En la espera sutil por los aciertos
esos que llegan en la siesta del alma
cuando cansada reclina su fe en la almohada
y deja que el mundo sea como quiera
porque entendió en la sobremesa
que el mundo es como es y que ella
no puede más que comprender
y acaso sólo acaso también agradecer
no ser ciega a ese misterio
que somos todo lo que podemos ser
si poder es todo lo que logra el deseo
y así llanamente se desteje la tarde
mientras el alma despereza serena
y a esta hora de contento llega
así con toda la sutileza y sin leva
observando la paz que surge a borbotones
desde esa fuente que abrió en sus venas.
de: Carmen Soriano López
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