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lunes, 13 de diciembre de 2010

Saltar a nuestro Centro...

El desapego apasionado


¡Cuánto mal puede hacernos entender mal! Y entender mal esta palabra podría conducirnos a desperdiciar lo mejor de la vida: “desapego”.
Con frecuencia se la interpreta como “mantenerse al margen / no involucrarse emocionalmente”. Desde esta perspectiva, uno imagina su evolución cual si se tratara de andar por el mundo con sonrisa beatífica, movimientos gráciles y sin ser afectados por nada. ¿Y si no fuera así?
Te pido que imagines dos círculos concéntricos: el del medio representaría tu Esencia, (una porción del Todo que encarna para vivir la experiencia humana...). El periférico sería tu personalidad (los condicionamientos mentales, emocionales y corporales que vas adquiriendo en tu paso por el mundo). En la mayoría de las personas el eje de su identidad está desplazado hacia periferia: viven centradas en los dictámenes de su parte más externa, sin contacto con su real identidad. Pero quien trabaja sobre sí lo hace porque, consciente o inconscientemente, anhela que su eje retorne desde la periferia hacia el Centro: siente un Llamado desde su identidad originaria para que así sea!
Cuando ejercemos el desapego es como si pegáramos un salto hacia nuestro Centro, y reconociéramos íntimamente que no somos esa periferia: nuestros pensamientos ni nuestras posesiones, nuestras emociones ni nuestros hábitos, nuestro cuerpo ni nuestros roles. Entonces... ¿qué somos? Somos ese Centro. Cuando la muerte advenga, lo que morirá será la periferia: lo que está sujeto a las leyes del tiempo y de la materia. Desde nuestro Centro podemos ver que, en la periferia, todo es impermanente: cambian nuestro cuerpo, nuestras opiniones, nuestros vínculos, nuestros roles... Desapegarse es un acto profundo por el cual re-ubicamos nuestro eje en lo imperecedero, y podemos soltar lo impermanente, dejando que la Vida haga.
Cuando lo hacemos, lejos de volvernos fríos y distantes (como esa errada imagen del desapego), tomamos conciencia de que la vida es más bien un juego, y que esa enorme cantidad de energía que estaba retenida en el aferrarnos (a nuestros afectos, a nuestras opiniones, a la imagen de sí, a la juventud o a lo que fuere), al desapegarnos queda disponible para vivirlo todo con pasión (o, como dice la Psicología del Budismo, con vigor): nos comprometemos con la vida desde otro lugar nuestro, mucho más libre. Podemos, entonces, ejercer nuestros roles poniéndoles lo mejor de nosotros, pero sabiendo que no somos nuestros roles; podemos emprender actividades sin estar sometidos al éxito o al fracaso, porque lo que importará será la experiencia, más allá de sus resultados; podemos brindarle cuidado y afecto al cuerpo, disfrutando de él tal como sea, pues sabremos que no somos el cuerpo; podemos cultivar vínculos que integren libertado con compromiso, porque íntimamente sabemos que el otro es tan dueño de su libertad como lo somos nosotros mismos...
Quien transita desapegado por la vida y ha comprobado cuánto sufrimiento implica el aferrarse, marcha entusiasta, se involucra en acciones concretas para con su entorno, dejando el mundo un poco mejor que como lo encontró; vibra, completamente vivo, y sabe desde adentro algo fundamental: que su Esencia no encarnó para cumplir con las expectativas de otros; de modo que se entrega al momento sin auto-limitarse por el miedo a la crítica de los demás, y sin buscar su aprobación o su admiración. Cada uno de nosotros posiblemente ha vivido muchísimas vidas antes de llegar al hoy. ¿Tiene algún sentido limitar nuestro accionar por lo que otros vayan a decir, y así desvirtuar aquello para lo cual vinimos a este mundo? Desapegarnos del “qué dirán” es un acto de libertad fundamental. También es uno de los que más cuesta! Sin embargo, es sobre todo a partir de él que adviene la experiencia del desapego apasionado: porque estamos libres, y podemos aplicar nuestro vigor en lo que somos y hacemos. Ejercer el verdadero “entusiasmo”.

Virginia Gawel & Eduardo Sosa






6 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

Buen texto.

"No aferrarse".

Interesante.

un abrazo.

Irene dijo...

Es un texto excelente.Y se entiende perfectamente muy esqumatizado y ameno.
Me encanta tu blog Graciela.Además cada vez que entro, encuentro lo que necesito en ese momento.
Ahora llevo unos ideas aferrada a una idea, y me exclaviza el pensamiento, me noto tensa, cabeza cargada...Bueno, ya sabes.
Y ahora parece que me has recordado aquello que sé pero a veces, en el día a día se pierde.
Así que gracias , amiga, y feliz Navidad.

Anónimo dijo...

Me encanta... que difícil a veces, sin embargo cuando ocurre cuando se consigue esa libertad, ese respeto , el dejar fluir la felicidad de la libertad se diente dentro...
Besos... besos
Loren Simón

Graciela dijo...

Gaucho... en "no aferrarse" está lo verdaderamente interesante para poder vivir en plenitud...
Irene... siempre es bueno recordar y aplicar los conocimientos, de nada vale acumularlos para hacer stock :) me alegro serte útil
Loren... si, nadie dice que es fácil, pero el desafío de soltarse nos regala una maravillosa libertad y nos oxigena el alma...
Gracias por sus palabras!!
Un abrazo!!

Nati dijo...

Gracias Graciela, hoy pocas palabras.
Un abrazo

Graciela dijo...

Gracias a Vos Nati :)
Te dejo un gran Abrazo!

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