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lunes, 13 de mayo de 2013

Dar y Recibir


La importancia de saber recibir

Una de las situaciones más complejas en las relaciones humanas consiste en aprender a dar y recibir; la influencia del entorno familiar, escolar y social en el que se desarrollan los seres humanos tiende a determinar la manera en la que percibe la realidad, lo que impacta sus creencias.
Aunque no es sencillo es más frecuente saber dar que saber recibir, dar u otorgar suele ser una práctica más cotidiana entre las personas y está vinculada con el agradecimiento, la solidaridad y el compromiso. Dar o compartir lo que se es o se tiene, sobre todo si se hace generosamente, es una oportunidad de contribuir directamente en la vida de alguien y, aunque no siempre somos conscientes de ello, este actuar modifica también lo que se es y se hace.
Para algunas personas dar o compartir resulta complicado, sin embargo recibir encierra un proceso aún más complejo ya que se relaciona con la concepción y el nivel de merecimiento que cada quien tiene de sí. Esa percepción íntima que cada quien tiene de sí mismo a partir de lo que aprende, escucha y vivencia, determina lo que cree que es y puede así concebirse como un sujeto poco merecedor de respeto, afecto y admiración.
Otro de los factores que han contribuido a no saber recibir es una falsa concepción de humildad y modestia que margina o sesga la valía de amarse y reconocerse como ser bueno y valioso.
Santa Teresa de Jesús define la humildad como el acto de "caminar en verdad" y mientras ello ocurra, seguro que compartir y compartirse a través del merecimiento, contribuye a lograr una sociedad más justa y equitativa.
Pensar que recibir es un acto egoísta, inmerecido o injusto, que sólo se puede recibir si se ha dado, son algunas de las barreras para aceptar aquello que se nos quiere otorgar.
Para saber recibir es importante modificar creencias y actitudes, reaprender y habilitar las emociones para disponerse, confiar, aceptar sin juzgar, desprenderse y entregarse; si bien esta tarea no es fácil tampoco es imposible, la gran paradoja radica en que al recibir, también se aprende a dar

Autora: Rocío Barragán de la Parra

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