¿QUE
ES SER UN NIÑO INDIGO?
Yo
doy por hecho de que ustedes ya están informados pero puede ser que
no, y no tengo el porqué darlo por hecho. Un niño índigo es un niño
que tiene y expresa la frecuencia índigo… ¿Y qué es la
frecuencia índigo? Es la vibración del chakra del entrecejo. ¿Y
qué es un chakra? Según la medicina tradicional china, que es la
medicina más milenaria, seria, veraz y con resultados de cambios que
existe: la medicina oriental. Según la medicina oriental, nuestro
cuerpo está formado por energía eléctrica y energía magnética.
Tenemos y vivimos constantemente dentro de un campo electromagnético
formado por 72,000 posibilidades de conexión, posibilidades, canales
que interactúan formando nuestro entramado energético. Donde
coincide todo este entramado energético o aura es sobre la línea
media imaginaria de nuestro cuerpo, configurando lo que se llaman los vórtices
energéticos o chakras. Sistema de chakras es el sistema de vórtices
energéticos en el que se basa la acupuntura, la digitopuntura, la
kinesiología, etc. Tenemos siete vórtices energéticos. Si cada uno
se tradujese en longitud de onda en relación a un color, daría un
color determinado dentro del espectro de la misma gama que nuestro
arco iris. ¿Por qué no se ven? ¿Por qué no vemos nuestras
auras, nuestros chakras? No los vemos porque están formados por
la partícula más pequeñita que existe: el electrón, y el electrón
no es visible ante la mirada ordinaria. O sea que no tienen la
suficiente masa material como para verse. Por lo tanto, los chakras no
los podemos ver a menos que tengamos visión aural o seamos videntes.
Si tradujésemos en color el chakra del entrecejo, que unifica las
cualidades del hemisferio derecho y del hemisferio izquierdo, veríamos
que tiene el color índigo, azul cobalto… Los llamados “niños
índigo” nacen ya con este chakra, con este vórtice energético
y por añadidura las cualidades de ambos hemisferios cerebrales más
desarrolladas de lo normal.
¿Qué
es tener desarrollado el chakra del entrecejo, el chakra índigo?
Todos
los seres humanos tenemos la posibilidad de desarrollar nuestro chakra
índigo, nuestro chakra del entrecejo. Es vivir de una manera
diferente a la manera material, a la manera razonable, a la manera
intelectual, a la manera materialista de ser, sentirse y relacionarse
con los demás y con la vida. ¿Y por qué? Pues porque nuestra
capacidad cerebral no solamente abarca nuestro hemisferio izquierdo
racional, intelectual, sino que también abarca nuestro hemisferio
derecho, con todo su potencial y cualidades atemporales,
intuitivas, psicomágicas, conscientes de realidades más allá de
lo que ven nuestros ojos o tocan nuestras manos o perciben nuestros
demás sentidos. Estas capacidades unificadas alternativamente son las
que tiene potencialmente todo ser humano, en forma latente pero por
desarrollar según tenga o no inquietudes espirituales; y cuando
defino “espirituales” no tengo ninguna intención de que sea
entendido con connotaciones religiosas ni místicas: me refiero a ser consciente…
Consciente de que aquí pueden haber presencias angélicas, guías,
etcétera. Cuestiones que la mente racional rechaza pero que son
verdad aunque no nos las creamos, y que el niño índigo, el
adolescente índigo o el adulto índigo tienen tan integradas como
podemos tener nosotros integrados el que sólo existe lo que vemos y
tocamos. Para ellos es completamente normal y natural el
saberse de otros planos, de otros planetas, saberse en contacto con
seres de la naturaleza como las hadas… Ver y sentir a los ángeles,
saber que la muerte sólo es una manera de nacer a otra realidad,
etc., etc. Y este tipo de información, para ellos tan natural, en
algunos padres puede dar miedo, y tratan de taparla. En otros, como
cuando nosotros éramos pequeños y hablábamos de ángeles, de hadas,
de otras vidas (la mayoría de nosotros, y es que ya ni nos
acordamos), cuando permitíamos que nuestras potencialidades del
hemisferio derecho se expresaran, motivadas también y principalmente
por los cuentos, por las leyendas, el mundo infantil que le llaman, ¿no?,
nuestros padres no tenían el nivel de información ni el nivel de
consciencia que tenemos ahora los que tenemos hijos… Y en lugar de
informarse lo que hacían en su lugar era “normalizarnos” con
muchas normas…
De
todas maneras muy normales no hemos quedado puesto que nuestros
hijos son índigo: nuestros hijos nos han elegido. (Risas) . Es
decir: que no nos asustamos ni intentamos normalizarles poniéndoles
normas: intentamos informarnos, intentamos averiguar qué más hay más
allá de un diagnóstico médico que dice: “su hijo es hiperkinético,
su hijo tiene Síndrome de Déficit de Atención, su hijo no encaja,
su hijo es un hijo problema”… ¿Nos conformamos con eso y le damos
el Ritalín y la razón a la maestra…qué hacemos? Nos seguimos
informando y por eso están aquí hoy, por eso toman como algo
prioritario el ver programas de televisión que hablen del tema o
comprarse libros que hablen de este tema, prestan atención cuando hay
una conferencia o cuando hay alguien que hable de este tema… Y de
este tema, quien más debe sentir su seriedad es cada uno de nosotros,
cada padre, cada educadora, cada educador, cada psicólogo, cada médico,
porque dándoles medicación llamada “droga legal” a nuestros
hijos si son índigo, sólo conseguimos atrofiarles sus capacidades
glandulares de secreción hormonal tanto del hipotálamo como de la
hipófisis y la pituitaria; es decir, de las glándulas que están
en el cerebro, las glándulas que sirven para todo lo relacionado con
el intelecto pero también para todo lo relacionado con la
creatividad, con la intuición, con la sabiduría del corazón.
