso en servidumbre con respecto a él. En lugar de tratar de salir de su cárcel interior, duplican su prisión: la propia y la persona a la que rinden pleitesía. No puede haber crecimiento interno de este modo, ni sosiego, ni libertad mental. Una persona afirma su ego en detrimento de la otra; apuntala su enfermiza personalidad explotando emocionalmente a la otra.
Pero hay individuos que entablan relaciones afectivas que se fundamentan en un vínculo sano y, por tanto, genuino y capaz de cooperar en el crecimiento de aquellos que configuran la relación.
Son relaciones de fecunda interdependencia, donde están ausentes las actitudes de «aislacionismo», dominio y dependencia. El vínculo sano se basa en la cooperación, la libertad, la entrega sin dependencias, la sólida comunicación, la atención consciente, el sosiego y la tolerancia. En la medida en que la persona se va completando y consiguiendo madurez psíquica y serenidad, está más capacitada, por supuesto, para tallar vínculos afectivos sanos y genuinos. Del mismo modo que «así como pensamos, así somos», podríamos asegurar que «así como sentimos, así nos relacionamos».

Ramiro Calle


miércoles, 16 de mayo de 2012

Auténtica Religión, Auténtica Moralidad

AUTENTICIDAD
La autenticidad no puede surgir a través de la enseñanza, la autenticidad se da a través de la conciencia, si estás despierto, si vives de un modo consciente. Mira la diferencia: vivir conscientemente significa vivir abierto, sin esconderse, sin jugar al gato y el ratón.
Estar alerta significa ser vulnerable, y sea lo que sea que suceda, que suceda. Lo aceptas, pero nunca te compr
ometes, nunca compras algo olvidándote de tu conciencia. Incluso si ello significa el quedarse totalmente solo, aceptamos el estar solo, pero estarás conscientemente alerta, despierto. Unicamente con esta vigilancia empieza la verdadera religión a suceder.
En el momento que tu conciencia se haga un continuo, no necesitarás de la mente. Ya no habrá planear , tus actos provendrán de tu conciencia, no de tu mente. No habrá entonces necesidad de disculpas ni necesidad de ofrecer explicaciones. Serás lo que tengas que ser, no habrá nada que esconder. En ese momento sea lo que seas, eres, no puedes ser nada más. Puedes mantenerte en un estado de recordación continuo. A través de recordar, de esta atención, surge la auténtica religión, nace la auténtica moralidad.

