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lunes, 26 de abril de 2010

Niños Ïndigos


 ¿QUE ES SER UN NIÑO INDIGO?
 Yo doy por hecho de que ustedes ya están informados pero puede ser que no, y no tengo el porqué darlo por hecho. Un niño índigo es un niño que tiene y expresa la frecuencia índigo… ¿Y qué es la frecuencia índigo? Es la vibración del chakra del entrecejo. ¿Y qué es un chakra? Según la medicina tradicional china, que es la medicina más milenaria, seria, veraz y con resultados de cambios que existe: la medicina oriental. Según la medicina oriental, nuestro cuerpo está formado por energía eléctrica y energía magnética. Tenemos y vivimos constantemente dentro de un campo electromagnético formado por 72,000 posibilidades de conexión, posibilidades, canales que interactúan formando nuestro entramado energético. Donde coincide todo este entramado energético o aura es sobre la línea media imaginaria de nuestro cuerpo, configurando lo que se llaman los vórtices energéticos o chakras. Sistema de chakras es el sistema de vórtices energéticos en el que se basa la acupuntura, la digitopuntura, la kinesiología, etc. Tenemos siete vórtices energéticos. Si cada uno se tradujese en longitud de onda en relación a un color, daría un color determinado dentro del espectro de la misma gama que nuestro arco iris. ¿Por qué no se ven? ¿Por qué no vemos nuestras auras, nuestros chakras? No los vemos porque están formados por la partícula más pequeñita que existe: el electrón, y el electrón no es visible ante la mirada ordinaria. O sea que no tienen la suficiente masa material como para verse. Por lo tanto, los chakras no los podemos ver a menos que tengamos visión aural o seamos videntes. Si tradujésemos en color el chakra del entrecejo, que unifica las cualidades del hemisferio derecho y del hemisferio izquierdo, veríamos que tiene el color índigo, azul cobalto… Los llamados “niños índigo” nacen ya con este chakra, con este vórtice energético y por añadidura las cualidades de ambos hemisferios cerebrales más desarrolladas de lo normal.

¿Qué es tener desarrollado el chakra del entrecejo, el chakra índigo?

Todos los seres humanos tenemos la posibilidad de desarrollar nuestro chakra índigo, nuestro chakra del entrecejo. Es vivir de una manera diferente a la manera material, a la manera razonable, a la manera intelectual, a la manera materialista de ser, sentirse y relacionarse con los demás y con la vida. ¿Y por qué? Pues porque nuestra capacidad cerebral no solamente abarca nuestro hemisferio izquierdo racional, intelectual, sino que también abarca nuestro hemisferio derecho, con todo su potencial y cualidades atemporales, intuitivas, psicomágicas, conscientes de realidades más allá de lo que ven nuestros ojos o tocan nuestras manos o perciben nuestros demás sentidos. Estas capacidades unificadas alternativamente son las que tiene potencialmente todo ser humano, en forma latente pero por desarrollar según tenga o no inquietudes espirituales; y cuando defino “espirituales” no tengo ninguna intención de que sea entendido con connotaciones religiosas ni místicas: me refiero a ser consciente… Consciente de que aquí pueden haber presencias angélicas, guías, etcétera. Cuestiones que la mente racional rechaza pero que son verdad aunque no nos las creamos, y que el niño índigo, el adolescente índigo o el adulto índigo tienen tan integradas como podemos tener nosotros integrados el que sólo existe lo que vemos y tocamos. Para ellos es completamente normal y natural el saberse de otros planos, de otros planetas, saberse en contacto con seres de la naturaleza como las hadas… Ver y sentir a los ángeles, saber que la muerte sólo es una manera de nacer a otra realidad, etc., etc. Y este tipo de información, para ellos tan natural, en algunos padres puede dar miedo, y tratan de taparla. En otros, como cuando nosotros éramos pequeños y hablábamos de ángeles, de hadas, de otras vidas (la mayoría de nosotros, y es que ya ni nos acordamos), cuando permitíamos que nuestras potencialidades del hemisferio derecho se expresaran, motivadas también y principalmente por los cuentos, por las leyendas, el mundo infantil que le llaman, ¿no?, nuestros padres no tenían el nivel de información ni el nivel de consciencia que tenemos ahora los que tenemos hijos… Y en lugar de informarse lo que hacían en su lugar era “normalizarnos” con muchas normas…

