Aprender, en el verdadero sentido de la palabra, solo es posible en ese estado de atención en el cual no hay coerción externa ni interna. El recto pensar solo es posible cuando la mente no es prisionera de la tradición y de la memoria. Es la atención la que permite que el silencio llegue a la mente, lo cual abre la puerta a la creación. Por eso la atención es sumamente importante. El conocimiento es necesario en un nivel funcional como medio de cultivar la mente, pero no como fin en sí mismo. No nos interesa el desarrollo de una sola capacidad, como la del matemático, el científico o el músico, sino el desarrollo total del estudiante como ser humano. ¿Cómo puede surgir ese estado de atención? Este no se puede cultivar a través de la persuasión, de la comparación, de la recompensa o el castigo, todas ellas formas de coerción. Cuando el miedo termina, comienza la atención. El miedo persistirá mientras siga esta urgencia de ser o llegar a ser, a saber esa búsqueda de éxito, con todas sus frustraciones y contradicciones. Puede enseñar [a un estudiante] a concentrarse, pero la atención no se puede enseñar así como probablemente tampoco pueda enseñar[le] a liberarse del miedo; pero podemos empezar a descubrir las causas del miedo, y la comprensión de esas causas terminará con el miedo. Así, la atención surge espontáneamente cuando hay una atmósfera de bienestar, cuando el estudiante se siente seguro, cómodo y se de cuenta de la acción desinteresada que acompaña el amor.
El amor no compara y por tanto, esa envidia y tortura del llegar a ser cesa.
J. Krishnamurti Saanen Cuarta charla pública, 3 de agosto de
1974.
1974.
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