Entre
la confusión que les decía, y el oportunismo de estos especialistas
que se sacan de la manga el saber todo de los niños índigo, y que
todavía nos confunden más, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, no
sentirnos en ningún momento tan desamparados ni tan desorientados. Si
eres padre sabes, si eres maestra, sabes; si eres profesor, sabes. No
es casualidad que tengas en tu aula niños índigo. No es casualidad
que a tu gabinete o a tu consulta acudan niños índigo. No es
casualidad que un niño índigo o dos o tres, te hayan elegido como
madre o como padre: sabes. Aunque no te lo creas, hay cosas que
son verdad y esta es una de ellas: si tienes cerca niños índigo
es porque en tu corazón y en tu hemisferio derecho y en tu chakra índigo
del entrecejo sabes cómo sacar esa sabiduría… porque claro,
estamos demasiado acostumbrados a los métodos, a las
normativas, a los manuales, a las recetas milagrosas y efectivas, y en
esta cuestión índigo hay que trabajar. Hay que
trabajar primero para saber elegir… Para saber elegir el colegio, el
profesional de la salud, para saber elegir y decidir si medicas a tu
hijo o no lo medicas. Para saber qué podemos hacer… El nivel de
oferta en los colegios de momento es precario. Las escuelas
normalmente están masificadas. Un niño índigo necesita atención, a
un niño índigo hiperactivo hay que saber estimarlo y valorarlo para
saber cómo enfocar la hiperactividad y la frecuencia índigo.
El
niño índigo es uno de los precursores, uno de los maestros, una de
las personas, uno de los sanadores que va a cambiar esta realidad.
Esta realidad no puede seguir adelante por el lado o camino
materialista y tecnificado y saturado de tecnología, en absoluto. Hace
falta creatividad. Hace falta cada vez más disfrutar del tiempo
libre que nos da la tecnología.
¿Quiénes
son los que van a enseñarnos?
Los
índigo, porque la frecuencia índigo, la frecuencia del chakra
entrecejo es la que unifica lo práctico con lo creativo. Porque esta
sociedad y esta realidad si no empieza a ser creativa con su tiempo
libre y con los medios de los que dispone, si no empieza a
relacionarse con su prójimo desde el corazón, va a explotar. Tanta
tecnología y tanto tiempo libre en sociedades altamente culturizadas,
altamente tecnificadas, como por ejemplo Suiza o Suecia, han resultado
en un alto nivel de suicidios de niños, de adolescentes y de adultos.
¿Por qué? Porque hay mucho tiempo, mucho dinero, mucha tecnología y
no se sabe qué hacer porque no hay educación creativa. ¡Qué
casualidad!, ¿verdad?
A
los niños índigo, la única motivación por la que les podemos
ayudar, la única vía para que despierten y desarrollen todo el
potencial que tienen en sí mismos es a través de la creatividad.
No se sienten motivados, no les interesa en absoluto que en su colegio
se tenga un baremo de aprendizaje que vaya desde el primero hasta el
último mes del año escolar con el aprendizaje de los adjetivos, de
las preposiciones y de la tabla del uno al nueve, por poner un
ejemplo, y tienen qué adaptarse a cumplir ese baremo ¿que dicta
quien?: El sistema educativo existente para nuestro mejor bien y el de
nuestros hijos evidentemente. Pero el niño índigo no se adapta al
método: necesita un método que se adapte a él. Y a no ser que
tengamos la suerte de llevarlo a un colegio Montessori, a un colegio
Waldorf, a un colegio especial que no esté masificado en el que las
personas que forman parte de ese colegio tengan la necesidad de
expresar su vocación apasionada y amorosamente, y no tengan su
profesión sólo como un medio de generar ingresos a final de mes.