De todas maneras muy normales no hemos quedado puesto que nuestros hijos son índigo: nuestros hijos nos han elegido. (Risas) . Es decir: que no nos asustamos ni intentamos normalizarles poniéndoles normas: intentamos informarnos, intentamos averiguar qué más hay más allá de un diagnóstico médico que dice: “su hijo es hiperkinético, su hijo tiene Síndrome de Déficit de Atención, su hijo no encaja, su hijo es un hijo problema”… ¿Nos conformamos con eso y le damos el Ritalín y la razón a la maestra…qué hacemos? Nos seguimos informando y por eso están aquí hoy, por eso toman como algo prioritario el ver programas de televisión que hablen del tema o comprarse libros que hablen de este tema, prestan atención cuando hay una conferencia o cuando hay alguien que hable de este tema… Y de este tema, quien más debe sentir su seriedad es cada uno de nosotros, cada padre, cada educadora, cada educador, cada psicólogo, cada médico, porque dándoles medicación llamada “droga legal” a nuestros hijos si son índigo, sólo conseguimos atrofiarles sus capacidades glandulares de secreción hormonal tanto del hipotálamo como de la hipófisis y la pituitaria; es decir, de las glándulas que están en el cerebro, las glándulas que sirven para todo lo relacionado con el intelecto pero también para todo lo relacionado con la creatividad, con la intuición, con la sabiduría del corazón.

Entre la confusión que les decía, y el oportunismo de estos especialistas que se sacan de la manga el saber todo de los niños índigo, y que todavía nos confunden más, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, no sentirnos en ningún momento tan desamparados ni tan desorientados. Si eres padre sabes, si eres maestra, sabes; si eres profesor, sabes. No es casualidad que tengas en tu aula niños índigo. No es casualidad que a tu gabinete o a tu consulta acudan niños índigo. No es casualidad que un niño índigo o dos o tres, te hayan elegido como madre o como padre: sabes. Aunque no te lo creas, hay cosas que son verdad y esta es una de ellas: si tienes cerca  niños índigo es porque en tu corazón y en tu hemisferio derecho y en tu chakra índigo del entrecejo sabes cómo sacar esa sabiduría… porque claro, estamos demasiado acostumbrados a los métodos, a las normativas, a los manuales, a las recetas milagrosas y efectivas, y en esta cuestión índigo hay que trabajar. Hay que trabajar primero para saber elegir… Para saber elegir el colegio, el profesional de la salud, para saber elegir y decidir si medicas a tu hijo o no lo medicas. Para saber qué podemos hacer… El nivel de oferta en los colegios de momento es precario. Las escuelas normalmente están masificadas. Un niño índigo necesita atención, a un niño índigo hiperactivo hay que saber estimarlo y valorarlo para saber cómo enfocar la hiperactividad y la frecuencia índigo.

El niño índigo es uno de los precursores, uno de los maestros, una de las personas, uno de los sanadores que va a cambiar esta realidad. Esta realidad no puede seguir adelante por el lado o camino materialista y tecnificado y saturado de tecnología, en absoluto. Hace falta creatividad. Hace falta cada vez más disfrutar del tiempo libre que nos da la tecnología.

¿Quiénes son los que van a enseñarnos?

Los índigo, porque la frecuencia índigo, la frecuencia del chakra entrecejo es la que unifica lo práctico con lo creativo. Porque esta sociedad y esta realidad si no empieza a ser creativa con su tiempo libre y con los medios de los que dispone, si no empieza a relacionarse con su prójimo desde el corazón, va a explotar. Tanta tecnología y tanto tiempo libre en sociedades altamente culturizadas, altamente tecnificadas, como por ejemplo Suiza o Suecia, han resultado en un alto nivel de suicidios de niños, de adolescentes y de adultos. ¿Por qué? Porque hay mucho tiempo, mucho dinero, mucha tecnología y no se sabe qué hacer porque no hay educación creativa. ¡Qué casualidad!, ¿verdad?