Publicado por Alicia Reano

martes, 15 de mayo de 2012

Entrevista a Pilar Sordo

Las mujeres erotizamos todo, menos la cama


Por qué los hombres serian más rápidos para restablecer o rehacer las relaciones afectivas?-Por lo mismo. Porque como sueltan y están diseñados para poder soltar, logran dar vuelta páginas de la vida con mayor rapidez. Como que cierran la puerta con menos complejidad. Ustedes los hombres cierran las puertas más rápido que nosotras las mujeres. Nosotras siempre tendemos a dejar las puertas abiertas, con un halo de misterio o de magia…como pensando que esas puertas pudieran abrirse. Es como una cosa un tanto romántica.
Para los hombres lo que se acaba, se acabó. Y punto.
Eso les permite poder volver a abrir.
-Otro concepto en tu libro señala que lo femenino valora más el proceso;a diferencia de lo masculino que valora más los objetivos.
-Es una de las diferencias que la investigación demostró. Las mujeres le damos mucho valor a los detalles o al trayecto de las cosas en la vida. No le damos tanto valor a las llegadas o la obtención de resultados en sí mismo, pues eso es más masculino. Y eso se nota en los viajes, se percibe en la vida sexual, en cómo las mujeres reparamos y observamos procesos distintos a los que disfrutan ustedes los hombres. Ustedes se solazan más con la llegada, con la meta. El trayecto es casi invisible para la estructura masculina en general. En cambio, para nosotras la meta no adquiere tanto significado como pudiera tener el camino que hayamos hecho, o como haya sido el camino. Si el camino fue positivo, disfrutado o gozado…
-Eso lo interpretó magistralmente Coco Legrand en un Festival de Viña del Mar…
-Exactamente.
-Por el hecho de valorar más el proceso, ¿ será que la mujer es más comprensiva que el hombre?
-Sí, puede ser…pero no sé si comprensiva es la palabra más adecuada, ya que eso tiene un valor de juicio que me parece poco justo con los hombres. Yo creo que hay hombres tremendamente comprensivos también. Lo que sí es cierto es que nosotras estamos más conscientes del camino, y al estar más conscientes del camino estamos más centradas en el resto que en nosotras mismas. Y eso nos hace más empáticas -como tendencia- que lo masculino, que es más proclive a estar concentrado en el objetivo, por lo tanto tiende a no ver o a pasar por alto ciertas cosas.
Sin embargo, el hombre tiene una mayor capacidad para estar anclado en el presente. El hombre está donde está. La mujer nunca está donde está. O sea, está con el cuerpo en un lugar y con la cabeza donde piensa que la necesitan.
Las mujeres vivimos más disociadas con respecto al anclaje al presente. Ustedes los hombres tienen mas capacidad para estar anclados al presente (el aquí y ahora) y, por lo tanto, disponen de mayor capacidad para disfrutar del presente. Luego, disfrutan del presente más que nosotras.
-Por estar en varias partes, la mujer puede tener mayor capacidad de sindéresis, de estar con el otro. Su empatia sería mayor…
-Puede ser, está bien. Pero eso es un poco tramposo también, porque nosotras lo hacemos como un tema de ida y vuelta, que tiene que ver con que la mujer requiere sentirse necesaria. Por lo tanto, nos centramos en el otro con el fin de
que el otro nos haga sentir que nos necesita.
Entonces, no es tan generoso ese desempeño…
-Tu has dicho que los chilenos somos poco consistentes. ¿En qué nota este doble discurso del chileno, este afán elusivo y de no decir las cosas por su nombre? ¿Por qué tanto eufemismo en la conversación del chileno?
-Yo diría a que fundamentalmente somos un país que tiene serias dificultades para expresar sus emociones. Por lo tanto, el manejo de la verdad implica necesariamente hacerse cargo de lo que uno dice. Y yo siento que nuestra segunda lacra nacional es jamás tener la culpa de nada. Para eso hay que tener un talento maravilloso! Y siento que lo aplicamos en nuestras dinámicas sociales en forma excepcional, junto con el arruinarle la vida a la gente que está contenta. A eso yo le llamo “anticipación de desgracia”, que es una cierta facilidad para hacer sentir a quien está feliz, que eso le va a durar poco.
Objetivamente, eso nos hace poco consistentes. No nos permite poder expresar bien todo, porque nos da susto. Los chilenos tenemos un gran susto a la conexión con las emociones. Eso nos hace arrancar del dolor, nos hace arrancar de la verdad. Entonces, optamos por discursos más bien tangenciales y no tan directos. Y así es como no usamos las palabras que tenemos que usar, donde en vez de decir cáncer, decimos “una larga y penosa enfermedad”, en fin…
-Queda claro: el chileno construye bien, pero demuele mejor…
