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viernes, 22 de febrero de 2013

Amor genuino y autodisciplina


El amor está en todas partes, lo veo.
Eres todo lo que puedes ser, continúa siendo lo que puedes ser.
La vida es perfecta, lo creo.
Ven y juega conmigo la partida.  Scott Peck



Amor genuino y autodisciplina
...Como el amor genuino supone una extensión de uno mismo, se necesitan grandes cantidades de energía y, gústenos o no, el depósito de nuestras energías es tan limitado como las horas de nuestros días. Verdad es que podemos tener un sentimiento de amor por la humanidad y ese sentimiento puede ser también útil al proveernos de la energía suficiente para manifestar genuino amor por unos pocos individuos determinados. Pero el genuino amor por relativamente pocos individuos es todo lo que está a mi alcance. Intentar ir más allá de los límites de nuestra energía significa ofrecer más de lo que podemos dar y hay un punto más allá del cual, el intento de amar a todo el mundo se hace fraudulento y dañoso para aquellos mismos a quienes deseamos ayudar. En consecuencia, si tenemos la suerte de encontrarnos en una situación en la cual muchas personas demandan nuestra atención, debemos elegir a aquellos a quienes hemos de amar verdaderamente. La elección no es fácil; puede ser enormemente dolorosa, como lo es asumir un poder semejante al de Dios.
Pero es menester elegir. Aquí deben tenerse en cuenta múltiples factores, en primer término, la capacidad del presunto objeto de nuestro amor para responder a ese amor con crecimiento espiritual. Esta capacidad es diferente según las personas. Sin embargo es incuestionable que muchas personas tienen el espíritu tan cerrado detrás de una impenetrable armadura, que hasta los mayores esfuerzos para su crecimiento están condenados seguramente al fracaso. Procurar amar a alguien que no puede beneficiarse con nuestro amor desarrollándose espiritualmente es malgastar energías, sembrar en tierra árida.
El genuino amor es algo precioso y quienes son capaces de amar genuinamente saben que su amor debe ser lo más productivo y fértil posible por obra de la autodisciplina.
También debemos examinar el problema inverso de amar a demasiadas personas. A algunas personas por lo menos les es posible amar más de una persona al mismo tiempo y mantener simultáneamente una serie de relaciones de genuino amor. Éste puede ser un problema por varias razones, una de ellas es el mito occidental del amor romántico, según el cual ciertas personas están destinadas a otras, de suerte que, por extrapolación, no pueden estar destinadas a ninguna otra. Por eso, el mito prescribe la exclusividad en las relaciones amorosas, muy particularmente la exclusividad sexual. Probablemente el mito resulte útil en cuanto a contribuir a la estabilidad de las relaciones humanas, puesto que la gran mayoría de los seres humanos se ven así exigidos al límite de su capacidad para extenderse y desarrollar relaciones de genuino amor solamente con sus cónyuges y sus hijos. Hay algunas personas cuya capacidad de amar es suficientemente grande como para establecer relaciones de amor felices en el seno de la familia y aun les quedan energías para otras relaciones. Para esas personas el mito de la exclusividad es no sólo palmariamente falso, sino que también representa una limitación innecesaria a su capacidad de darse a otros fuera de la familia. Es posible superar esta limitación, pero se necesita gran autodisciplina a fin de no “derramarse uno de manera demasiado diluída”.

Esta cuestión es extraordinariamente compleja. El teólogo episcopal autor de The New Morality, le dijo a un amigo mío: “El amor libre es un ideal. Desgraciadamente es un ideal del cual muy pocos de nosotros somos capaces”. Lo que quería significar era que muy pocos tenemos una capacidad de autodisciplina suficientemente grande, como para mantener constructivas relaciones de amor tanto en el seno de la familia como fuera de ella. Libertad y disciplina son criadas que están a nuestro servicio; sin la disciplina del genuino amor, la libertad es invariablemente destructiva. El genuino amor con toda la disciplina que requiere es la única senda de esta vida que lleva a una alegría sustancial. Échese a andar por otro camino y se encontrarán raros momentos de extática alegría, pero serán momentos fugaces, cada vez más engañosos. Cuando amo genuinamente estoy extendiendo mi persona y al extenderme estoy creciendo. Cuanto más amo, más amplio me hago. El genuino amor se alimenta a sí mismo. Cuanto más promuevo el crecimiento espiritual de otros tanto más promuevo mi propio crecimiento espiritual.  


M. Scott Peck
Extracto de " La nueva Psicología del Amor"

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