A los niños índigo, la única motivación por la que les podemos ayudar, la única vía para que despierten y desarrollen todo el potencial que tienen en sí mismos es a través de la creatividad. No se sienten motivados, no les interesa en absoluto que en su colegio se tenga un baremo de aprendizaje que vaya desde el primero hasta el último mes del año escolar con el aprendizaje de los adjetivos, de las preposiciones y de la tabla del uno al nueve, por poner un ejemplo, y tienen qué adaptarse a cumplir ese baremo ¿que dicta quien?: El sistema educativo existente para nuestro mejor bien y el de nuestros hijos evidentemente. Pero el niño índigo no se adapta al método: necesita un método que se adapte a él. Y a no ser que tengamos la suerte de llevarlo a un colegio Montessori, a un colegio Waldorf, a un colegio especial que no esté masificado en el que las personas que forman parte de ese colegio tengan la necesidad de expresar su vocación apasionada y amorosamente, y no tengan su profesión sólo como un medio de generar ingresos a final de mes. Porque en la docencia al igual que en la medicina oficial, hay muchos que podríamos definir como “funcionarios”: No es lo mismo una maestra o maestro que ama o que ame a los niños y que ame su vocación, que un funcionario que ha estudiado una carrera corta, fácil, agradable, con alicientes, con bastantes períodos vacacionales y pagada por papá, y tranquila. Ése es un funcionario: ése no soporta a los niños, y si tiene niños índigo en su clase hoy no está aquí: está dándose un masaje, o en una clase de inglés o de danza o de baile, o en un bar tomando café, porque sabe que su período de trabajo es el remunerado y cuando se acaba, “pues qué bien que ya vienen los papás a por los monstruos”… En cambio, las personas que están aquí y que tienen como vocación el amor a los niños y el amor a la enseñanza, saben que tienen niños índigo en sus aulas… ¿Qué hacemos con ellos, qué hacemos? Tenemos que ingeniárnoslas para seguir dentro del sistema, porque el sistema es un coloso tremendo y no podemos luchar contra él, pero incrementando la creatividad, haciendo lo posible porque se impliquen los papás. Los papás deben ser conscientes de que su hijo es un ser especial como todo niño, pero que si además es índigo, es una responsabilidad tener un hijo índigo.

Un hijo índigo es el futuro profesional en el que estaremos todos nosotros, porque todos los ámbitos de la sociedad del día del mañana estarán formados por los niños de ahora. En cada uno de los profesionales de nuestro futuro, que haya un índigo que haya podido expresar sus cualidades y sus potencialidades, que haya podido expresarse desde la creatividad y que haya podido descubrir qué es lo que le apasiona en la vida, será un profesional totalmente terapeuta. Porque el índigo es terapeuta: viene a sanar esta sociedad como he dicho anteriormente. Si un niño índigo se apasiona por hacer panes, pasteles, galletas, cualquier profesión que elija, sea mecánico, sea médico, sea abogado, sea arquitecto, sea terapeuta holístico, sea cineasta, sea escritor, si hace lo que le apasiona (y sólo lo puede descubrir si se le permite ser creativo con su aprendizaje), si descubre lo que le apasiona, se dedique a lo que se dedique en la vida, tendremos y recibiremos un amor, un nivel de consciencia que en estos momentos no tenemos como deberíamos y merecemos tener. La mayoría de los profesionales de nuestra sociedad, de cualquier sector, trabaja por dinero. La mayoría, no todos. Cuando podemos unificar remuneración, profesión y vocación es un regalo. Y quien ama su profesión lo sabe. Esto es lo que se pretende con los niños índigo: que a todos los niveles, cuando sean adultos, en cualquier sector de la sociedad en el que trabajen, donde se realicen profesionalmente, lo hagan a través de aquello que les apasiona y no que se les haya impuesto. Pero para ello, desde la base necesitan saberse queridos, apoyados, comprendidos y con un sistema de enseñanza y aprendizaje que se adapte a ellos y no al contrario.

Si tienes un índigo cerca:  en mayor o menor medida tú eres índigo. En mayor o menos medida tienes desde el nivel del alma y el nivel del corazón este compromiso ya pactado en otro nivel de realidad, en otro nivel de consciencia. Los índigos han venido a cambiar esta realidad desde la consciencia, desde el amor. Por lo tanto, aceptemos nuestro compromiso de estar aquí y ahora. ¿Qué pasa si eres maestra, si tienes en tu aula ya, o si eres director de colegio, o si eres médico oficial y estás aquí? Tienes compromiso índigo seguro.