Es cosa de ver un edificio en construcción. No hay más de tres o cuatro personas mirando. Cuando van a demoler un edificio, sobran los espectadores. ¿De dónde vendrá esto? ¿Del mapuche o del extremeño español?
-Yo creo que hay una mezcla…hay una mezcla de raza, hay una mezcla geográfica. Y no por clima, sino por constitución, por el hecho de ser un país tan delgado. Creo que esta cosa como de sentirnos al final del mundo, nos ubica permanentemente en una cosa medio quejumbrosa, que tiene que ver -insisto- con el problema del miedo. El miedo a disfrutar es muy grande, porque tenemos miedo a la ilusión. A Chile le cuesta mucho ilusionarse. Generalmente preferimos decir que no nos va a resultar un proyecto determinado, para no sufrir el desencanto. Le vivimos haciendo el quite a las frustraciones.
Yo siento que el tema de la ilusión y la conexión con el dolor…o con la posibilidad del dolor, en caso de que algo no nos resulte, es muy alta. Entonces, para evitar el sufrimiento, suponemos que si no nos ilusionamos sufrimos menos. Y yo creo que es al revés.
EL CHILENO EN LA CAMA
-Sexualmente, ¿los chilenos seguimos subdesarrollados? Te lo pregunto porque muchas mujeres dicen que el chileno es huérfano desde el punto de vista de las emociones. Por eso a veces llega un argentino “rasca” o atorrante y -como tiene más verso- se lleva las mejores mujeres.
-Creo que el tema de la sexualidad tiene que ver con lo mismo que conversamos hace un rato: con la expresión de sentimientos. Y nosotros somos un país que habla poco. De hecho ahora nuestras tácticas de seducción pasaron a la tecnología. Entonces, se está seduciendo a través de Internet, a través de mensajes de texto, a través de Facebook y a través de todo tipo de cosas, menos a través de la palabra.
Y como somos un país que habla poco, somos un país que seduce poco, y la seducción pasa inexorablemente por la comunicación. Por eso que un argentino seduce más. Porque es un tipo que habla más, que
tiene mejor vocabulario, que se relaciona desde el punto de vista comunicacional en forma mucho más amplia que el chileno, que tiene menos recursos verbales, que de cinco palabras que pronuncia… cuatro son garabatos, porque no tiene vocabulario, donde además la expresión gestual -en lo referido a emociones-también es escasa. Sobre todo en las generaciones más jóvenes, que además hoy día no expresan emociones, porque, según ellos, las expresan los maricones. Entonces, objetivamente hay un tema ahí que tiene que repercutir en el comportamiento sexual, porque para seducir hay que hablar primero.
Si no, no hay calentura, en términos reales. Por lo menos, desde el comportamiento de lo femenino.
-Aparte de tu inteligencia, el hecho de ser bonita y simpática crees que ha logrado que tu mensaje llegue con mayor fuerza?
-(Sonríe) No lo sé…yo siento que la gente me siente cercana porque yo soy como un despelote, no más. Y en ese despelote soy poco pretenciosa y renuente a adoptar posturas o cosas que n o van conmigo. Yo soy la misma siempre. Soy la misma dando una conferencia que estando con mi papá en mi casa o conversando con mis amigos. No existe el personaje Pilar Sordo, por lo tanto me canso menos, también…porque creo que la gente que elabora personajes se cansa el doble. Pero siento que al final la gente logra ver un tanto esa consistencia.
Yo siento que la gente es muy generosa conmigo.
-Has señalado que las mujeres son más lentas que los hombres para procesar los conflictos. ¿Puedes explayarte en eso?
-Nos demoramos más tiempo, sí.
Lo que pasa es que somos retentivas. Retenemos más desde el cuerpo, desde lo biológico, desde retener más líquido…tendemos a guardar.
Por lo tanto, soltar es una tarea difícil para nosotras. Luego, el soltar los conflictos, el cerrar las etapas en la vida, nos cuesta más. Entonces, somos mucho más lentas, porque además sentimos que podemos rescatar los procesos a al menos modificarlos Y generalmente ello no es así.
-Acerca de lo mismo, JM ¿por qué los hombres seriamos más rápidos para restablecer las relaciones afectivas?-Por lo mismo. Porque como están diseñados para poder soltar, logran o dar vuelta páginas de la vida de manera más rápida. Es como cerrar puertas. Las puertas las cierran más rápido ustedes los hombres que nosotras. Nosotras siempre tendemos a dejarlas abiertas, con un halo de misterio o de magia que permitieran volver a abrirlas. Es como una cosa medio romántica.
En cambio ustedes, si la cosa se acabó …¡se acabó! Y cortan sin mayor dilación. Eso les permite poder volver a abrir con más rapidez, y por lo tanto, restablecer relaciones de pareja de una manera más expedita.
El Labrador
Por: Jorge Abasolo