Porque en la docencia al igual que en la medicina oficial, hay muchos
que podríamos definir como “funcionarios”: No es lo mismo una
maestra o maestro que ama o que ame a los niños y que ame su vocación,
que un funcionario que ha estudiado una carrera corta, fácil,
agradable, con alicientes, con bastantes períodos vacacionales y
pagada por papá, y tranquila. Ése es un funcionario: ése no
soporta a los niños, y si tiene niños índigo en su clase hoy no
está aquí: está dándose un masaje, o en una clase de inglés o de
danza o de baile, o en un bar tomando café, porque sabe que su período
de trabajo es el remunerado y cuando se acaba, “pues qué bien que
ya vienen los papás a por los monstruos”… En cambio, las personas
que están aquí y que tienen como vocación el amor a los niños y el
amor a la enseñanza, saben que tienen niños índigo en sus aulas…
¿Qué hacemos con ellos, qué hacemos? Tenemos que ingeniárnoslas
para seguir dentro del sistema, porque el sistema es un coloso
tremendo y no podemos luchar contra él, pero incrementando la
creatividad, haciendo lo posible porque se impliquen los papás.
Los papás deben ser conscientes de que su hijo es un ser especial
como todo niño, pero que si además es índigo, es una
responsabilidad tener un hijo índigo.
Un
hijo índigo es el futuro profesional en el que estaremos todos
nosotros, porque todos los ámbitos de la sociedad del día del mañana
estarán formados por los niños de ahora. En cada uno de los
profesionales de nuestro futuro, que haya un índigo que haya podido
expresar sus cualidades y sus potencialidades, que haya podido
expresarse desde la creatividad y que haya podido descubrir qué es lo
que le apasiona en la vida, será un profesional totalmente terapeuta.
Porque el índigo es terapeuta: viene a sanar esta sociedad
como he dicho anteriormente. Si un niño índigo se apasiona por hacer
panes, pasteles, galletas, cualquier profesión que elija, sea mecánico,
sea médico, sea abogado, sea arquitecto, sea terapeuta holístico,
sea cineasta, sea escritor, si hace lo que le apasiona (y sólo
lo puede descubrir si se le permite ser creativo con su aprendizaje),
si descubre lo que le apasiona, se dedique a lo que se dedique en la
vida, tendremos y recibiremos un amor, un nivel de consciencia que en
estos momentos no tenemos como deberíamos y merecemos tener. La
mayoría de los profesionales de nuestra sociedad, de cualquier
sector, trabaja por dinero. La mayoría, no todos. Cuando podemos
unificar remuneración, profesión y vocación es un regalo. Y quien
ama su profesión lo sabe. Esto es lo que se pretende con los niños
índigo: que a todos los niveles, cuando sean adultos, en cualquier
sector de la sociedad en el que trabajen, donde se realicen
profesionalmente, lo hagan a través de aquello que les apasiona y no
que se les haya impuesto. Pero para ello, desde la base necesitan
saberse queridos, apoyados, comprendidos y con un sistema de enseñanza
y aprendizaje que se adapte a ellos y no al contrario.
Si tienes un índigo cerca: en mayor o menor medida tú eres índigo. En mayor o menos medida tienes desde el nivel del alma y el nivel del corazón este compromiso ya pactado en otro nivel de realidad, en otro nivel de consciencia. Los índigos han venido a cambiar esta realidad desde la consciencia, desde el amor. Por lo tanto, aceptemos nuestro compromiso de estar aquí y ahora. ¿Qué pasa si eres maestra, si tienes en tu aula ya, o si eres director de colegio, o si eres médico oficial y estás aquí? Tienes compromiso índigo seguro.