Diferencias entre un niño ïndigo y un niño Hiperactivo :


Agresividad: El nivel de agresividad en el hiperactivo: es una mole de movimiento, parece que no tenga compasión; pero en realidad, como lo veremos, es que tiene problemas psicomotrices, y no controla bien el espacio; parece que no es compasivo, porque no es consciente de que hace daño a los demás. El índigo actúa con compasión, desde pequeñitos; no son combativos, ceden sus juguetes, son (y estoy hablando en términos muy generales, porque hay excepciones por supuesto) y actúan con mucha compasión para ser un niño, y para ser tan pequeñito…

La expresión verbal: El índigo, desde que empieza a hablar, tardan mucho en hablar, pero cuando hablan, hablan frases enteras, y otros son muy precoces hablando (Manuel tiene un hijo de tres años que tiene un nivel de léxico desbordante; él es uno de los directivos del Centro Ketzalkóatl, y da mucho placer hablar con él, porque parece que estés hablando con un niño con todo el encanto de niño, y con un sabio, como que tuviera unos secretos que necesita crecer para transmitirte). Esa es la magia de los índigos: siente; si tienes uno así, siente… El hiperactivo habla a trompicones, no se le entiende, habla frases cortas, y sólo le suele entender su mamá, su cuidadora o su papá, o una hermana o un hermano: alguien que ejerce de traductor, y además confunde los tiempos y los modos: puede hablar en indicativo o en subjuntivo: “cuando he venido comeré”… O sea… Como que tiene una falta de coherencia y de conexión con las realidades temporales, espaciales, como iremos viendo… En cambio el índigo expresa muy bien sus emociones, sus sentimientos, sus enfados, sus porqués… Parece un monstruo, porque te hace unos razonamientos con una total sinceridad del corazón. Esa es la diferencia.

La autoestima: El índigo tiene un alto nivel de autoestima; son como aristócratas, como principitos, como princesas… Por supuesto que son vulnerables, como todo niño. Sin embargo, el hiperactivo es consciente de que algo pasa, algo ocurre: “nadie quiere jugar conmigo, no me invitan a los cumpleaños”… A mi hijo le ocurría esto, y entonces yo le hice ser atractivo a través de comprarle juegos participativos: llevaba varias peonzas, trompos; llevada constantemente cuerdas nuevas para jugar a la comba; llevaba cartas de esas de las Pokemon para poderlas sortear, regalar. Yo “mataba varios pájaros de un tiro”: es decir, que le hacía atractivo a los ojos de los demás, porque regalaba cosas y porque llevaba juguetes participativos. Pero esto era un truco de madre (y como dicen en mi pueblo: “sabe más el diablo por ser viejo que por diablo”). Yo tuve ese problema de rechazo, y mi hijo, con sus rasgos de hiperactivo, estaba teniéndolos también. Yo los viví en silencio, porque a mí mi madre nunca me escuchó, Mi hijo me ha elegido; tiene como un 30% de potencial índigo, y bastante más de hiperactividad en su infancia; ahora tiene doce años. Ese era un truco que yo me saqué de la manga, siendo creativa, y no se si está bien o mal, pero lo único que les digo es que dio resultado: al niño empezaron a participarle, a contar con él, porque llevaba cosas participativas. Yo siento que todo vale desde el corazón para evitar el rechazo, porque el rechazo te mata, te daña y mucho. A mí me normalizaron con muchas normas, entré en el silencio y fui tartamuda hasta los treinta años. ¿Para qué tenemos qué fomentar algo relacionado con su capacidad de expresar? Si un índigo o un hiperactivo se cierra, si cierra este chakra, ( el chakra de la garganta) que por cierto es el chakra del poder, va a tardar mucho en florecer. Tendremos un adolescente silencioso, que es de lo peor, porque no sabes lo que piensa, no sabes lo que siente y no sabes qué va a hacer mañana porque no habla. Y todo esto se gesta en la infancia. Por lo tanto, el nivel de autoestima de un índigo es elevadísimo, pero si en el colegio se le rechaza, si se le está agrediendo constantemente a su autoestima…

Normalmente el índigo sabe más que sus profesoras, sobre todo sabe a través de una mirada sus estados de ánimo, y te dice unas cosas que te dejan helada, porque ¿cómo puede escanearte de esa manera? Te escanea, te hace un escaneo – y veo que todas aquí están diciendo que sí –. Te escanean con una mirada y no todos los profesores o profesoras tienen el nivel de humildad de saber que su profesión no implica saberlo todo y que no es necesario darle constantemente la imagen al niño de que es su fuente, su modelo. No. Hay muchas profesoras que reaccionan con el niño índigo sobre todo, se bajan a su altura física y le reconocen: “Discúlpame, sí, así es: es que hoy estoy un poco triste”. Mientras que la norma de cuando nosotros éramos pequeños ¿qué era? “Los herederos de Dios son dos: el médico y el profesor”, y no podíamos contradecirles, y en algunas ocasiones no podíamos ni mirarles a los ojos, porque no, no…

