Nadie es responsable de nuestro miedo al amor, excepto uno mismo.
Decimos que es difícil encontrar el amor, el amor verdadero, pero
eso no sería tan difícil si tuviéramos la valentía, la apertura, y la confianza
necesarias para relacionarnos. Sin miedo. Sin huidas. Sin preocupaciones
saboteadoras. Con seguridad. Y si no podemos hacerlo así, de una
forma sana, la culpa no la tienen los demás. Nadie es responsable de nuestra
desconfianza o resistencia al compromiso, nadie excepto uno mismo.
Una
afectividad sana pasa por una vida interior y personal sana.
Sabemos por experiencia que la diferencia entre una vida mediocre
y una vida de calidad reside en el amor. Y sin embargo, no resulta tan fácil
amar. ¿Por qué?
El amor es un concepto abstracto;
sin embargo, el amar es una acción concreta. Podemos estar de acuerdo en lo
importante que es el amor, pero al amar se manifiestan nuestros estilos
afectivos, nuestras creencias, las historias pasadas. El amor como ideal es una
totalidad, en cambio vivimos en amores concretos y muy condicionados.
¿Qué buscamos (o encontramos) en
el amor?
Se supone que una plenitud, una
experiencia de unión y de reciprocidad a la vez. En general se tiende a la
complementariedad, pero el día a día se encarga de demostrar que mucha gente
busca lo que cree que le falta. Entonces cargamos de responsabilidad al otro
porque esperamos que rellene los huecos de nuestra vida. Hoy se busca
fundamentalmente promover el bienestar del otro, lograr ser felices juntos a
través de un proyecto en común.
No todo lo que llamamos “amor” es
realmente amor. ¿Cómo podemos definir el amor?
Cualquier definición del amor acaba
siendo reduccionista o meramente poética. Ademas, cada cultura va definiendo
conceptos diferentes y formas de vivirlo también singulares. En todo caso, el
amor es la experiencia de la unidad, la fuente que nos vincula, la energía que
mueve el mundo.
El amor de pareja, ¿es una de las
formas más difíciles de amar? Si es así, ¿por qué?
En la pareja se asoman las dos caras
del amor: la unidad y la alteridad. Nos sentimos unidos y a la vez separados del
otro porque el otro es siempre el otro y me altera. No amamos al amor sino a
alguien que, además, es diferente a mí, con sus ritmos, intereses, su estilo
afectivo, sus creencias. A veces nos encontramos, otras no.
¿Cuáles son las principales
dificultades para amar?
La primera se refiere a las mochilas
que cada uno arrastra y que pretende descansar en la relación, es decir, que el
otro se haga cargo de nosotros y de nuestros asuntos pendientes o mal resueltos.
Otra dificultad es el poder, cómo se sitúa cada uno respecto al otro y cómo
manejan la reciprocidad, es decir, el dar y el recibir. También suele ser un
problema no tener un proyecto común sino que cada uno tenga una idea diferente
sobre la relación, o que se imponga un proyecto sobre otro. Cabe añadir a todo
ello los ritmos afectivos diferentes y las dificultas en cuidarse.
¿Cuáles son las principales
dificultades para dejarse amar?
El miedo a diluirse, a perder el
control, a morir en definitiva, entendida como la muerte del ego. También nos
fastidia la inmediatez, no permitir que los procesos sean naturales, fluidos,
sino que queremos forzarlos para que se ajusten a nuestros intereses. Nos falta
a veces más humildad y menos exigencias y expectativas.
¿Existen diferentes tipos de
estilos afectivos? ¿De qué depende?
Al menos se suelen reconocer cuatro,
desde los estudios que realizó John Bowlby. Nacen en el desarrollo de nuestras
experiencias de apego. Según como se resuelvan, según sea vivida la angustia por
separación, según han respondido a nuestros intentos de ser amados, todo ello
crea una imagen internalizada de nuestra manera de amar y ser amados.
¿Cuáles son estos tipos de
estilos afectivos?
El estilo seguro, preocupado,
huidizo y el temeroso.
Ahora vamos a ellos, pero ¿pueden
llegar a ser incompatibles?