sábado, 12 de mayo de 2012

Creando nuestro Centro Espiritual

 El Centro Espiritual
Las personas que desarrollan una gran comodidad consigo mismas aprenden a respetar, hacer espacio,y querer todo lo que les constituye.  Al mismo tiempo no se identifican con ello: lo observan como si fuera el sorprendente desfile de su vida, el oleaje contínuo de sus vivencias, sin tomarlo tan en serio ni tampoco creerlo su realidad personal definitiva, única y acabada.  saben del dominio de lo transitorio.
Por un lado se entregan a vivir lo que les recorre y les impulsa y tiene sentido; abrazan todo aquello que salta a su paso.  Por otro lado se convierten en observadores de lo que viven: piensan, sienten, notan, hacen... Aprenden a vivir en un centro vacío que todo lo permite, lo alaba incluso, pero en nada se apasiona en exceso.  No se confunden. el Ser no son las formas aunque también esté en ellas y fuera de ellas , aunque resida en todas partes.
En este modo natural encuentran paz y armonía que se vuelve estable, por debajo de los cambiantes oleajes de lo que viven.
Cuando habitamos toda la circunferencia de la personalidad y podemos observarla y vivirla con todos los detalles, cuando dejamos de desear las tijeras mágicas para recortarnos a la medida de nuestro ideal , la energía se libera para sentir el punto cero, el eje central, el ojo que mira, el testigo que ratifica, la consciencia que observa.  Creamos un centro espiritual.  El ser esencial nos hace notar que está encendido, vibrante. Estamos en casa.
La vida crea y piensa todas las formas para que las adoptemos entre todos, para que las juguemos profusamente.  Así lo hacemos y al mismo tiempo no somos ello y debemos saberlo.  No somos nuestro cuerpo aunque él nos vive. No somos nuestros sentimientos aunque también nos viven, ni somos nuestros pensamientos a pesar de que también nos toman. sabemos que no somos ellos, entonces los disfrutamos y aparecen, como gestalts constantes que se crean y destruyen. Y mientras tanto permanecemos en nuestro centro.
Quien está cómodo con toda la circunsferencia no gasta energías en parapetarse de lo que teme, de lo que cree no ser. Se siente a sus anchas en todos sus yoes y tendencias.  Y como no tiene nada que defender, su energía se dirige espontáneamente al presente, se vuelve disponible para cada ahora, entra en comunión con cada instante y lo abraza.  No lo decide, no lo pretende, no lo encamina, solo ocurre.  Tiene los recursos: La casa está ventilada y la energía libre.  El presente se ilumina...¿ Y que ilumina? La realidad tal como es, a nosotros tal como somos, y a los demás, todos ellos, tal como son.  Lo ilumina todo sin distinción, aquí y ahora.

Joan Garriga Bacardí - Psic. Gestáltico-( del Libro: " Vivir en el Alma")

jueves, 10 de mayo de 2012

PAZ INTERIOR

LA SERENIDAD
Alejandro y Diógenes

En su época, Alejandro Magno era el hombre más poderoso de la tierra. Sin embargo, no era una persona feliz y no gozaba de paz interior. ¿Cómo era posible que nunca experimentase la serenidad? Era en cierto modo un hombre muy atormentado que ponía toda su energía en seguir conquistando el planeta. Pero un día oyó hablar de un sabio, una especie de ermitaño, que vivía en un tonel y que, a pesar de no disponer de nada material, era un individuo llamativamente sereno e imperturbable. Alejandro decidió ir a verle. El sabio no era otro que Diógenes. Prepotente, Alejandro se dirigió a él diciéndole:
-Amigo, soy el hombre más poderoso de la tierra. Dime, ¿qué puedo hacer por ti? Diógenes repuso:
-De momento, apártate hacia un lado, porque me estás tapando la luz del sol.
Alejandro le dijo:
-Tienes fama de ser un hombre que goza de una gran paz interior, aunque, por lo que sé, sólo dispones de ese tonel.
-Y de mí mismo -aseveró el ermitaño-. ¿Y en qué puedo yo ayudarte a ti?
-Soy el hombre más poderoso de la tierra -dijo Alejandro-, pero no tengo paz interior. Tú has ganado celebridad por tu contagiosa quietud. ¿Puedes decirme cómo conseguida?
El ermitaño respondió:
-El hombre más poderoso de la tierra es el que se conquista a sí mismo. Quédate un tiempo conmigo, te enseñaré a meditar y te mostraré el camino hacia la paz interior.
-Ahora no puedo permanecer contigo, porque debo seguir conquistando tierras lejanas. Pero te prometo que después de conquistar la India, volveré a tu lado y seguiré tus instrucciones para hallar el sosiego total.
Alejandro emprendió la campaña de la India. A su modo, era un buscador, porque en este país tuvo como maestro al yogui Jaina Kalana. Pero unas fiebres se apoderaron de él y le robaron la vida, sin haber hallado la paz interior.


