El milagro es en gran medida como el
cuerpo, en el sentido de que ambos son recursos de aprendizaje para facilitar
un estado en el que finalmente se hacen innecesarios. Cuando se
alcanza el estado original de comunicación directa con el espíritu, ni el
cuerpo ni el milagro tienen objeto alguno. Pero mientras creas que
estás en un cuerpo, puedes elegir entre canales de expresión sin amor o canales
de expresión milagrosos. Puedes fabricar un armazón vacío, pero es
imposible que no puedas expresar nada en absoluto. Puedes esperar,
demorarte, paralizarte o reducir tu creatividad a casi nada, pero
no puedes abolirla. Puedes destruir tu medio de comunicación, pero
no tu potencial. Tú no te creaste a ti mismo.
La decisión básica del que se ha
decidido por el camino de los milagros es no esperar en el tiempo más de lo
necesario. EI tiempo puede causar deterioro y también puede
desperdiciarse. El que obra milagros, por lo tanto, acepta
gustosamente el factor de control del tiempo. Reconoce que cada
colapso de tiempo nos acerca más a todos al punto en el que finalmente nos
podemos liberar de él y en el que el Hijo y el Padre son uno. lgualdad
no quiere decir igualdad ahora. Cuando cada cual reconozca que lo
tiene todo, las aportaciones individuales a la Filiación dejarán de ser
necesarias.
Todo lo que es verdadero es eterno y no puede cambiar ni ser
cambiado. El espíritu es, por lo tanto, inalterable porque ya es
perfecto, pero la mente puede elegir a quién desea servir. El único
límite en su elección es
que no puede servir a dos amos. La mente, si así lo elige, puede
convertirse en el medio a través del cual el espíritu crea en conformidad con
su propia creación. De no elegir eso libremente, retiene su
potencial creativo, pero se somete a un control tiránico en lugar de a uno
Autoritativo. Como resultado de ello aprisiona, pues tales son los
dictados de los tiranos. Cambiar de mentalidad significa poner tu
mente a disposición de la verdadera Autoridad.
EXTRACTO DE "UN CURSO DE MILAGROS"-
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez
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