Propósito de vida
El propósito de nuestras vidas es transformarnos para poder
recibir la verdadera satisfacción. Estamos en este mundo para alcanzar nuestro
verdadero potencial y literalmente ser como Dios, con el compartir y dar como
el fundamento de nuestro ser.
Sin embargo el proceso de auto-transformación no es algo
que pasa en un nivel abstracto o teórico; más bien pasa entre nosotros y otras
personas. Nuestras relaciones -especialmente con la gente que sentimos
más cercana- son en verdad las oportunidades reales para emular la
tolerancia, el compartir y el amor que
son la esencia del Creador. Estas son las cualidades que nuestras relaciones
nos pueden enseñar y estas son las cualidades que más debemos aprender si
queremos cumplir el verdadero propósito de nuestras vidas.
Una vez que entendemos esto, vemos desde un nuevo ángulo todo lo que se lleva a cabo entre nosotros y otras personas. Enamorarnos -abriendo una gama infinita de emociones y de experiencias compartidas- se convierte en algo mucho más que sólo romántico y emocionante. En un nivel más profundo, al nivel de nuestras almas, nosotros estamos cambiando y creciendo. Estamos literalmente acercándonos a Dios, y al hacerlo estamos creando una apertura para la satisfacción que eso trae.
No sólo son los momentos felices que compartimos los que traen
esta transformación, sino también los momentos difíciles o los puntos de
conflictos; todas son oportunidades para traer cambios
positivos.
De hecho, los momentos más difíciles
que compartimos con alguien son las verdaderas oportunidades que esa relación
nos da. Lo que vemos como un problema en verdad es un regalo: una oportunidad de eliminar un obstáculo interno que está entre
nosotros y la felicidad ilimitada que es nuestro verdadero
destino.
Muy a menudo, nos enfocamos en encontrar esa ‘persona correcta’,
de alguna manera encontrar ese ser humano que es uno en un millón, que cabe
exactamente dentro de nuestra idea de lo que esperamos y necesitamos. Sin
embargo, la Kabbalah enseña que esto es enfocarnos en el área incorrecta.
Convertirnos en la persona correcta -no encontrarla- es la verdadera
clave para tener buenas y amorosas relaciones. Lo que es más, las
dificultades y desacuerdos son sin excepción oportunidades para que nosotros nos
podamos convertir en esa persona: tomar completa responsabilidad, tanto a nivel
práctico de cómo manejar conflictos, y en el nivel de cómo vemos nuestras vidas
como un todo. Cuando apartamos nuestro enfoque de la necesidad de «ganar» y lo
dirigimos a ayudar a los que queremos -especialmente cuando estamos enojados- el
enojo se disipa inmediatamente. Esto no es un milagro; simplemente es como
funcionan las cosas a nivel de energías positivas y negativas. Al igual que la
oscuridad no puede coexistir con la luz, el conflicto no puede existir cuando
tienes la intención verdadera de ayudar y compartir con los demás.
Si sigues experimentando los mismos problemas en tus relaciones
una y otra vez, es porque no has visto de donde es que se origina el verdadero
problema. Sigues esperando que otros cambien sin realmente corregir los
aspectos de ti mismo que necesitan transformarse. Hacer esta corrección es un
aspecto fundamental de nuestro trabajo espiritual. Hasta hay una palabra en
hebreo para esto: tikún. Completar tu tikún es la razón por la
cual tu alma está aquí en esta vida.
De hecho, los kabbalistas explican que las almas vienen a este
mundo muchas veces para conseguir la corrección espiritual, y seguirán viniendo
hasta que finalmente logren la corrección completa. Tus relaciones más cercanas
son el lugar donde tu tikún puede completarse verdaderamente, donde no
sólo encuentras a la persona que buscabas, sino que literalmente te transformas
en la persona que estabas destinada a ser.
Dios creó el mundo, Dios hizo que existiéramos. Pero ahora nuestra tarea es la de convertirnos en causa bajo nuestro propio mérito: emular la esencia de compartir del Creador y de esta forma recibir la satisfacción que el Creador desea y tiene destinada para nosotros. Este es el conocimiento y la sabiduría que nuestras relaciones nos vienen a enseñar. Y esto es a lo que debemos abrir nuestros corazones a aprender.
Sabiduría de la Kabbalah
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