Diferencias entre un niño ïndigo y un niño Hiperactivo :
Agresividad:
El nivel de agresividad en el hiperactivo: es una mole de movimiento,
parece que no tenga compasión; pero en realidad, como lo veremos, es
que tiene problemas psicomotrices, y no controla bien el espacio;
parece que no es compasivo, porque no es consciente de que hace daño
a los demás. El índigo actúa con compasión, desde pequeñitos; no
son combativos, ceden sus juguetes, son (y estoy hablando en términos
muy generales, porque hay excepciones por supuesto) y actúan con
mucha compasión para ser un niño, y para ser tan pequeñito…
La
expresión verbal:
El índigo, desde que empieza a hablar, tardan mucho en hablar, pero
cuando hablan, hablan frases enteras, y otros son muy precoces
hablando (Manuel tiene un hijo de tres años que tiene un nivel de léxico
desbordante; él es uno de los directivos del Centro Ketzalkóatl, y
da mucho placer hablar con él, porque parece que estés hablando con
un niño con todo el encanto de niño, y con un sabio, como que
tuviera unos secretos que necesita crecer para transmitirte). Esa es
la magia de los índigos: siente; si tienes uno así, siente… El
hiperactivo habla a trompicones, no se le entiende, habla frases
cortas, y sólo le suele entender su mamá, su cuidadora o su papá, o
una hermana o un hermano: alguien que ejerce de traductor, y además
confunde los tiempos y los modos: puede hablar en indicativo o en
subjuntivo: “cuando he venido comeré”… O sea… Como que
tiene una falta de coherencia y de conexión con las realidades
temporales, espaciales, como iremos viendo… En cambio el índigo
expresa muy bien sus emociones, sus sentimientos, sus enfados, sus
porqués… Parece un monstruo, porque te hace unos razonamientos con
una total sinceridad del corazón. Esa es la diferencia.
La
autoestima:
El índigo tiene un alto nivel de autoestima; son como aristócratas,
como principitos, como princesas… Por supuesto que son vulnerables,
como todo niño. Sin embargo, el hiperactivo es consciente de que algo
pasa, algo ocurre: “nadie quiere jugar conmigo, no me invitan a los
cumpleaños”… A mi hijo le ocurría esto, y entonces yo le hice
ser atractivo a través de comprarle juegos participativos: llevaba
varias peonzas, trompos; llevada constantemente cuerdas nuevas para
jugar a la comba; llevaba cartas de esas de las Pokemon para poderlas
sortear, regalar. Yo “mataba varios pájaros de un tiro”: es
decir, que le hacía atractivo a los ojos de los demás, porque
regalaba cosas y porque llevaba juguetes participativos. Pero esto era
un truco de madre (y como dicen en mi pueblo: “sabe más el diablo
por ser viejo que por diablo”). Yo tuve ese problema de rechazo, y
mi hijo, con sus rasgos de hiperactivo, estaba teniéndolos también.
Yo los viví en silencio, porque a mí mi madre nunca me escuchó, Mi
hijo me ha elegido; tiene como un 30% de potencial índigo, y bastante
más de hiperactividad en su infancia; ahora tiene doce años. Ese era
un truco que yo me saqué de la manga, siendo creativa, y no se si está
bien o mal, pero lo único que les digo es que dio resultado: al niño
empezaron a participarle, a contar con él, porque llevaba cosas
participativas. Yo siento que todo vale desde el corazón para evitar
el rechazo, porque el rechazo te mata, te daña y mucho. A mí me
normalizaron con muchas normas, entré en el silencio y fui tartamuda
hasta los treinta años. ¿Para qué tenemos qué fomentar algo
relacionado con su capacidad de expresar? Si un índigo o un
hiperactivo se cierra, si cierra este chakra, ( el chakra de la
garganta) que por cierto es el chakra del poder, va a tardar mucho en
florecer. Tendremos un adolescente silencioso, que es de lo peor,
porque no sabes lo que piensa, no sabes lo que siente y no sabes qué
va a hacer mañana porque no habla. Y todo esto se gesta en la
infancia. Por lo tanto, el nivel de autoestima de un índigo es elevadísimo,
pero si en el colegio se le rechaza, si se le está agrediendo
constantemente a su autoestima…
Normalmente
el índigo sabe más que sus profesoras, sobre todo sabe a través de
una mirada sus estados de ánimo, y te dice unas cosas que te dejan
helada, porque ¿cómo puede escanearte de esa manera? Te escanea, te
hace un escaneo – y veo que todas aquí están diciendo que sí –.
