El plan de Dios es la evolución
Una vez que el hombre realmente lo reconoce, no puede sino identificarse con sus designios y trabajar de acuerdo con él, porque es tan glorioso como bello. Así, conociéndolo, permanece al lado de Dios, firme para el bien y resistente contra el mal, trabajando para la evolución y no por egoísmo.
Si está al lado de Dios, está unido a nosotros, y no importa lo mínimo que se llame hindú o buddhista, cristiano o mahometano, ni que sea indio o inglés, chino o ruso. Los que están al lado de Dios saben por qué están aquí y cuál es su misión, y procuran cumplirla; los demás no saben todavía lo que han de hacer, y así obran a menudo erróneamente e intentan trazarse vías que imaginan placenteras sin comprender que todos somos uno y que, por lo tanto, tan sólo lo que el Uno quiere puede ser verdaderamente agradable para todos. Ellos van en pos de lo irreal, en vez de lo real. Hasta que aprendan a distinguir entre los dos, no se colocarán al lado de Dios, y, para aprenderlo, discernimiento es el primer paso.
El cuerpo astral tiene sus deseos a docenas; él os inclina a la cólera, a la injuria, a la envidia, a la avaricia, a codiciar los bienes ajenos, a sumiros en la depresión. El cuerpo astral quiere todas estas cosas y muchas más, no porque desee perjudicaros, sino porque le gustan las vibraciones intensas, así como el cambio constante de ellas. Mas vosotros no necesitáis estas cosas, y por esto debéis saber distinguir entre vuestros deseos y los de vuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo mental desea pensar orgullosamente que es algo separado de lo demás; pensar dándose mucho valor a sí mismo y poco a los otros. Aun cuando lo hayáis apartado de las cosas mundanas, persiste en especular sobre sí mismo, en incitaros a pensar en vuestros propios progresos, en vez de pensar en ayudar a los demás. Cuando meditéis, tratará de haceros pensar en las diferentes cosas que él desea, en vez de pensar en lo que vosotros queréis. Vosotros no sois esta mente, sino que ella está a vuestro servicio, y así también en este caso es necesario el discernimiento. Debéis vigilar constantemente, so pena de fracaso.
Debéis saber distinguir lo importante de lo secundario. Firmes como una roca cuando de lo justo y de lo injusto se trate, dad siempre la razón a los demás en cosas de poca importancia. Porque debéis ser siempre amables y cariñosos, razonables y condescendientes; habéis de conceder siempre a los demás la misma libertad que necesitáis para vosotros mismos.
Tratad de ver lo que es más meritorio que hagáis, y recordad que no debéis juzgar las cosas por su aparente grandeza. Es mucho más meritorio hacer una cosa mínima pero útil a la labor del Maestro, que otra de mayor apariencia de las que el mundo llama buenas.
Debéis distinguir no tan sólo entre lo útil y lo inútil, sino entre lo más útil y lo menos útil. Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría.
No obstante, por sabios que seáis, tenéis mucho que aprender en este Sendero, y por esto también en él es preciso el discernimiento. Debéis pensar cuidadosamente lo que es mejor que aprendáis. Todo conocimiento es útil, y llegará un día en que lo alcancéis; pero mientras tan sólo poseáis una parte, cuidad de que ésa sea la más útil.
Dios es tanto Sabiduría como Amor, y cuanta más sabiduría alcancéis, mejor podréis manifestar a Dios. Estudiad, pues; mas, en primer lugar, estudiad lo que os ayude a ayudar a los otros. Estudiad pacientemente, no porque los hombres os llamen sabios, ni aun por tener la dicha de serlo, sino porque tan sólo el sabio puede ayudar sabiamente. Por mucho que deseéis ayudar, si sois ignorantes, podréis hacer más mal que bien.
Debéis saber distinguir lo falso de lo verdadero; debéis aprender a ser verídicos en todas las circunstancias, en pensamiento, en palabra y en obra.
Primero en pensamiento; y esto no es fácil, porque en el mundo hay muchos pensamientos falsos, muchas supersticiones tontas, y nadie que esté esclavizado por ellas puede progresar. ASÍ pues, no debéis sostener una idea precisamente porque otros la sostienen, ni porque se haya creído en ella durante siglos, ni porque esté escrita en algún libro que los hombres tengan por sagrado. Debéis pensar acerca de aquel asunto por vosotros mismos, y juzgar si es razonable. Recordad que la opinión de un millar de hombres acerca de algún asunto que desconozcan no tiene ningún valor. Los que piensan hollar el Sendero deben aprender a pensar por sí mismos, porque la superstición es uno de los mayores males del mundo, una de las ligaduras de que totalmente debéis desembarazaros.
En lo tocante a los demás, vuestros pensamientos deben ser verídicos; no debéis pensar acerca de nadie lo que no sepáis.
Aprended a reconocer a Dios en todos los seres y en todas las cosas, prescindiendo del mal que puedan presentar en la superficie. Podéis ayudar a vuestros hermanos por medio de lo que tenéis de común con ellos, esto es, la Vida Divina. Aprended a despertarla y a vivificarla en ellos, así los salvaréis de lo falso.
J. KRISHNAMURTI
3 comentarios:
Hola, Amiga!!! Cuantas veces en nuestras charlas nos decimos que más allá de todas las alternativas que hoy se nos presentan hay que darse cuenta que lo realmente importante es la conexión con DIOS. Nadie mejor que Él para marcarnos el camino y conducirnos en este para el cumplimiento de nuestra misión en esta dimensión.Te mando un beso gigante!!!!!!
Aprender a conocer a Dios es la tarea para de esta manera se diga en verdad: "Hágase tu voluntad" Gracias Graciela por tu entrada y tu visita, un abrazo.
Hola Ale Querida! Si!!...hay muchos caminos para transitar, solo debemos reconocer nuestra misión y no desviarnos del eje, no desconectarnos de la luz verdadera que nos guia.
Hola Geo! Se hará siempre la voluntad de Dios, solo debemos aceptar, amar y seguir caminando..
Gracias a las dos!!
Abrazo grande!
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