" Dios es un gran economista" Gandhi
RECONCILIAR LA ECONOMÍA MATERIALISTA CON LA ESPIRITUALIDAD:
EL GRAN DESAFÍO
La humanidad tiene frente a sí al menos dos grandes desafíos en este nuevo milenio: uno, reconciliar nuestro ser material con el ser espiritual y dos, reconciliar las necesidades individuales con las necesidades colectivas. Al primero le llamaré “la reconciliación entre la economía y la espiritualidad”, y al segundo “la reconciliación entre yo y el otro”.
Debido a que no hemos reconciliado estas dos dimensiones de la vida humana, nos encontramos en guerra, exclusión social, sufrimiento, desilusión, ira, incapacidad de avanzar, y muchos otros males.
Los adelantos en nuestras sociedades son básicamente medidos en forma material. La forma más popular de hacer esto es a través de la medición de los productos geográficos brutos de una economía.
Todo depende del consumo material de bienes y servicios. Al principio del último milenio, el consumo global alcanzaba al trillón de dólares. Este milenio comenzó con un consumo cerca no a los 30 trillones de dólares. Estas no son solamente cifras exorbitantes, sino además son de una disparidad apabullante. De estos 30 trillones, los más ricos (i.e., el 20% de ingresos superiores) consume el 86.5% del total, mientras que los más pobres (i.e., el 20% más pobre de la población) consume solamente el 1.3%. Esos son los niveles de consumo que cuadran con la destrucción ambiental, la pobreza y miseria, y tantas otras falencias que nos toca vivir como generación.
No tengo nada en contra de lo material, ni de que hayan ricos en una sociedad. Sería muy ideal que fuésemos todos iguales. Lo que sí quisiera decir es que las inequidades están aumentando significativamente, haciendo de nuestro mundo colectivo un ámbito sumamente frágil.
Lo importante es saber qué nivel de conciencia tienen aquellos que poseen la mayor parte de los bienes materiales. La conciencia humana de aquellos que tienen el poder, y la influencia sobre los adelantos tecnológicos.
La conciencia humana es la clave y, a la vez, el puente que une lo material con lo espiritual. No podemos vivir en una asimetría entre un altísimo nivel de bienestar material con un bajo nivel de conciencia. Es aquí donde, nuevamente, debemos enfocarnos en el ámbito de lo individual y de lo colectivo, ya que sólo a mayores niveles de conciencia será posible integrar lo individual con lo colectivo. Y es allí donde se empezarían a tomar decisiones que fuesen más cercanas al nivel óptimo de bienestar en el campo de lo colectivo.
Los modelos que nos impone la globalización son esencialmente dominados por un paradigma de la riqueza material y de la pobreza espiritual. Lo espiritual no aparece como una dimensión relevante en los modelos económicos o sociales. La espiritualidad es hoy en día muy mal entendida, y como tal, se la excluye de las decisiones públicas. Pero un desarrollo económico y social sin espíritu es como una realidad artificial y vacía, sin identidad interior, sin un compás que muestre la dirección apropiada.
Sin embargo, hay una ley universal que debemos entender y practicar a la letra. En particular, que la riqueza material esta íntimamente ligada y es dependiente de la riqueza espiritual. Lo material no existe sin que todo esté ligado a lo no-material. Hoy en día hay muchísima evidencia científica que demuestra que la fuente de la materia es la no-materia. Por lo tanto, es cuestión de tiempo para que se vea el colapso de aquellas sociedades que sólo están en el camino del materialismo desarrollista.
La tecnología, que esta a la base de dicho avance materialista, depende de la inteligencia humana. Y la inteligencia humana depende de los estados de conciencia que son capaces de manifestarse en forma material más avanzada. Altos niveles de avance material tienen que ir acompañados por necesidad de más altos niveles de conciencia espiritual.
Esto nos lleva a proclamar lo que se ha llamado “La sociedad del 200%”. Esta es una sociedad que es rica en ambos ambientes: lo material y lo espiritual.
Más aún, en esta Sociedad de 200% el ámbito de lo material y de lo colectivo son uno solo. Esto se da a través del reconocimiento y de la práctica de la interdependencia humana y de la interdependencia de todos con todo. Es decir, es una sociedad que avanza en todas las direcciones que se identificaron al principio de este artículo. Es este principio de interdependencia que también nos lleva a desarmar la falacia de que podemos desarrollarnos sólo individualmente, sin hacer avanzar el desarrollo de lo colectivo.
En conclusión, no hay nada material que no tenga origen en lo espiritual, ni nada espiritual que no se manifieste materialmente. Más aún, no hay nada que signifique avance individual independiente del avance colectivo.
Por lo tanto podemos avanzar aquí un principio fundamental de la espiritualidad: uno avanza en lo personal para darse por entero al servicio de lo colectivo. No existe espiritualidad de lo personal exclusivamente, excepto como una forma de fetichismo. Pero eso no es espiritualidad.
La economía espiritual: ¿es ésta posible?
Mucha gente ve a la economía como la demostración practica de lo material. Ven a la economía y la espiritualidad como dos posiciones extremas en la vida humana. Esto es simplemente el resultado de un error del intelecto.
La economía es una colección de valores que la gente usa en condiciones de escasez material. Es la ciencia de la escasez. Es la ciencia que explica o predice el comportamiento humano bajo condiciones de escasez.
Si los valores son individualistas, como se notó anteriormente, entonces el comportamiento de las personas bajo condiciones de escasez serán muy distintas a una situación en que los valores son colectivos. Es simplemente una cuestión de valores, y por lo tanto, nuevamente, una cuestión de niveles de conciencia humana.
La evolución humana nos esta llevando cada vez más hacia la integración de valores humanistas y espirituales en la economía. Cuando la economía se rija por dichos valores comenzaremos la práctica de la “economía espiritual”. Esta es la economía del futuro. Esta es la economía que integrará los ámbitos materiales y espirituales, individuales y colectivos. Un camino inevitable para la humanidad dadas las situaciones de conflicto, inequidad, y destrucción ambiental y social que estamos experimentando.
Reflexiones finales
Para que los cambios propuestos aquí se materialicen se requiere de una revolución profunda de los valores que rigen a la globalización, de un compromiso profundo en el ámbito político y social, y de una nueva forma de liderazgo que abrirá los caminos necesarios para el verdadero cambio.
En general, podemos decir que la transformación humana o es el fiel espejo de un consenso pacifico, o será el desgraciado resultado de guerras y conflictos. La decisión es nuestra.
Alfredo Sfeir-YounisNotas
*Alfredo Sfeir-Younis es chileno y economista. Trabaja para el Banco Mundial. Las opiniones y propuestas hechas en este artículo son solamente del autor y no deben ser atribuidas al Banco Mundial o sus instituciones afiliadas. Los errores y omisiones son también del autor.
2 comentarios:
"Una conversiòn profunda de los valores que rigen la globalizaciòn".
Y sì, es necesaria.
Pero sospecho que los poderosos no van a querer.
Un abrazo.
Hola Gaucho!, Un cambio radical de consciencia sería maravilloso...y es necesario, con fe y optimismo creamos que es posible también.
Graciasss...
Te dejo un Abrazo!
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