La serenidad es un estado de íntima placidez no comparable con ningún otro. No sólo es la ausencia de inquietud, zozobra y ansiedad, sino la reconfortante vivencia de sosiego,  bienestar y confortamiento interior. Es como un bálsamo para el cuerpo y para la mente, e incluso las funciones somáticas se ven beneficiadas y reguladas por este estado. En una era de ansiedad son pocas las personas que gozan de verdadera serenidad, aunque todos podemos ejercitamos para ganada y beneficiamos de ella. Mientras la ansiedad es una sensación displacentera y difusa que cursa como agitación, incertidumbre y marcada inquietud, la serenidad, en sus antípodas, es una grata sensación que invade el cuerpo y la mente y nos permite vivenciar las cosas de modo muy distinto a como se hace cuando estamos anegados por la angustia. Desde la ansiedad o la melancolía, todo se ve teñido de zozobra o penumbra. La gran mayoría de las personas, cuando más, sólo tiene fugaces destellos de quietud, ya que en el trasfondo de su psique pervive una ansiedad «flotante» de mayor o menor intensidad.
Seguramente, el estado más pleno del ser humano es la serenidad. Ésta posibilita un sentimiento de curativo contento que, al no rayar ni en la exaltación ni en la desmedida euforia, es más estable. Nada hay más enriquecedor que ese estado que, aunque se halla potencialmente en toda persona, conviene conquistado, porque son muchos los factores externos e internos «ansiógenos», es decir, productores de ansiedad y, por tanto, grandes enemigos de la auténtica serenidad.
Cuando el alma está tintada por la insatisfacción profunda, la voracidad y la agitación, no puede haber verdadero disfrute, e incluso lo «disfrutable» se vivencia con ansiedad.
Podemos haber conquistado todo el universo, pero la angustia seguirá atenazando nuestro corazón. Por ello Buda, sabiamente, declaraba: «Más importante que vencer a mil guerreros en mil batallas diferentes es vencerse a uno mismo». Cuando hay paz interior, un rayo de sol es , un goce maravilloso y hasta en un tonel se encuentra uno mejor que en el más suntuoso palacio. Todo ser humano anhela la serenidad, esa «nube» de embriagante quietud que nos conecta con lo más genuino de nosotros mismos y nos abre a los demás y al cosmos. No obstante, por lo general hacemos todo lo contrario de lo que es preciso para hallar el sosiego tan deseado, vivimos como si nunca hubiéramos de morir o como si siempre nos quedara tiempo para aplazar la conquista de la paz interior. Como decía Novalis, la vía hacia dentro es la más secreta, pero es también la más prometedora para encontrar nuestro ángulo de quietud y disfrutar de su energía de serenidad. No hay vibración más pura y curativa que la del silencio interior que halla su fuente en la paz interna. Como aconseja el Dhammapada, «vivamos sosegados entre los agitados» o, como podemos leer en el siempre sugerente poema de Kipling, «tengamos la cabeza tranquila cuando todo alrededor es cabeza perdida».
¿Podemos, pues, recuperar la serenidad? ...Podemos, porque no hay que ir a buscada a ninguna parte, ya que mora en nuestro interior.

Ramiro Calle ( el libro de "la Serenidad")

miércoles, 9 de mayo de 2012

Observar la mente

Atención Consciente y Ayuno mental

No es de extrañar que desde hace siglos haya sobrevivido un adagio que reza: «La mente salva, la mente mata». La mente está plagada de desorbitadas reacciones, muchas de ellas condicionadas por el miedo, la sospecha, la desconfianza y, por supuesto, la confusión, que sólo genera más confusión. A menudo, por ello mismo, confundimos los reflejos con la realidad o convertimos, neciamente, la realidad en un reflejo. En los textos antiguos siempre se hace referencia a la atención consciente como una gran fuerza liberadora y como una ayuda en cualquier circunstancia o situación. Pero hay dos clases de atención, entre otras: la debidamente aplicada y la indebidamente aplicada. Cuando no aplicamos la atención debidamente, puede distorsionar la percepción y conducimos a error. Se puede producir el muy engañoso fenómeno de la superposición, porque superponemos nuestras creencias o prejuicios a lo que realmente es. A veces, así, la mente se vuelve un verdadero infierno.

Quizá todos deberíamos observar un ayuno mental. Al igual que el ayuno físico limpia los intestinos y purifica el cerebro, tal vez sería oportuno que cuando nos hemos atiborrado de cultura, conceptos, ideas filosóficas y metafísicas, decidiéramos llevar a cabo un saludable e higienizante ayuno de tipo mental. La denominada «meditación del silencio» es un magnífico ayuno de la mente, porque no se trata de ingerir, sino de vaciar. También es una ejercitación óptima llevar a cabo trabajos manuales sin que la mente divague y por supuesto ejercitar de vez en cuando la técnica que se conoce como la «sabiduría espejada».
El espejo refleja con toda habilidad, pero no juzga, no persigue a la imagen cuando se marcha, no retiene, no aprueba ni desaprueba, no reflexiona ni se pierde en ideas, no conserva y siempre está limpio. Por naturaleza, la mente es básicamente un espacio silente e incoloro. Como aconsejaba Tilopa para la práctica de un tipo de meditación: «No analices, no reflexiones, no pienses; mantén la mente en su estado natural». El pensamiento es movimiento, afán,tiempo y espacio, deseo y aversión, ego, preocupación y ocupación. Pero hay un lado en la mente que es inmóvil, sereno y perfectamente silencioso. Accediendo a él, nos limpiamos.
Todos los días deberíamos ejercitamos unos minutos en practicar el ayuno mental. Durante unos minutos se deja el mundo fuera de nosotros, porque no se va a parar por ello, y luego lo recuperaremos. Nos acallamos, remansamos y ayunamos. Muchos venenos se eliminan; muchos tóxicos se disuelven; mucha ignorancia y alienación se supera.

