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miércoles, 20 de febrero de 2013

Otro nivel de conciencia


"Cuando mire a los ojos a otra persona, a quien sea, y vea su propia alma reflejada, se dará 
cuenta que ha alcanzado otro nivel de conciencia." 
Brian Weiss 



Aumentar la conciencia del yo y del otro

Lo que se me revela es lo que es importante para mí, lo que me incumbe. Toda persona debe preocuparse de sí misma, de convertirse en un todo. Tenemos lecciones que aprender... todos nosotros. Hay que aprenderlas una a una, por orden. Sólo así podremos saber qué necesita la persona que tenemos cerca, qué le falta o qué nos falta a nosotros para ser un todo.
Comprenda la naturaleza del yo, del yo verdadero, que es inmortal. Darse cuenta de eso le ayudará a ver siempre las cosas desde la perspectiva adecuada.
Conózcase, para poder ver claramente, sin las distorsiones de la mente consciente o del subconsciente.
Practique la meditación y la visualización, la observación distanciada, la percepción tranquila, las sensaciones de amor-cariño desde la distancia o el distanciamiento del amor, Cultive ese estado.
Conozca sus ideas y sus suposiciones y dese cuenta de que puede que las haya adoptado sin cuestionárselas.
Cuando se generaliza estableciendo grupos o tópicos se hace imposible ver a los individuos por sí mismos.
Las suposiciones erróneas arraigadas en el pasado, como «los hombres Son unos brutos y unos insensibles» o «las mujeres son demasiado sensibles y emotivas» ocasionan una percepción distorsionada de la realidad.
La experiencia tiene mucha más fuerza que las creencias. Aprenda de sus experiencias. Lo que ayuda sin hacer daño tiene valor. Descarte las creencias y los pensamientos caducados.
La felicidad nace en el interior de las personas. No depende de cosas externas o de otra gente. Cuando nuestra sensación de seguridad y felicidad depende del comportamiento y los actos de los demás, nos volvemos vulnerables y podemos sufrir con facilidad. Nunca le dé su poder a nadie.
Intente no tener demasiado apego a las cosas. En el mundo tridimensional aprendemos gracias a las relaciones, no a las cosas. Todos sabemos que no podemos llevárnoslas con nosotros cuando nos vayamos.
Cuando morimos y nuestras almas progresan hasta dimensiones superiores, nos llevamos nuestros comportamientos, nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestro conocimiento. La forma de tratar a los demás en las relaciones es infinitamente más importante que lo que hemos acumulado materialmente.
Además, podemos ganar y perder muchos objetos materiales a lo largo de la vida. En la otra vida no nos encontraremos con nuestras posesiones, sino con nuestros seres queridos. Esta idea debería ayudarle a recapacitar sobre sus valores en caso de que sea necesario.
Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, de John Gray, es desde hace muchos años todo un éxito de ventas en muchos países. Existe un abismo entre los sexos que se manifiesta en nuestra forma de pensar y en nuestro comportamiento. No vemos el mundo del mismo modo. La testosterona, la hormona masculina, inclina a los hombres hacia la agresión y la competitividad, en lugar de la cooperación, hacia la «propiedad» del territorio y de la familia. El estrógeno y la progesterona, las hormonas femeninas, parecen fomentar la sensibilidad, la comunicación en lugar de la competición, un menor deseo de agresión y una mayor ansia de protección.
La forma en que se educa a los niños y a las niñas aumenta esa asimetría innata y refuerza los muros biológicos que separan a hombres y mujeres. A los niños se les anima socialmente a ser más agresivos, más competitivos, más enérgicos. A las niñas, a ser más pasivas, más comunicativas, más cooperativas. Los padres y los maestros, la sociedad y la cultura, y los medios de comunicación y los publicistas nos enseñan valores distintos.
Parece que hay mucho de cierto en todo esto. No puede resolverse ningún problema hasta que se tome conciencia clara de este problema. Pues bien, ya lo sabemos. 
¿Y ahora qué pasa? Está claro que hay que educar a los niños para que sean conscientes de su sensibilidad y la expresen más.
Hay que enseñarles a cooperar más y a aprender a comunicarse mejor. A las niñas se las debe educar para que estén más seguras de sí mismas y sean más enérgicas. En líneas generales, hay que modificar más la formación de los niños que la de las niñas, ya que el mundo está sumido hoy en una violencia provocada casi exclusivamente por hombres.
Pero ¿qué hay de las diferencias biológicas innatas? ¿Cómo podemos cambiar la biología? ¿Qué podemos hacer con la testosterona? He aquí una metáfora.
Las hormonas y determinados factores genéticos hacen que a los hombres les salga pelo en la cara.
¿Quiere eso decir que las barbas son inevitables, que todos los hombres tienen que ir por la vida con largas barbas?
Naturalmente, la respuesta es que no. Los hombres pueden decidir afeitarse la barba. Cualquier hombre tiene la opción de afeitarse o no.
Las influencias biológicas son tendencias, superables con voluntad consciente. La testosterona y las demás hormonas impelen, pero no compelen. Del mismo modo que los hombres pueden decidir afeitarse, también pueden elegir no ser violentos, ser menos agresivos, cooperar más y ser más comunicativo s y sensibles. La decisión consciente de elegir la senda del amor, no la de la violencia, es el siguiente paso para los hombres.
Tras esa elección tenemos otro paso más, que es el despertar a la verdad espiritual de que estamos formados por espíritu y alma, no por cuerpo y cerebro. El alma no tiene sexo, no tiene hormonas, no tiene tendencias biológicas. El alma es pura energía de amor.
A medida que nos vamos haciendo conscientes de nuestra naturaleza espiritual, reconocemos nuestra auténtica esencia. Somos inmortales y divinos. Renunciara la violencia, alodio, a la dominación, al egoísmo y a
la propiedad de las personas y de las cosas es mucho más sencillo tras ese reconocimiento. Aceptar el amor, la compasión, la caridad, la esperanza, la fe y la cooperación pasa a ser lo más natural.
En el transcurso de nuestras muchas vidas se dan algunos cambios de sexo. Todos hemos sido hombres y todos hemos sido mujeres. Aunque creo que tendemos a especializarnos en un sexo o el otro, todos tenemos
que hacer, por así decirlo, algunas asignaturas optativas como personas del otro sexo. Tenemos que aprender
de todas partes. Ricos y pobres. Fuertes y débiles. Budistas, cristianos, judíos, hindúes, musulmanes o de otras religiones. Distintas razas. Y, por descontado, hombres y mujeres.
Y así, al final, todos podemos aprender a superar cualquier tendencia biológica negativa para manifestar plenamente nuestra naturaleza espiritual. De forma similar, y por el mismo motivo, todos podemos aprender a superar cualquier enseñanza social o cultural negativa.
Algunos se quedan rezagados porque no todos avanzamos a la misma velocidad, aunque recorremos la misma senda. Los que van al frente tienen que mirar hacia atrás, con compasión y con amor, y ayudar a quienes se quedan atrás.
Hay que mirar hacia atrás y ayudar, sin esperar recompensa, ni siquiera agradecimiento. Hay que mirar hacia atrás y ayudar, porque eso es lo que hacen los seres espirituales.

