¿QUÉ TENGO QUE SENTIR?
Giraba y giraba transportada por la
música, feliz y liviana. Los brazos volaban conmigo dando cuerda para
dejarme mover eternamente, sin noción de tiempo ni lugar. Como
cualquier otro día. Entregada al movimiento como una hoja al viento.
Predispuesta y abierta a las sensaciones. Confiada. Y como cualquier
otro día también, sin una previa intención dirigida, abrí las alas y… a
despegar. El mundo de las emociones.
Pero esta vez, desde el cuerpo espiritual. Y ese vehículo tan
intenso de las voces que surgían del fondo de la tierra y se elevaban
al cielo con ritmos de cristal, me sostenían como ángeles que hacían
de mi cuerpo, un manto de libertad de acordes y armónicos sonidos
etéreos.
Y a poco de dejarme ir, animadamente, desplazándome al compás de
las percepciones y los sentidos, un sinfín de mensajes, respuestas y
señales cayeron sobre mí. La “imagen auditiva”, la “recepción
sincrónica”, “la conexión álmica”…Las fichas que sin buscarlo, caen una
a una, en una lluvia de certezas y claridades imposibles de frenar.
Y ya no se distingue entre la voz de la conciencia, la presencia
cósmica, la Fuerza de la Creación o los mismísimos genes de los
ancestros, respondiendo con sus huellas de humanidad a lo inconcluso
que resta. Un súbito despertar corporal de conciencia de “resiliencia”, es decir, esa capacidad de haber podido desarrollar
una vida “sana”, en un medio “insano”; esa resistencia frente a la
destrucción, con una respuesta vital positiva frente a la adversidad, a
la presión, incluso dejarse transformar por esas experiencias tan
dolientes y salir con una conciencia amplificada y amorosa y seguir
construyendo. Y no caer fácilmente en el rencor, a pesar de las
broncas, de las cosas pendientes. Y lloré. Lloré entre una riqueza de
estremecimientos, conmociones, recuerdos, sentimientos, principios y
culminaciones. Vi, sentí, palpé, comprendí los vuelcos del corazón,
arropé mis pasados y lejanos desasosiegos, me amigué con esa
inocencia desconcertante, me indulté en las angustias, y casi con
orgullo, no de vanidad, sino de sencilla y humilde modestia, con un
sentido de dignidad diría, sonreí entre lágrimas, como quien abraza a
un bebé que llora y lo llena de besos y caricias y amores.
Y en ese preciso momento, todo fue resoluciones. Decisiones.
Caminos. Luz. Claridad. CONCIENCIA DIVINA. Borrón y cuenta nueva.
LIBERACIÓN. PAZ. LLAMA. UN NUEVO COMIENZO. SOLTAR AMARRAS, ALZAR LAS
VELAS Y MARCAR NUEVO RUMBO. Llegó la hora de conectarse con aspectos
negados, de poner un punto a alguna etapa de la vida, de retomar
libertades que por momentos abandonamos, tal vez para recuperarnos de
esos golpes de la vida. Ha pasado ya todo el día. Conservo en mis
cuerpos un sentido de “HABER SIDO INFORMADA CÓSMICAMENTE”. Me doy por
enterada de todos los mensajes. Agradezco enormemente. Veremos
ahora, qué es capaz de hacer una simple mujer, con este toque mágico. CONFIAR es el mejor comienzo.
A quienes estén atravesando por la adversidad,
dirijan el timón hacia “ENGANCHARSE CON LA VIDA”. ATREVERSE.
Extiendan la mano y déjense tomar. La vida es una escuela y a ella
venimos a aprender lo que nos llevamos a marzo en otras ocasiones.
Cuanto menos nos aferremos al dolor, cuando podamos estar en el dolor
sin miedo, cuando podamos darle un beso al AMOR disfrazado de dolor,
sin sufrimiento, sin necesidad de evitarlo o salir corriendo, sin
resentimientos, cuando no necesitemos vengarnos de quien nos dañó y
podamos seguir amando su alma, más allá de sus errores humanos, de su
personalidad, habremos hecho un Master en el sentido de la Devoción y
el ARTE del AMAR.
Si aceptamos que esa experiencia o experiencias que vivimos fueron
exactamente lo que teníamos que vivir y no otra cosa, para aprender
lo que teníamos que aprender y no otra cosa, con quien o quienes lo
vivimos y no con otras personas, atravesaremos las penas, las
desilusiones, los dolores sin buscar a quién echarle la culpa.
Seguramente HOY, si aprendimos, ya no atraeremos a nuestra vida esas
lecciones, porque ya las conocemos, no atraeremos esos envolturas
encarnadas en esos seres, nos relacionaremos con otros aspectos, más
evolucionados, más amorosos, más elevados, e iremos por más, de lo
que aún falta aprender.
M.O.V.E.R.S.E es sentir, vivir, ser flexible, es comunicarse,
conectarse, animarse, abrirse, sacudir el polvo, el óxido, la telaraña
y ventilar para que entre un golpe de aire fresco, que renueve nuestro
compromiso con la vida y naturalmente, con el AMOR.
Liliana Marcela Pérez Villar
5 comentarios:
Extraordinario texto Graciela, gracias por compartir estas realidades...
La dirección de correo de Liliana no permite contactar con ella, ¿es correcta Graciela?
Gracias.
Yo, ya tengo mis manos extendidas!!!
Abrazos Gra!
Hermoso texto. Magnifico blog el tuyo.
Gracias por compartir.
Un beso
Aurora
Querida Graciela, este texto me recuerda una experiencia que viví hace tres años, en donde cuando te vacías descubres como es "Engancharse a la Vida". Gracias amiga, recibe un enorme abrazo.
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