Ramiro Calle

lunes, 7 de mayo de 2012

Habitos Mentales


La importancia de los hábitos mentales
En primer lugar, debemos asumir que no podemos tratar que nuestras circunstancias cambien, si primero no decidimos cambiar nosotros. Queremos que primero cambien nuestras circunstancias para luego, a partir de ahí, poder cambiar nosotros. Eso es lo que nos dice la lógica y el sentido común. Pero la práctica y la experiencia de muchísimas personas, nos viene a demostrar que el proceso debe de realizarse a la inversa: primero cambia tu actitud y entonces cambiarán tus circunstancias y la forma en las que las interpretas, las analizas y el modo y la manera en que afectan a tu vida.
Por lo tanto, si queremos que nuestra vida cambie, primero debemos de cambiar nuestra actitud hacia la vida, ya que todos y cada uno de nosotros, podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas cambiando nuestras actitudes mentales. De hecho, mi vida no ha cambiado mucho en cuanto a circunstancias externas se refiere en los últimos años. Sigo en el mismo trabajo, gano más o menos el mismo dinero, aunque ahora tengo más gastos, me relaciono más o menos con las mismas personas, tengo las mismas aficiones, etc. Entonces, ¿por qué hace tan sólo unos pocos años me encontraba sumido en la depresión y consumido por la ansiedad y la preocupación? Entonces, ¿por qué ahora siento que disfruto de una vida plena, placentera, ilusionante y gratificante? Pues simplemente, porque cambié mi actitud hacia todo lo que me rodeaba. Cambié el cristal de las gafas con las que veía y analizaba el mundo, y éste dejó de parecerme un lugar sombrío, triste y desgraciado, para pasar a convertirse en una inmensa oportunidad para poder disfrutar y experimentar cada instante que tengo por delante. Tengo más o menos los mismos problemas, pero ahora yo los controlo a ellos, en lugar de dejarme ahogar por ellos. Soy consciente, de que probablemente esta sea la única oportunidad que tenga de poder disfrutar de este mundo y de la oportunidad de vivir, así que vivo con la firme actitud y la entera disposición de no perder más tiempo abandonándome a una serie de pensamientos y sentimientos que me alejan de la vida y que me acercan a la muerte. La vida es cuestión de actitud y de elecciones y yo he elegido vivir sin intentar que nada ni nadie me amarguen mi existencia. Por lo tanto, nuestra manera de ver y de mirar la vida, es la mejor forma que tenemos de cuidar de nosotros mismos.“Cuando algo acontece lo único que está en tus manos es la actitud que tomas al respecto” (Epicteto).Así pues, cambia tu actitud y tus hábitos mentales que tanto daño y dolor te han venido causando, y todo lo demás cambiará, pues la actitud es más importante que el pasado, que la educación, que el dinero, que las circunstancias y que lo que los demás puedan pensar, decir o hacer con respecto a nosotros. Es más importante que la apariencia física que tengamos, que el talento y que las habilidades de que dispongamos. Puede llevar al éxito o al fracaso, al goce o al sufrimiento, a la alegría o a la tristeza, a la lucha o al abandono. Además, lo más increíble y fascinante de nuestras vidas, es que cada uno de nuestros días tenemos la posibilidad de elegir que actitud adoptaremos ese día que tenemos por delante.
Tal y como dijo Confucio:
“Los hombres tienen todos una misma naturaleza; son los hábitos propios de cada uno lo que los separa”.
  O dicho de otro modo, que los hombres compartimos una misma naturaleza, pero son nuestras actitudes ante la vida y nuestra forma particular de interpretar el mundo y de reaccionar ante él, lo que nos convierte en seres diferentes. Por ejemplo, ninguno de nosotros podemos modificar la conducta de quienes nos rodean ni podemos controlar múltiples circunstancias que nos acontecen diariamente, ni cambiar lo que ya ha ocurrido. La única cuerda que podemos pulsar es aquella que tenemos a nuestro alcance, y esa es nuestra actitud.
Muchas veces, creemos que para poder ser felices es necesario que tal o cual persona deje de realizar tal o cual conducta o que deje de realizar tales o cuales comentarios que a nosotros nos causan ansiedad, depresión, ira, preocupación o sufrimiento. Por lo tanto, si esperamos a que esa persona cambie para poder cambiar nosotros nuestra conducta, le estaremos dando poder sobre nuestra vida, sobre nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, ya que ésta persona podrá seguir controlándonos con el simple hecho de no cambiar su comportamiento hacia nosotros. Y lo más probable, es que no lo haga nunca y que sigamos siendo toda la vida una marioneta en sus manos, siempre a merced de lo que esa persona quiera sembrar en nuestras vidas, ya que allí estaremos nosotros para recogerlo, guardarlo y almacenarlo en nuestro interior. Si este es tu caso, es fundamental que asumas que tú no podrás cambiar, por mucho que te lo propongas, la conducta que determinadas personas tienen hacia ti y que te hacen sufrir. Por lo tanto, lo más inteligente y práctico, sería tratar de cambiar nuestra actitud hacia las conductas que esa o esas personas realizan con respecto a nosotros, con el fin de que estas dejen de seguir influenciando y alterando nuestros sentimientos y nuestras emociones. Además, suele ser habitual que una vez que cambiamos nuestra reacción y nuestra actitud hacia dichas conductas, éstas se transforman, modificándose e incluso desapareciendo entonces los comportamientos que antes nos molestaban.
  Te invito a que hagas la prueba durante unas semanas. Selecciona alguna conducta particular de alguien que te molesta y que te causa incomodidad. No reacciones ante esa conducta tal y como vienes reaccionando todo este tiempo atrás, porque ya habrás podido comprobar que esta forma de reaccionar, primero, no soluciona el problema, y segundo, no te proporciona ninguno resultado satisfactorio. Por eso, cambia tu reacción, analiza dicha conducta desde otro punto de vista diferente al habitual, cambia tu actitud y verás como dicha conducta deja de molestarte e incomodarte, e incluso con el tiempo, es probable que incluso desaparezca.
Clemente Franco Justo