El hiperactivo es consciente de que “nadie me quiere, nadie quiere jugar conmigo” No tiene patrones socializantes: o sea que todavía no sabe jugar. Si hay que jugar a correr pues corre, y si avienta a tres o cuatro niños al suelo, pues lo niños se hacen daño, las mamás se quejan con la profesora, la profesora ya no sabe qué hacer, “¡sácalo de este colegio!”. ¿Y cuántos niños hiperactivos tenemos en casa sin encontrar colegio y el rechazo colegio tras colegio, la frustración, la tristeza y el daño que se le está haciendo a ese niño por su hiperactividad… Que a veces la hiperactividad está escondiendo un potencial índigo… A veces, la mayoría de las veces, y cada vez más. Y como decía anteriormente, la medicina oficial sólo ha diagnosticado, porque es experta en diagnosticar, y tenemos este diagnóstico: “los neurotransmisores no se comportan de una manera adecuada para socializarse en edad temprana, y se puede llegar hasta la adolescencia y hay rasgos de hiperactividad en el adulto a o largo de toda su vida”. Eso es lo que dicen y punto. Nada más. Por lo tanto, ¿qué alternativas dan? Una: Ritalín o sus derivados o sus afines.

Fíjense en lo que les voy a decir. Yo por supuesto estoy en contra de medicar, de drogar, pero en casos severos de hiperactividad que no son índigos, la medicación les tranquiliza, y por lo tanto si les tranquiliza a nivel motriz, su capacidad para fijarse y para emitir sus propios juicios a través de la observación se ira abriendo… Porque el hiperactivo no tiene modo de enlazar conclusiones, mas que de una manera: dándoles frases cortas, concretas y repetitivas, una y otra vez, con grandes dosis de amor, compañía y atención. Eso el hiperactivo puro y duro. Si cuando con esas grandes dosis de órdenes concretas, con frases cortas, amor y comprensión logramos un cambio, el hiperactivo la mayor parte del tiempo se cree que nadie le comprende, pero no sabe que ni siquiera sabe que nadie le comprende… Es difícil… Y en el momento en el que siente que forma parte de una familia, de una mamá, de un papá, de un lugar, de una casa empieza a bajar su nivel de hiperactividad, y comienza a subir (si tiene que subir) su nivel de frecuencia índigo, y la mayoría de hiperactivos son índigo. Pero primero sepamos estimar, porque si tenemos un hiperactivo, lo vamos a saber, vamos a seguir viendo y a seguir sintiendo…

Repito: a nivel de autoestima, el índigo la tiene muy bien, y si se le daña (incluso es aristocrático en su porte, en sus maneras y en sus contestaciones… No es maleducado, pero no le sirve el “porque lo digo yo”; te responde: “explícamelo mejor”, “no lo entiendo”, “dime por qué”, etc.), se marchita y se aísla; pero generalmente su autoestima es de un muy alto nivel. El hiperactivo sólo sabe que “nadie quiere jugar conmigo, nadie me quiere”… Esas son sus dos cuestiones que incluso tarda en decirlas. Normalmente es monosilábico: “¿Te lo has pasado bien? Si”; “¿Has jugado en el colegio? No”; “¿Han querido jugar contigo los niños? No”; “¿Con cuántos niños has jugado? No”… “¿Has jugado con muchos niños? No”. Ése es el hiperactivo.

Por Nina Llinares (Terapeuta Holística)

QUIERO ESCRIBIR UN NIÑO



Quiero escribir un niño
con grandes ojos como semillas,
pelo color maíz,
dulce sonrisa de níspero.


Quiero escribir un niño,
hacerlo con palabras
en el idioma de su placenta hecha de mar,
de viento,
de sacuanjoches olorosos.


Quiero escribir un verde niño poeta,
un moreno cantor que inunde el mundo con sonrisas,
niño mesías del mensaje vital de la naturaleza
que sea Mayo eterno, floreciente
en una tierra nueva
de juguete...


 


Gioconda Belli

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