Todos nacemos con la capacidad para alcanzar cada una de las metas que nos proponemos.
Nuestros sueños se transforman en “mentiras” adentro nuestro, pero cuando nos llegan, en su estado más puro, vienen cargados del potencial de convertirse en realidades preciosas. El lío lo hacemos nosotros, cuando nos olvidamos de que nuestro camino es único y que es nuestra responsabilidad crearlo, y buscamos referencias en lo que tenemos alrededor. Entonces nos convencemos de que no puede ser posible, que es muy difícil, que no merecemos “tanto”, que nadie entre los que conocemos lo tiene o lo pudo conseguir, que es mejor no soñar para evitar desilusionarnos… y elegimos quedarnos con lo poco que tenemos en lugar de salir a buscar aquello que representa la única, verdadera y maravillosa razón por la cual quisimos vivir.
Nos excusamos, cuando al vernos rodeados de gente acostumbrada a resignar sus ideales y dejar morir sus deseos, llegamos a pensar que “Así es la vida. Mejor ser “sensatos”. Los demás tienen razón. Esto es lo correcto” Y sin embargo, negarnos a nosotros mismos es el mayor acto de insensatez que jamás hayamos cometido.
En la carrera ciega por obtener la aprobación ajena, o por no sentirnos tan solos, dejamos de ver que la mayor parte de la gente con la que nos comparamos no es feliz. Evitamos rozar siquiera la noción de que la mayoría llegará a la hora de su muerte, no lamentándose de las cosas que vivió, sino de las que no hizo.
Pero, con sólo levantar la vista un poquito más allá, encontramos puntos de comparación distintos. Tenemos enfrente de nosotros la prueba de que todos los sueños (hasta los más osados) son posibles. Si no fuera así, no existirían los ganadores de medallas de oro en todos los deportes, ni los primeros bailarines y bailarinas. No habría escritores de Best Sellers, ni grandes pintores. Ningún músico llegaría a la fama, no habría actores de papeles protagónicos, no existirían los millonarios, ni los Presidentes; el Libro de los Récords jamás se habría inventado. No tendríamos grandes Maestros, ni seres iluminados, ni Santos.La Madre Teresa sería un personaje de cuento, Mahatma Gandhi, una leyenda. Nadie se hubiera curado el cáncer, nadie aprendería a volar un avión, ni se haría astronauta. No se habrían inventado las vacunas, no tendríamos electricidad, ni teléfono, ni automóviles; jamás se habrían hecho los grandes descubrimientos ni los grandes inventos de la historia, jamás el hombre hubiese caminado por la Luna; y si hubiera sido por el condicionamiento que no estuve exenta de recibir, no estarían ahora leyendo lo que escribo.
Todo lo grande, en la historia de la Humanidad, fue realizado por personas. Personas con temores y con dudas, con miedo, con limitaciones. Personas que “no sabían”, personas que quisieron probar si podían, personas que decidieron llegar hasta donde nadie más se atrevió, e insistieron, e insistieron.
Sí, personas como tú, y como yo, gente como nosotros.
¿Genios? No. Simplemente, personas con algunos talentos más desarrollados que otros, como todos. Y no siempre los demás supieron descubrirlos. El profesor de música de Beethoven consideraba que su alumno no tenía futuro como compositor. El director de un diario despidió a Walt Disney por falta de ideas. La maestra de escuela de Albert Einstein lo describió como “mentalmente lento, insociable y encerrado siempre en sueños tontos”. Los maestros de Thomas Edison decían que era demasiado tonto para aprender. Y como estos, existen miles de ejemplos. Por fortuna, estos seres supieron desapegarse de la aprobación ajena, y llegaron a convertirse en grandes genios (y a cambiar el mundo), pero hay algo importante a tener en cuenta: al igual que nosotros, ellos no sabían que podían hacerlo.
Nunca sabemos lo que podemos ser o hacer hasta que lo probamos. Y si resulta que lo probamos con toda nuestra Fe y energía, descubrimos que no tenemos limitación: PODEMOS SER LO QUE QUERAMOS.
Todo lo que la mente humana es capaz de concebir, es posible. Nosotros también podemos construir la vida que soñamos. Nuestros sueños no son tan “locos”, ni están tan fuera de lugar como a menudo llegamos a creer. Nuestros sueños son cosas posibles y realizables, con el debido esmero y empeño. Ellos nos conducen al descubrimiento de nuestro verdadero potencial. Cuando nos damos cuenta de que en nuestros sueños se oculta la fuerza de nuestra Esencia, recibimos un don invaluable: nuestra energía se torna ilimitada, y la pasión que sentimos se convierte en nuestro motor! Ya no somos “nosotros” en busca de nuestros sueños, es nuestro Espíritu, cumpliendo su Misión.
El tema es este: Nadie lo hará por nosotros. Somos los constructores de nuestro camino, los Creadores de nuestra realidad. Como dice el filósofo motivacional Jim Rhon “No puedes contratar a alguien para que haga las flexiones por ti”. Si deseas algo, tienes que salir a buscarlo. No hay Dios, ni Maestro, ni nadie, que pueda darte eso que tú mismo te estás negando. En cambio, la vida, Dios y todos los Maestros se pondrán de tu lado cuando DECIDAS lo que quieres y SEPAS que lo vas a conseguir.