viernes, 4 de mayo de 2012

Relacionandonos...

“Por el amor existimos y para amar vivimos. Aprender a vivir es aprender a amar, porque solo quien ama vive”. M. Gandhi

 Amor,  comunicación y el derecho a ser diferentes

La comunicación es tan trascendental en nuestra existencia, que el secreto de vivir está en el saber comunicarse con los demás, en saber relacionarse con los demás. En este sentido sería bueno reflexionar sobre lo que nos dice Michele, citada por Buscaglia:
"Mi felicidad soy yo, no tú. No solamente porque tú puedes ser temporal, sino también porque tú quieres que sea lo que no soy. No puedo ser feliz cuando cambio meramente para satisfacer tu egoísmo; ni me puedo sentir contenta cuando me criticas por no pensar tus pensamientos o por no ver como tú. Me llamas rebelde, pero cada vez que he rechazado tus creencias, te has rebelado contra las mías. Yo no trato de moldear tu mente, sé que tratas con firmeza de ser sólo tú y no puedo permitir que me digas lo que debo ser porque me concentro en ser yo".

En la ética humana, en la ética del amor, es imperativo respetar la diferencia, la opinión, la actitud y la actividad contraria de buena manera, ser tolerante, reconocer al otro como un ser distinto. El respeto por la diferencia implica respetar la libertad de cada uno, sus linderos, su pensamiento, sus palabras, sus ideas, sus gustos, sus vicios y sus virtudes, en fin, su particular estilo de vida, su peculiar ser como una totalidad.
Es necesario amar, apasionarse, interesarse e intrigarse por la diferencia. No basta con aceptar y respetar al otro como ser distinto, hay que aceptar que nos gusta, que nos atrae, que nos enamoramos de la diferencia. Con el encuentro de las relaciones sociales y sociables se busca trascender la ética del deber por la ética del amor.
Aceptar la diferencia implica aprender a escuchar al otro, palabra a palabra, e interiorizar su discurso, como el único regalo que damos al otro. La opinión contraria merece mi interés, mi respeto, mi amor, mi apropiación.  "La unidad sólo puede resultar de elementos de diversa especie, y así la reciprocidad en la igualdad… es la relación necesaria entre individuos libres o iguales…"
La diferencia exige oír las palabras y los silencios del otro, de mi interlocutor, en procura de facilitar, promover y posibilitar el diálogo de éste que busca luces para proseguir o esclarecer sus ideas. Oír a los demás es oírse a sí mismo. El arte de saber oír equivale al arte de amar. En este sentido hay que demostrar entusiasmo ingenuo y apasionamiento espontáneo por lo distinto, por la diferencia. Las relaciones de tolerancia y respeto mutuo llevan de la ética del deber a la ética del amor.
John Powell, en su libro ¿Por qué temo decirte quién soy?, nos dice que en las relaciones humanas es fundamental la comunicación. Todos necesitamos comunicar ideas, opiniones, esperanzas, sentimientos, etcétera. Debemos hacerlo bien para hacer más agradable nuestra convivencia. Una comunicación inadecuada genera malos entendidos, frustraciones, desperdicio de tiempo, explicaciones inacabables y alienación de los demás.
No existen personas perfectamente acabadas o terminadas, porque ser persona implica necesariamente hacerse persona, existir en proceso. Si yo soy algo como persona, ese algo es lo que yo pienso, juzgo, siento, valoro, respeto, estimo, amo, temo, deseo, espero, creo y me comprometo.
