Permitamos que las cosas pasen...
Todos
estamos pasando por el mismo aprendizaje: ¿lo aceptamos o lo resistimos?
Cuando
contemplamos el mundo que nos rodea, ya sea el particular o el comunitario,
vemos como los tiempos se aceleran. Los aprendizajes se han vuelto intensos,
profundos, acelerados. Todo cambia de manera repentina e inesperada. ¡Y el
tiempo vuela!
Vivimos en
un momento muy particular de nuestra evolución, donde estamos transformándonos
todos al mismo tiempo sin que haya muchas más opciones que crecer como
humanidad. El libre albedrio sólo deja lugar a que lo hagamos a través del
sufrimiento o de la aceptación. Los cambios, si bien se hacen graduales, son
rápidos e inevitables. Estamos todos inmersos en este viaje evolutivo del
planeta.
Los días
se acortan. Cada vez nos queda menos tiempo para divagar, especular o hacer
planes futuros. Y si bien los días siguen teniendo 24 horas, se sienten de 16.
Nos vemos obligados a vivir en el presente. Las horas pasan volando y todo
aquello que parecía bloqueado, se abre. Tanto lo “bueno” como lo “malo”.
También
hemos llegado a este momento con las herramientas que necesitamos para dar este
salto. Las más simples, ya sea la meditación, el cambio de percepción o la
respiración consciente. Y hay una estrategia que es clara para ayudarnos a
trascender este momento: la aceptación.
Aceptar lo
que nos pasa, respirarlo y dejarlo ir. No crear resistencias.
La energía
es tan fuerte que si no te dejas llevar, te lleva. La energía nos está
preparando para dar un gran paso en nuestra evolución. Cualquier intento de
resistirla, cuestionarla, tratar de cambiarla o detenerla, sólo produce
sufrimiento.
Es
importante entender que lo que nos pasa, les pasa a todos. Todos estamos en el
mismo barco y pasamos por la misma tormenta. Cada uno diseña el aprendizaje
como lo quiere vivir. Pero no podemos bajarnos.
Ante esto,
si no sabemos qué hacer, lo mejor es hacer nada. No paralizarnos, sino
quedarnos quietos y dejar que el mar nos lleve a donde quiera. Esa energía que
nos mueve es inteligencia divina y si nos entregamos de verdad, no hay riesgos.
Verónica
Acevedo Santaliz en su libro “El cielo de los cartoons” dice simple y
sabiamente:
“Puede ser
que la energía nos esté queriendo en otro lugar o puede ser que la energía ya
no nos quiera más en ése lugar. Puede que tenga que ver con nosotros, con
nuestro propósito, o puede que tenga que ver con el propósito de otras
personas. Ya sea con el propósito de las personas que se quedan es ése lugar o
el propósito de las personas que encontraremos en el próximo lugar. Siempre
está bien. El apego a un lugar –o una persona- es un apego muy peligroso.
Detiene la danza de la energía para nosotros y para los otros. No es posible
danzar sin mover el pié. Y sólo desprendiéndonos conservaremos lo que es
cierto”.
Donde
podamos, con quien podamos, dejemos fluir un poquito más la energía. Permitamos
que las cosas pasen, porque pasarán...
Julio Bevione
info@vivirenlazona.com
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