Gracias Alfredo
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La sabiduría de las emociones
Una emoción es una tonalidad anímica. Ciertas emociones nos informan de lo que “tenemos”, como la alegría, la gratitud, la confianza o la solidaridad, y naturalmente son emociones agradables. Otras nos informan acerca de algo que nos falta, como la tristeza, el miedo, la envidia o la culpa. Estas emociones son, sin duda, dolorosas y por una confusión respecto a ellas las solemos llamar “negativas”, cuando en realidad no los son. Por el contrario, todas las emociones dolorosas son valiosísimas señales que nos remiten a problemas que estamos experimentando en ese momento. Por ejemplo, la envidia se define como un agudo dolor que es activado por la percepción de alguien que ha alcanzado algo que deseamos y no tenemos y que nos remite a nuestros propios deseos insatisfechos.
Mente y emociones
La mente tiene un papel destacado en la gestión de nuestras emociones. Está en continua interacción con ellas y con frecuencia quieren cosas diferentes: “Quiero acercarme a tal persona y la mente me frena”… “Quiero mudarme de casa y la razón se opone”.
Los diálogos internos nos han hecho creer de forma errónea que entre mente y emociones existe un antagonismo natural. Y esta conclusión errónea complica aún más las cosas. Al no saber que hacer con las emociones, intentamos resolver los problemas que ellas nos presentan dominándolas o suprimiéndolas. Por ejemplo, estoy en una reunión de trabajo, me siento triste y tengo ganas de llorar. La mente inmadura dice: “¡cómo vas a llorar aquí… estás loco…! Siempre tú con tus necesidades extrañas… déjate de tonterías y presta atención a lo que dicen!”.
Sin embargo, la relación esencial entre la mente y las emociones es de complementariedad. La función de la mente es coordinar y posibilitar las emociones y éste es, precisamente, un rasgo de madurez. Cuando la mente ha alcanzado esa madurez, ante la situación del ejemplo anterior responde: “Llorar aquí es difícil, se te va a hacer todo más complicado. Te propongo irnos lo antes posible y que cuando lleguemos a casa llores todo lo que necesitas, ¿qué te parece?”. La mente madura reconoce la realidad del impulso emocional y lo respeta, evalúa las condiciones externas y sobre esa base propone algo. Propone pero no ordena.Cuando padecemos una emoción dolorosa crónica eso nos indica una actitud inadecuada de la mente que evalúa la realidad, o al menos parte de ella, de forma errónea. Es entonces cuando transformar ese juicio se convierte en algo muy necesario. Por ejemplo, si tratamos siempre de reprimir nuestro enfado consecuencia de que deseamos ser tranquilos y seguros, la mente rechazará aquello que no coincide con nuestro ideal sobre nosotros mismos.
Nosotros somos tanto nuestra mente como nuestras emociones. Nuestro destino “psicológico” dependerá de la relación que establezcamos entre ellas: podrá ser un camino en el que predomine la insatisfacción y el sufrimiento o, por el contrario, un camino que recorramos tranquilos, aprendiendo y con la paz emocional que produce el sentirnos sabia y amorosamente respaldados (por nosotros mismos).
Fuente: Levy, Norberto. La sabiduría de las emociones. Ed. Debolsillo.
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6 comentarios:
Querida Graciela, ser emocionalmente inteligentes es un aprendizaje, tal vez el más difícil de lograr.
Abrazos!!!
Lo que sentimos siempre es justo,pero no siempre es justo lo que hacemos con lo que sentimos.
Cuando las emociones nos desbordan estamos a merced de ellas y para que esto no suceda ,hay que parar y observarlas sin juzgarlas ni catalogarlas en buenas o malas.
Desde ese punto de imparcialidad podemos activar el mental y decidir qué hacer.
Gracias Graciela y un abrazo.
Nuestras emociones son necesarias, ya sean agradables o no tan agradables, creo que sin emociones, sin sentimiento no podríamos vivir. La mente, la razón, la que nos priva muchas veces de sentir tantas emociones... Creo que como en todo tenemos que llegar a un equilibrio, y como bien leemos en tu artículo hay que conseguir que nestra mente nos entienda y nos comprenda, es decir tenemos que comprendernos y respetarnos a nosotros mismos, pero no negarnos: "La mente madura reconoce la realidad del impulso emocional y lo respeta, evalúa las condiciones externas y sobre esa base propone algo. Propone pero no ordena".
Graciela, te pego el enlace de la primera entrada que puse en el blog, aquellos días me dediqué a coger fotos de internet y ponerle al lado el sentimiento que me venía al observar la imagen, si me emocionaba o no, y de ahí mi entrada, en la que tan solo colgué una de aquellas imágenes:
http://entre-pensamientos.blogspot.com/2009/11/sentimientos-emocionespodriamos-vivir.html
Beeesos.
Las emociones creo que nunca hay que reprimirlas.
Hay que dejarse llevar dulcemnte por ellas, aceptarlas.
En cuanto aceptas tu emoción dejas de sufrir, de pasarlo mal, porque no estás luchando contra ella.
Un abrazo enorme.
Absolutamente de acuerdo Maria...tenemos que observar esa emoción, pero no reprimirla, eso es lo que daña la salud.
Un abrazote!
Tihada, es difícil, pero no imposible! :)
Dayana, la mente no debe manejarnos,el equilibrio mente-corazón debe conducirnos...nadie dice que es fácil
Linda Isora, la mente nos trae sufrimiento, pero si "arrodillamos nuestro corazón ante ella" nuestro Yo superior nos libera de angustias porque el AMOR todo lo abarca... gracias por la entrada que me pegaste...ya fui a verla!
Gracias amigas! les dejo un abrazotee
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