Todo conocimiento y maduración personal, al igual que todo deterioro y regresión personal, pasa a través de nuestras relaciones con los demás. Lo que yo soy, en cualquier momento dado del proceso de mi hacerme persona, vendrá determinado por mis relaciones con los que me aman o se niegan a amarme y con aquellos a los que yo amo o me niego a amar.
Lo seguro es que una relación sólo será buena si es buena la comunicación en que se basa. Si somos capaces de decirnos con toda sinceridad el uno al otro quiénes somos, es decir, qué es lo que pensamos, juzgamos, sentimos, valoramos, respetamos, estimamos, amamos, tememos, deseamos y esperamos, en lo que creemos y con lo que nos comprometemos, podremos ambos crecer. Entonces podrá cada uno de nosotros ser lo que realmente es, decir lo que realmente piensa y expresar lo que realmente ama. Este es el verdadero sentido de la autenticidad como persona: que mi exterior refleje verdaderamente mi interior. Lo cual significa que yo puedo ser sincero en la comunicación de mi persona con los demás, pero que no puedo hacerlo a menos que mi interlocutor me ayude. Sin su ayuda, yo no puedo crecer ni ser feliz ni estar realmente vivo.Yo me abro a mí mismo para el otro y abro mi mundo para que pueda entrar; y él se abre a sí mismo para mí y me abre su mundo para que también yo pueda entrar. Yo le permito experimentarme como persona, en toda la plenitud de mi ser personal, y él me ha permitido a mí experimentarme de la misma manera. Y por eso debo decirle quién soy y él debe hacer lo mismo conmigo.

Publicado por Luis A. Ríos Perea-Monografía: La comunicación auténtica. http://www.monografias.com 


La sinceridad es la espada del corazón, igual que la ingenuidad es su escudo. Anónimo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Sin Reacción


Solo mira...
Necesitamos un cuerpo muy saludable, sensible, alerta y un cerebro que funcione con gran claridad, no de forma emocional ni personal. Y es obvio que ningún método lo conseguirá; un método implica repetición mecánica, lo cual embota y entorpece el cerebro.

La mente al tener delante algo de extraordinaria magnitud, una puesta de sol, una computadora maravillosa, se calla completamente, aunque solo sea una fracción de segundo. Pero en este caso el cerebro es silenciado por algo externo. ¿Puede el cerebro quedarse quieto sin que influya en él un factor externo? ¿No descubriendo un método? Se los mostraré:

....Desde que usted se levanta, mira y dice: ¡Qué lluvia tan horrible!, o ¡hace un día maravilloso, pero mucho calor.. ¡Ya ha empezado!. En ese instante cuando mira por la ventana, no diga ninguna palabra, no reprima las palabras, sino simplemente dése cuenta de que al decir tal cosa, el cerebro ha comenzado. Pero si al mirar por la ventana, usted observa sin decirse a sí mismo una sola palabra (lo que no significa reprimirse), simplemente observe, sin que intervenga la actividad del cerebro, ahí tiene usted la pista: Cuando el viejo cerebro no reacciona, nace una nueva cualidad en el nuevo cerebro. Usted puede mirarlo todo, sin una sola palabra, sin comparar...

J. Krishnamurti 

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