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martes, 1 de febrero de 2011

Sano Egoísmo


ALEGATO AL EGOISMO
Son clásicas las diferencias entre los opuestos: día-noche, bien-mal, etc. No obstante participar de un mismo origen (suelen ser dos extremos o polos de la misma cosa) son difícilmente reconciliables.

Estamos acostumbrados a ver en los cuentos infantiles o en la televisión la separación entre el bueno y el malo, de forma que el bueno es incapaz de realizar cualquier acto propio de su contrario, y lo mismo ocurre con éste. Esta separación parece poco natural, y no es difícil entrever que el bueno y el malo son una misma cosa y que lo natural es que vayan unidos (esta tendencia a la unión puede observarse por el hecho de que existe una atracción entre ambos, que se traduce en una continua lucha, de forma que la existencia de uno se fundamenta en la existencia del otro).
Si los opuestos existen en todos nosotros, lo siguiente que habrá que determinar es qué nos hace conducirnos de una manera o de otra. Para mí, el impulso que determina la relevancia en nuestro carácter de un polo u otro, es el egoismo. Este egoismo es difícil de definir, y ha sido denominado de diversas formas: "principio del placer", "principio o deseo de poder", etc.
En nuestra tendencia de separar los contrarios hemos caido en el error de asociar el egoismo con lo malo; sin embargo, si aceptamos que el egoismo es algo así como mirar dentro de nosotros, debemos aceptar que no es ni bueno ni malo sino, más bien, ambos a la vez.
¿En qué reside pues su capacidad para guiarnos en un sentido u otro? Indudablemente, esta capacidad del egoismo reside en el hecho de mirar dentro de nosotros. Si es en nuestro interior donde se hallan unidos los opuestos y sólo fuera, y en un mirar hacia fuera, donde llegan a dividirse; es ahí, dentro de nosotros, donde debemos mirar para seguir un camino u otro.
El egoismo por tanto no es un cerrar los ojos hacia el mundo de afuera de nosotros, sino un volver la mirada hacia nosotros mismos. En la medida que consigamos hacer esto nos liberaremos de las ataduras que nos unen con el exterior, y una vez libre de estas ataduras podemos conducirnos guiados por nuestro plan interior y ante la vista de un mundo más amplio y con mayores posibilidades de movimiento.
No hay mayor "egoismo" que el no ofrecer al mundo aquello que llevamos dentro de nosotros.
Sólo dándonos a nosotros mismos podemos llenarnos y así entregarnos al mundo.
No aceptar la contradicción es negarnos a nosotros mismos, puesto que somos tanto una cosa como su contrario. ¿Por qué solemos negar un pensamiento, un deseo, etc. que se muestra como contrario a otro ya conocido por nosotros? Si en lugar de negarlo lo acogemos y lo mimamos, y aún lo sentamos al lado de su hermano contrario, estamos dando el primer paso para conocernos a nosotros mismos. Este es el verdadero y sano egoísmo. Sólo desde aquí podemos ofrecernos a los demás tal cual somos, enteros y sin miedo a perdernos o difuminarnos en el mundo.

Gonzalo B. Pozo
Licenciado en Psicología
Técnicas en terapia Gestald


Terapia Floral
Las primeras enfermedades reales del hombre son defectos como el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad, y la codicia y cada uno de estos defectos, tomado por separado, se verá que es adverso a la esencia espiritual del hombre.
El orgullo se debe, en primer lugar, a la falta de reconocimiento de la pequeñez de la personalidad y de su absoluta dependencia con el espíritu y a no ver que el éxito que pueda tener no se debe a la persona, sino que son bendiciones otorgadas por la Divinidad interna, en segundo lugar se debe a la pérdida del sentido de proporción, de la insignificancia de uno frente al esquema de la Creación, el orgullo se niega invariablemente a inclinarse con humildad y resignación ante la voluntad del Gran Creador, comete acciones contrarias a esa voluntad.
La crueldad es la negación de la unidad de todos y un no lograr entender que cualquier acción contraria a otra se opone al todo y es por tanto una acción contraria a la unión con el universo. Debemos entender que todos, por formar parte de un todo, han de sernos queridos y cercanos, hasta que quienes nos persigan inspiren en nosotros sentimientos de amor y compasión.
El odio es lo contrario al amor, el reverso de la Ley de la Creación, es la negación del Creador.
El egoísmo es anteponer nuestros intereses al bien de la humanidad y por ende de nosotros mismos.
La ignorancia es el fracaso del aprendizaje, negarse a ver la Verdad cuando se nos ofrece la oportunidad y lleva a muchos actos equivocados cuando no vemos que nos rodea la luz de la verdad y del conocimiento.
La inestabilidad, la indecisión y la debilidad aparecen cuando la personalidad se niega a dejarse gobernar por nuestro Ser Superior, tal condición no sería posible si tuviéramos en nosotros el conocimiento de la divinidad que es en realidad nuestro ser.
La codicia lleva el deseo de poder, es una negación de la libertad y de la individualidad de todos los espíritus, en lugar de reconocer que cada uno de nosotros esta aquí para desarrollarse libremente según los dictados de su espíritu sin obstáculos, la personalidad codiciosa desea gobernar, moldear y mandar a todos los demás.

La prevención y curación de la enfermedad se logrará descubriendo lo que falla en nosotros y erradicando ese defecto con el recto desarrollo de la virtud que la ha de destruir, no combatiendo el mal, sino aportando tal cantidad de la virtud opuesta que quedará barrido de nuestras naturalezas. La curación final y definitiva viene en última instancia de dentro, del espíritu en sí, que con su benevolencia irradia armonía a través de la personalidad en cuanto se le deja hacerlo.

Practitioners de Flores de Bach

Directora del Centro Holístico Nahualkuma
La Curación Por Las Flores de Dr. Edward Bach













2 comentarios:

Gemma dijo...

Me encantó leerte, gracias por compartirlo... de pequeños se nos enseña que el egoismo es malo y eso, a veces, causa mucha confusión y dolor, pues decimos sí a muchas cosas que realmente queremos decir no y es entonces cuando uno se siente mal consigo mismo y a la vez, con los demás... pues sí, el egoismo que nos hace sentir bien con nosotros mismos, es sano. Un abrazo!

Graciela dijo...

Hola Gemma! Solo el egoísmo que nos permite encontrarnos y sentir amor por nosotros mismos es saludable y es el que necesitamos vivir para amar verdaderamente a los demás. El equilibrio entre los opuestos es lo que debemos lograr.
Gracias por pasar por acá, te dejo un abrazo!

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