Luciana Cámpora
Nos excusamos, cuando al vernos rodeados de gente acostumbrada a resignar sus ideales y dejar morir sus deseos, llegamos a pensar que “Así es la vida. Mejor ser “sensatos”. Los demás tienen razón. Esto es lo correcto” Y sin embargo, negarnos a nosotros mismos es el mayor acto de insensatez que jamás hayamos cometido.
En la carrera ciega por obtener la aprobación ajena, o por no sentirnos tan solos, dejamos de ver que la mayor parte de la gente con la que nos comparamos no es feliz. Evitamos rozar siquiera la noción de que la mayoría llegará a la hora de su muerte, no lamentándose de las cosas que vivió, sino de las que no hizo.
Pero, con sólo levantar la vista un poquito más allá, encontramos puntos de comparación distintos. Tenemos enfrente de nosotros la prueba de que todos los sueños (hasta los más osados) son posibles. Si no fuera así, no existirían los ganadores de medallas de oro en todos los deportes, ni los primeros bailarines y bailarinas. No habría escritores de Best Sellers, ni grandes pintores. Ningún músico llegaría a la fama, no habría actores de papeles protagónicos, no existirían los millonarios, ni los Presidentes; el Libro de los Récords jamás se habría inventado. No tendríamos grandes Maestros, ni seres iluminados, ni Santos.La Madre Teresa sería un personaje de cuento, Mahatma Gandhi, una leyenda. Nadie se hubiera curado el cáncer, nadie aprendería a volar un avión, ni se haría astronauta. No se habrían inventado las vacunas, no tendríamos electricidad, ni teléfono, ni automóviles; jamás se habrían hecho los grandes descubrimientos ni los grandes inventos de la historia, jamás el hombre hubiese caminado por la Luna; y si hubiera sido por el condicionamiento que no estuve exenta de recibir, no estarían ahora leyendo lo que escribo.
Todo lo grande, en la historia de la Humanidad, fue realizado por personas. Personas con temores y con dudas, con miedo, con limitaciones. Personas que “no sabían”, personas que quisieron probar si podían, personas que decidieron llegar hasta donde nadie más se atrevió, e insistieron, e insistieron.
Sí, personas como tú, y como yo, gente como nosotros.
¿Genios? No. Simplemente, personas con algunos talentos más desarrollados que otros, como todos. Y no siempre los demás supieron descubrirlos. El profesor de música de Beethoven consideraba que su alumno no tenía futuro como compositor. El director de un diario despidió a Walt Disney por falta de ideas. La maestra de escuela de Albert Einstein lo describió como “mentalmente lento, insociable y encerrado siempre en sueños tontos”. Los maestros de Thomas Edison decían que era demasiado tonto para aprender. Y como estos, existen miles de ejemplos. Por fortuna, estos seres supieron desapegarse de la aprobación ajena, y llegaron a convertirse en grandes genios (y a cambiar el mundo), pero hay algo importante a tener en cuenta: al igual que nosotros, ellos no sabían que podían hacerlo.
Nunca sabemos lo que podemos ser o hacer hasta que lo probamos. Y si resulta que lo probamos con toda nuestra Fe y energía, descubrimos que no tenemos limitación: PODEMOS SER LO QUE QUERAMOS.
Todo lo que la mente humana es capaz de concebir, es posible. Nosotros también podemos construir la vida que soñamos. Nuestros sueños no son tan “locos”, ni están tan fuera de lugar como a menudo llegamos a creer. Nuestros sueños son cosas posibles y realizables, con el debido esmero y empeño. Ellos nos conducen al descubrimiento de nuestro verdadero potencial. Cuando nos damos cuenta de que en nuestros sueños se oculta la fuerza de nuestra Esencia, recibimos un don invaluable: nuestra energía se torna ilimitada, y la pasión que sentimos se convierte en nuestro motor! Ya no somos “nosotros” en busca de nuestros sueños, es nuestro Espíritu, cumpliendo su Misión.
El tema es este: Nadie lo hará por nosotros. Somos los constructores de nuestro camino, los Creadores de nuestra realidad. Como dice el filósofo motivacional Jim Rhon “No puedes contratar a alguien para que haga las flexiones por ti”. Si deseas algo, tienes que salir a buscarlo. No hay Dios, ni Maestro, ni nadie, que pueda darte eso que tú mismo te estás negando. En cambio, la vida, Dios y todos los Maestros se pondrán de tu lado cuando DECIDAS lo que quieres y SEPAS que lo vas a conseguir.
Luciana Cámpora
3 comentarios:
Gran texto. "El hombre se arrepiente mas de aquellas locuras que no cometiò, que las que si realizò"
Un abrazo.
Mas de una vez hemos escuchados discursos como este, ¿porque los olvidamos con fácilidad? quizas si lo ponemos como salvapantalla...
Gauchito...Todo es posible, pero solo si lo intentamos :)
Peregrina, Nos pasamos la vida escuchando esto, lo entendemos, sabemos conscientemente que es asi, pero igualmente lo olvidamos!
Gracias a los dos!
Les dejo un abrazo
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