Te escanean con una mirada y no todos los profesores o profesoras
tienen el nivel de humildad de saber que su profesión no implica
saberlo todo y que no es necesario darle constantemente la imagen al
niño de que es su fuente, su modelo. No. Hay muchas profesoras que
reaccionan con el niño índigo sobre todo, se bajan a su altura física
y le reconocen: “Discúlpame, sí, así es: es que hoy estoy un poco
triste”. Mientras que la norma de cuando nosotros éramos pequeños
¿qué era? “Los herederos de Dios son dos: el médico y el
profesor”, y no podíamos contradecirles, y en algunas ocasiones no
podíamos ni mirarles a los ojos, porque no, no…
El
hiperactivo es consciente de que “nadie me quiere, nadie quiere
jugar conmigo” No tiene patrones socializantes: o sea que todavía
no sabe jugar. Si hay que jugar a correr pues corre, y si avienta a
tres o cuatro niños al suelo, pues lo niños se hacen daño, las mamás
se quejan con la profesora, la profesora ya no sabe qué hacer, “¡sácalo
de este colegio!”. ¿Y cuántos niños hiperactivos tenemos en casa
sin encontrar colegio y el rechazo colegio tras colegio, la frustración,
la tristeza y el daño que se le está haciendo a ese niño por su
hiperactividad… Que a veces la hiperactividad está escondiendo
un potencial índigo… A veces, la mayoría de las veces, y cada
vez más. Y como decía anteriormente, la medicina oficial sólo ha
diagnosticado, porque es experta en diagnosticar, y tenemos este diagnóstico:
“los neurotransmisores no se comportan de una manera adecuada para
socializarse en edad temprana, y se puede llegar hasta la adolescencia
y hay rasgos de hiperactividad en el adulto a o largo de toda su
vida”. Eso es lo que dicen y punto. Nada más. Por lo tanto, ¿qué
alternativas dan? Una: Ritalín o sus derivados o sus afines.
Fíjense
en lo que les voy a decir. Yo por supuesto estoy en contra de medicar,
de drogar, pero en casos severos de hiperactividad que no son índigos,
la medicación les tranquiliza, y por lo tanto si les tranquiliza a
nivel motriz, su capacidad para fijarse y para emitir sus propios
juicios a través de la observación se ira abriendo… Porque el
hiperactivo no tiene modo de enlazar conclusiones, mas que de una
manera: dándoles frases cortas, concretas y repetitivas, una y otra
vez, con grandes dosis de amor, compañía y atención. Eso el
hiperactivo puro y duro. Si cuando con esas grandes dosis de órdenes
concretas, con frases cortas, amor y comprensión logramos un cambio,
el hiperactivo la mayor parte del tiempo se cree que nadie le
comprende, pero no sabe que ni siquiera sabe que nadie le comprende…
Es difícil… Y en el momento en el que siente que forma parte de una
familia, de una mamá, de un papá, de un lugar, de una casa empieza a
bajar su nivel de hiperactividad, y comienza a subir (si tiene que
subir) su nivel de frecuencia índigo, y la mayoría de hiperactivos
son índigo. Pero primero sepamos estimar, porque si tenemos un
hiperactivo, lo vamos a saber, vamos a seguir viendo y a seguir
sintiendo…
Repito:
a nivel de autoestima, el índigo la tiene muy bien, y si se le daña
(incluso es aristocrático en su porte, en sus maneras y en sus
contestaciones… No es maleducado, pero no le sirve el “porque lo
digo yo”; te responde: “explícamelo mejor”, “no lo
entiendo”, “dime por qué”, etc.), se marchita y se aísla; pero
generalmente su autoestima es de un muy alto nivel. El hiperactivo sólo
sabe que “nadie quiere jugar conmigo, nadie me quiere”… Esas son
sus dos cuestiones que incluso tarda en decirlas. Normalmente es
monosilábico: “¿Te lo has pasado bien? Si”; “¿Has jugado en
el colegio? No”; “¿Han querido jugar contigo los niños? No”;
“¿Con cuántos niños has jugado? No”… “¿Has jugado con
muchos niños? No”. Ése es el hiperactivo.
Por Nina Llinares (Terapeuta Holística)
QUIERO ESCRIBIR UN NIÑO
Quiero escribir un niño
con grandes ojos como semillas,
pelo color maíz,
dulce sonrisa de níspero.
con grandes ojos como semillas,
pelo color maíz,
dulce sonrisa de níspero.
Quiero escribir un niño,
hacerlo con palabras
en el idioma de su placenta hecha de mar,
de viento,
de sacuanjoches olorosos.
hacerlo con palabras
en el idioma de su placenta hecha de mar,
de viento,
de sacuanjoches olorosos.
Quiero escribir un verde niño poeta,
un moreno cantor que inunde el mundo con sonrisas,
niño mesías del mensaje vital de la naturaleza
que sea Mayo eterno, floreciente
en una tierra nueva
de juguete...
un moreno cantor que inunde el mundo con sonrisas,
niño mesías del mensaje vital de la naturaleza
que sea Mayo eterno, floreciente
en una tierra nueva
de juguete...
Gioconda Belli
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