Está claro que si una persona ama
desde un apego seguro, tendrá más dificultades para aceptar a alguien cargado de
miedo o que pretenda hacerse excesivamente dependiente. También ocurrirá que
muchas personas que tienden a la dependencia se junten con personas
autosuficientes porque las ven muy seguras, ya que ellas se sienten todo lo
contrario. Pero estas personas autosuficientes, porque les gusta funcionar así,
acaban agobiadas de tanta preocupación y exigencia afectiva de su pareja.
Entonces parecen incompatibles.
Cómo definirías al tipo
seguro.
Tiene una buena autoestima, confía
en los demás, es autónomo, aunque le gusta estar emparejado y no rehuye la
intimidad
El tipo preocupado.
Tiene baja autoestima y poca
confianza en los demás, los ve siempre mejor que a sí mismo. Crea entonces
relaciones de dependencia y vive siempre preocupado por la relación, ¿qué haría
sin ella?
El huidizo.
Su autoestima es alta pero encierra
cierta desconfianza hacia los demás, se fía más de sí mismo, es autosuficiente.
Se orienta al logro de sus objetivos por encima de la relación, necesita tener
una pareja pero sin comprometerse demasiado porque se agobia. Tiene dificultades
con la intimidad, le cuesta abrirse.
Temeroso.
Tiene baja autoestima y alta
desconfianza hacia los demás. Posee pocas habilidades sociales y tiende a
controlar obsesivamente a su relación. Dificultades con el control
emocional.
¿Se puede amar con miedo?
Se supone que sí, pero es un amor
temeroso, condicionado, cargado de necesidades afectivas, grandes demostraciones
de cariño, mucho control y chantajes emocionales. El miedo, entonces, se
convierte en lo contrario del amor.
¿De dónde surge el miedo al
compromiso? ¿De qué hablamos exactamente cuando hablamos de compromiso”?
Un compromiso afectivo es aquel en
el que una pareja decide que los vínculos creados en su relación son lo
suficientemente arraigados y estables como para formar un proyecto común.
Algunas personas, empero, temen permanecer de forma estable y duradera dentro de
la relación, se agobian con la intimidad o no quieren renunciar a otras
posibilidades. Temen amar. Temen perder el control, diluirse en el otro.
Entonces buscan alejarse.
¿Cómo superarlo?
Hay que conocerse más a uno mismo,
saber cómo funcionas, qué formatos afectivos se ajustan más a tus necesidades.
Hay que descubrir qué es lo que en realidad dificulta poder amar y hacerse cargo
de ello. Muchas veces hay que aprender a tolerar la ansiedad que nos produce la
relación con el otro.
¿De dónde surge la
desconfianza?
Son patrones introyectados, es
decir, la persona ha internalizado una imagen de sí misma y de los demás según
las experiencias que ha vivido, probablemente ya desde su infancia. Quien se
siente desconfiado, no puede verse a sí mismo confiando, aunque ocurriera de
veras. Las creencias construidas a partir de experiencias de desconfianza son
claves para comprender la conducta desconfiada.
¿Cómo superarla?
Con actos de confianza. Hay que
crearse pequeñas metas confiables e incrementar poco a poco el pozo de la
confianza.
¿No se puede desarrollar una vida
afectiva sana si no se cuenta con una vida interior sana? ¿O el amor puede
ayudarte a sanar? ¿O es un círculo vicioso?
La relación entre lo uno y lo otro
es incuestionable. Como es adentro es afuera! El amor puede ser un gran
motivador para el cambio pero insuficiente al lado de la responsabilidad de
actuar desde una voluntad sostenible y no solo desde un sentimiento
satisfactorio. El amor es motor, promueve, pero el trabajo hay que hacerlo desde
la responsabilidad personal.
¿Cómo desarrollar una vida
interior sana?
Estando en contacto con ella. Eso
significa hacerse espacios y tiempo para estar con uno mismo. Estar en silencio.
Meditar. Uno debería ocuparse de actualizar permanentemente su energía, su
inteligencia y el cuidado de sus relaciones. Palabras como armonía, belleza,
autenticidad, paz interior, describen bien ese desarrollo interior.
Xavier Guix
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