El Tao
de la Salud, el Sexo y la Larga Vida -
El Uno engendra
dos cosas... [Tao te king]
El significado original del ideograma chino que representa el
«Yin» es el de «la ladera umbría de una colina». Representa la oscuridad y la
pasividad, y se asocia con las cualidades de receptividad, flexibilidad,
blandura y contracción. Se mueve hacia abajo y hacia adentro, y sus símbolos
principales son la mujer, el agua y la tierra. «Yang» significa la solana o
«ladera soleada de la colina», representa la luz y la actividad, se asocia con
la resistencia, la dureza y la expansión, se mueve naturalmente hacia arriba y
hacia afuera, y sus símbolos son el hombre, el fuego y el cielo.
El Yin y el Yang son fuerzas mutuamente dependientes,
constantemente interactivas y potencialmente intercambiables. A pesar de su
polaridad, ambas contienen en su interior la semilla embrionaria de la otra,
como se ilustra en el conocido círculo Yin/Yang. El círculo en sí representa la
Fuente Suprema, medio Yin y medio Yang, y en el interior de cada mitad crece un
punto de la contraria. El límite entre las dos, en forma de «S», indica que sus
fronteras nunca son fijas. Siempre que el constante crecer y menguar de las
energías polares conduce a un exceso de una u otra, ésta se
transmuta espontáneamente en su opuesta. Un buen ejemplo de
esta transformación lo vemos cuando el agua (Yin) absorbe tanto calor (Yang) que
se transforma en vapor (Yang) y asciende hacia arriba (dirección Yang). Así
pues, para los taoístas el cambio no es lineal, sino cíclico, y por tanto
predecible. El Libro de las Mutaciones (I Ching), con 3.000 años de antigüedad,
predice acontecimientos futuros en base a la interacción cósmica del Yin y el
Yang. El Yin es más fuerte y más abundante que el Yang, pero el Yang es más
visible y activo. En el mundo hay más agua que fuego, por ejemplo, pero los
fenómenos asociados con el fuego, como el relámpago, son más espectaculares y
llaman más la atención. Sin embargo, desde que comenzó a utilizarse el término
Yin/Yang en China, la palabra «Yin» siempre ha precedido a la palabra «Yang»,
cosa que en chino refleja una condición de superioridad por parte del Yin que es
muy anterior al advenimiento del patriarcado en la sociedad china.
La cosmología del Yin y el Yang se remonta a los brumosos orígenes
de la civilización china, mucho antes de la época de Lao Tse. La referencia
escrita más antigua aparece en el I Ching, redactado hacia el año 1250 a. de C.,
donde podemos leer: «La incesante interacción del Cielo [Yang] y la Tierra [Yin]
da forma a todas las cosas. La unión sexual del macho y la hembra da vida a
todas las cosas».
Así, la unión sexual del macho y la hembra se considera como la
más esencial manifestación terrena de la gran danza cósmica del Yin y del Yang.
Un comentario en el Libro de las Mutaciones indica que la interacción del Yin y
del Yang se denomina Tao, y el proceso generativo que de ella resulta se
denomina «cambio». Por consiguiente, es posible hallar el Camino en la
interacción del Yin y del Yang, en la unión de los opuestos, no en un extremo ni
en el otro. En razón del incesante fluir del Yin y del Yang, el atributo
primordial del Camino es el cambio constante, no el éxtasis.
En el Libro de las Mutaciones, el hexagrama que simboliza la unión
sexual es el número 63, llamado «Culminación» (o «Cumplimiento», o «Después del
cumplimiento»). Este hexagrama se compone del trigrama «agua/mujer/nubes»
situado sobre el trigrama «fuego/hombre/luz». Esto no sólo sitúa el Yin sobre el
Yang, sino que sugiere también la imagen de un caldero de agua suspendido sobre
el fuego que llega lentamente al punto de ebullición. Se trata de la más
fundamental alegoría taoísta para la unión sexual humana, pues simboliza
conscisamente las diferencias esenciales entre hombre y mujer en el acto sexual.
A fin de durar el tiempo suficiente para hacer hervir ese caldero de agua, el
hombre debe racionar su combustible y controlar cuidadosamente su fuego. Si
quema su combustible con demasiada rapidez, el fuego se apaga
prematuramente cuando el agua no pasa de tibia. Pero si conserva su fuego
durante el tiempo necesario para hacer hervir el agua, entonces basta con la más
pequeña llamita para mantenerla hirviendo durante mucho tiempo. La «culminación»
simboliza la relación fundamental entre el Yin y el Yang, y separa claramente el
Tao del característico dualismo de la filosofía occidental. Según el Tao Te
King, cualquier fuerza, objeto o idea resulta incompleto y carente de
significado sin una referencia a su opuesto básico:
Lo difícil y lo fácil se completan el uno al otro.
Lo largo y lo corto se comparan uno con otro.
Lo alto y lo bajo se determinan el uno al
otro.
El bien carece de significado sin un mal que lo defina; la belleza
es invisible si no puede contrastarse con la fealdad. En el pensamiento clásico
occidental, los opuestos están divididos en dos campos mutuamente excluyentes,
en los que sólo se concede valor a lo bueno, lo bello y lo verdadero. Los
aspectos malos, feos y falsos de la vida son deliberadamente reprimidos (aunque
en vano) o descartados. El punto de vista taoísta
consiste en reconocer y equilibrar las fuerzas opuestas que subyacen en todas
las situaciones y fenómenos, pero sin hacerse ilusiones en cuanto a la «derrota»
de ninguna fuerza cósmica, positiva o negativa.
La física de Newton, sello distintivo del pensamiento científico
occidental hasta hace unos pocos decenios, percibe el universo como una dispersa
colección de objetos estáticos no relacionados entre sí, cada uno de los cuales
actúa siguiendo leyes absolutas de las que se deriva su valor. Los
taoístas, por el contrario, ven el universo
como un océano vivo de fuerzas móviles en un estado de flujo constante, como las
olas del mar, donde todo está relacionado e interactúa con su propia cualidad
opuesta, de la que depende para existir.
Extraído del
Libro de Daniel Reid «El Tao de la Salud, el Sexo y la Larga Vida»
Daniel Reid
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