No se preocupe por las opiniones de los demás. Si de verdad necesita y quiere rechazar alguna oferta u obligación, dígalo. En caso contrario, la rabia se acumulará en su interior. Se sentirá contrariado por el compromiso y también por la persona que le haya obligado. Es mejor decir que no cuando tenga que hacerlo, y que sí cuando quiera. Cuando una persona no es capaz de rechazar compromisos no deseados, muchas veces aparecen enfermedades físicas, porque ésa es una forma más «aceptable» de decir que no. En ese caso no hay más medio que decir que no, porque quien lo dice en su lugar es el cuerpo. Es mucho más saludable hacerse valer.


La proyección es la acción psicológica consistente en negar el miedo y las motivaciones inconscientes y después traspasar esos miedos y motivaciones a los demás. Tenga cuidado de no proyectar sus sentimientos ocultos en otras personas o de atribuirles intenciones y propósitos cuando no los tienen. Esa distorsión de la realidad le hace daño a usted y se lo hace también al otro.
Por ejemplo, si tiene miedo a que le abandonen y poca autoestima, y un día tiene una cita en un restaurante para cenar y su acompañante no aparece, puede decirse: «En realidad no le intereso; me ha plantado porque ha encontrado a otra persona mejor”. Pero lo cierto es que a lo mejor se ha quedado atrapado en un atasco.
Comprenda la naturaleza y la influencia de los patrones repetitivos, desde las experiencias de la niñez o incluso desde vidas anteriores. Si no se comprenden, los patrones tienden a repetirse y perjudican inútilmente la relación.
Una de las lecciones más importantes de la vida es aprender a ser independiente, a comprender la libertad.
Eso significa tener independencia de los compromisos, de los resultados, de las opiniones y de las expectativas.
Romper los compromisos conduce a la libertad, pero eso no quiere decir abandonar una relación de amor importante, una relación que sea alimento para el alma. Lo que quiere decir es terminar con la dependencia de cualquier persona o cosa. El amor no es nunca una dependencia.
El amor es un estado absoluto, incondicional y eterno que no exige nada a cambio.
Es importante que se quiera y se cuide consecuentemente, por lo que no debe permanecer en una relación destructiva, aunque crea que quiere a la otra persona. Puede que la conexión con esa persona no funcione por los problemas de ella, por su falta de comprensión o de voluntad propia, pero es importante recordar que el amor es eterno. Tendrá muchas más oportunidades de que le salga bien.
Vea a la otra persona con claridad y no la ponga en un pedestal. Sus padres, sus profesores y sus figuras de autoridad son personas como usted. Tienen sus miedos, sus dudas, sus preocupaciones y sus imperfecciones.
También tienen sus objetivos, y a veces usted puede ser un títere en sus manos. Considéreles como a iguales, como a hermanos. Sus juicios no tienen un peso especial. Considere las opiniones que emitan. Tal vez sean sensatas, acertadas. Pero también es posible que sean erróneas.

No se fíe de la apariencia de la gente. Las personas más peligrosas suelen tener un aspecto de lo más seductor: fascinantes, divertidas, impulsivas, arriesgadas, que viven al límite. A menudo esos rasgos externos nos ciegan y no vemos el peligro. Aprenda a mirar con el corazón, no con los ojos.
El rechazo, es decir la negación de sentimientos, miedos y motivaciones internos, es lo contrario de la conciencia. Si es su caso, es posible que diga y haga cosas que dañen la relación. Cuando haya despertado, cuando se conozca de verdad, no hará daño a la otra persona sin darse cuenta.


Brian Weiss ( Los mensajes de los Sabios)




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